Capítulo 36

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Narrador Omnisciente.

No se fijó en lo que la rodeaba, como por ejemplo, la bienvenida que le dio el alto árbol de navidad decorado con bolas doradas y rojas que rebotaban un poco con la brisa del viento; el enorme espacio al aire libre en el que se encontraba y la cantidad de gente abrigada y risueña que aún quedaba dentro. El RockaFest se había desarrollado en un extenso terreno tan grande cómo un campo de fútbol, con algunos puestos de comida navideña y bebidas gaseosas a la izquierda. Frente al público se alzaba el escenario de brillantes luces amarillas y altas vallas plateadas patrocinando el evento a ambos extremos del piso. La menor se hizo paso entre la multitud de personas que seguían bebiendo y disfrutando del espectáculo de luces como centellas en el cielo nocturno. Eso era algo que Camila también pasó por alto, así como también el suave clima, pues de un momento a otro la nieve dejó de caer. Su único objetivo era seguir avanzando en la marea de personas frente a ella para llegar lo más cerca posible del escenario. Dinah le había mandado la ubicación minutos atrás y aunque quería cometer un acto suicida por su falta de palabra, por lo menos ansiaba encontrarlos porque sentía que les debía una disculpa por el plantón, sobre todo a la ojiverde.

Una vez estuvo lo suficientemente cerca para ver sobre el escenario, divisó como algunos chicos del staff recogía con prisa los instrumentos de la plataforma. Un joven de cabellos ondulados, quien la morena reconoció como un amigo de Lauren y parte de la banda, ayudaba a los demás a desmontar los accesorios. En definitiva, ya habían terminado de tocar. Camila negó con decepción tras aceptar la verdad de la situación; sin embargo, cuando quiso irse de ese lugar para buscar a su mejor amiga, sus ojos se movieron a una conocida figura a un costado del escenario. Lauren tenía sus manos puestas en el soporte del micrófono para bajarlo un poco. El corazón de la morena se aceleró al reconocerla que hasta incluso llegó a pensar que sus latidos sonaron más fuertes que los fuegos artificiales que seguían extendidos en el aire. Vestía un hermoso vestido rojo llegándole casi hasta los tobillos, zapatos de tacón negros y algunos mechones azabaches se movían con el viento a través de su espalda. Jamás la había visto con el cabello liso, pero esperaba no fuese la última. Algo en sus entrañas se movió cuando la vio hablar con su amigo detrás de ella; Camila quiso gritar su nombre a pesar de que probablemente no la oyera entre la multitud, pero antes de soltar algún ruido, su garganta se cerró al ver como una conocida pelirroja corría con fogosidad al paradero de la ojiverde. Los brazos de aquella francesa se enrollaron alrededor del cuello de Lauren, atrapándola en un vanidoso abrazo cuyo objetivo parecía ser destruir el corazón de la menor. Camila no sólo observó el interactivo abrazo, sino también la enorme sonrisa de la ojiverde, una sonrisa de verdad, de esas que te hacen achicar los ojos e iluminar el lugar en el que estás. Aquella sonrisa era la más amplia y llena de felicidad que Lauren había dado en su vida, y Camila lo sabía, muy dentro de sí lo sabía.

Y le dolió.

Le dolió saber que Scarlett tuvo la dicha de poder verla hacer lo que más le apasionaba. Le dolía ver como ella si podía ir a felicitarla con un abrazo, pero lo que más le dolió a Camila, fue ver como la francesa alejó su cuerpo lo suficiente como para poder apreciar la chispa en los iris esmeraldas que seguramente Lauren tenía en sus ojos; y el como, de un momento a otro, tomaba el rostro de la ojiverde con suavidad para estrellar sus labios con los de ella en un rápido beso. La morena no lo soportó más y alejó la mirada de aquel espectáculo. La imagen de las manos de Lauren en la cintura de Scarlett fue motivo suficiente para irse de ahí con la cabeza abajo y el alma saliendo de su cuerpo.

Era bastante obvio que la francesa estaría ahí, al lado de Lauren. De todas formas ¿qué se supone estaba esperando Camila? Lauren era una mujer que podría tener a cualquiera bajo sus pies y aún así había decido fijarse en ella; una chica cuyo corazón ya estaba ocupado, pero a pesar de eso, la ojiverde le brindó su amistad sin pedir nada a cambio pues esa fue su única opción tras ser rechazada por la castaña, entonces, si ella misma la había declinado tantas veces ¿por qué le dolía el pecho de esa manera? ¿Por qué su rostro ahora estaba cubierto de lágrimas? El recuerdo del beso en su departamento fue desplazado con la imagen de Scarlett rodeando el cuerpo de la ojiverde con las mismas ganas que tenía Camila de ocupar su lugar.

Quiero conocerte (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora