Capítulo 1

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Narrador omnisciente.

1:00 de la madrugada. El viento barría las hojas restantes del otoño y la temperatura descendía unos cuantos grados debido a la épocas cercanas al invierno. El frío se volvía un fiel acompañante en aquellas calles de Detroit, sin embargo, dentro del no tan pequeño club, el clima era totalmente distinto al de afuera.

Eroctic, el establecimiento más popularizado del momento aún en su tercera semana de inauguración. El lugar al principio era levemente discreto al ojo público, cuando no se consideraba un prostíbulo según las malas lenguas, no obstante, la fama que fue tomando lo llevó a ser el bar club más atascado de la zona y, aunque parezca descabellado, el más respetuoso, seguro y placentero para sus clientes. No se permitían menores de 21 años, las bebidas alcohólicas eran importadas de distintos lugares de América y Europa; los colores llamativos de los tragos atraían a los jóvenes universitarios junto con la buena musica y cómo no, las buenas mujeres que ofrecían actuaciones de pole dance en lencería muy, muy sexy. Y viendo la buena cantidad de dinero que producía, decidieron contratar a dos bailarines masculinos para emparejar y complacer el gusto de todos.

Los viernes y sábados eran los días con más apogeo dentro del club. Los empleados sonrían falsamente bajo el estrés que los dominaba, caminaban apresuradamente de un lado a otro con tragos sobre bandejas plásticas negras. El tono azul de la luces combinaba perfecto con sus uniformes de la semana rosa y morado.

Sobre la 1:30 a.m, horas antes de cerrar, Erotic estaba a punto de reventar, tanto que cerraron la entrada. Los gritos y quejidos no se hicieron esperar. Fuera del local, las personas se amontonaban en la puerta mientras los guardias impedían el paso. Nunca habían cerrado la entrada porque uno de sus lemas era que cualquiera que cumpliera las normas, era bienvenido de disfrutar, así que asumieron que había un evento privado, o alguna otra cosa. Puros chismes.

Las luces cambiaron de nuevo, esta vez a un tono rojizo. De repente, la música se detuvo al igual que el hablar de las personas. La hora había llegado. Focos blancos iluminaban ciertas partes del lugar, sobre todo el escenario, justo ahí donde todos posaron sus ojos. Ellos sabían lo que iba a pasar y esperaban con ansias ese momento.

Todos reconocieron la voz de The weeknd salir por los altavoces. Como en cámara lenta sobre el escenario, se veía a una mujer de piel morena; su torso era cubierto con un corsé negro y sus piernas estaban envueltas en unas mallas de rejilla del mismo color junto con unas ligas. Su cabello castaño caía en ondulaciones sobre su espalda y una parte sobre sus senos. Sólo un antifaz ocultaba su rostro, dejando ver unos labios carnosos, apetecibles, unos labios increíblemente perfectos los cuales cualquier ser humano en el mundo soñaría con probar alguna vez en su asquerosa vida. Aquella mujer era una reina. Sus ojos marrones escaneaban al público siendo consciente de su belleza y el deseo que empezaba a apoderarse del cuerpo de sus admiradores. Le encantaba llamar la atención, así que sonrió para sus adentros y empezó su show.

—La jefa te va a dar una buena tunda si ve que estás aquí parada babeando por Keana Issratel.

Camila hizo como si no escuchó el comentario de su amigo y compañero de trabajo, Aaron, y siguió su labor en terminar de limpiar alrededor del escenario donde seguía bailando su diosa, antes de que la jefa la pillara.

Kiss era el seudónimo de Keana. Nadie más que los empleados de Erotic conocían la identidad de los bailarines, sobre todo los más destacados, como lo era Keana quien seguía restregando sus caderas en el tubo de metal. Ese era su arma, su instrumento de juego. Por increíble que parezca, la presentación de Keana no era vulgar; sus movimientos eran suaves, lentos, limpios, profesionales, pero al mismo tiempo la sensualidad que desprendía elevaba los niveles de excitación en el ambiente. Una belleza digna de admirar.

Quiero conocerte (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora