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Baji se veía bastante molesto. En todo este tiempo no había sabido las condiciones en las que se encontraba su amigo, lo cual hacía que estuviera bastante irritado. Más de una vez habían tenido que pararlo de ir a su antiguo hogar, puesto que iba con intenciones de darle una paliza a la que una vez pensó como madre.

Ahora que lo piensa su indiferencia siempre había sido bastante dura para él, siempre intentaba hacerla feliz e intentar relacionarse con ella pero su sonrisa cada vez fue más fría y falsa. Él no tenía familia. Estaba solo.

O puede que no. Tenía miedo, más allá de lo que ellos decían de que podía volver a la ToMan, es cierto que temía que podía hacer Hanma en todo este tema.

No quería que nadie saliera herido por su culpa. No se lo perdonaría. A saber que podía pasar por su cabeza. Pensar en aquello consiguió que le diera un escalofrío, los ocelos de Baji se encontraron con los suyos por lo mismo.

Últimamente estaban más cercano, cosa que le extrañaba puesto que le había bloqueado de su vida de esa manera que quizás pensó que nunca más querría tenerlo a su lado.

Su corazón temblaba de alegría al saber que realmente nunca le había dejado de lado. Le estuvo contando como fue que pasó todos estos años sin su presencia, le contó sobre su amigo Chifuyu al cual rescató de unos chicos mayores que le estuvieron pegando.

Eso le sacó una pequeña sonrisa, Baji siempre había sido un buen chico no le extrañaba que hubiera realizado eso.

— Tora me gustaría que lo conocieras, seguro que se podrían llevar bien.

Comentó, pero algo le daba inquietud, le hacía sentir algo fuera de lugar. Después de todo aunque haya sido por el tiempo que estuvo en el reformatorio, esa persona estaba en el puesto que él una vez estuvo.

En eso si había sido reemplazado, pensó a su pesar. Ellos siempre habían estado juntos, la idea de que otro estuviera donde le pertenecía sacaba su lado más inestable, no podía remediarlo. Pero no creía que fuera mal chico.

— No creo que se lleve bien con alguien como yo, Baji.

Quitando todo ese asunto, había que añadir que seguía siendo bastante inseguro. Su padre le había dejado una buena brecha en su corazón. Se sentía menos importante que los demás, simplemente como si se tratase de una hormiga que en cualquier momento podrían pisar. Él no lo valía, sobre todo al escuchar todo lo que decían de ese chico.

Él no era nada ni nadie.

Fue que vio él gesto que estaba realizando en su testa que Keisuke tomó sus mejillas abultando estas para que pareciera un pescado, risueño soltando alguna carcajada al ver la expresión que estaba poniendo.

Eso había provocado que Kazutora se lanzara encima del contrario para vengarse estirando los mofletes del menor, quedando encima del foráneo sin darse cuenta. Sus piernas enredadas en las de este.

— Tora no me gusta que pienses mal de ti, tú eres más especial de lo que crees.

Sabía lo bien que lo conocía, a pesar de estos últimos años separados. Solo resopla en la cara impropia para molestarle.

— Yo no lo soy. Ni siquiera debí haber nacido.

— Mierda Tora ¡que eso no es verdad!

Mientras estos discutían en si era importante o especial, o simplemente una persona del montón, incluso menos pensaba que era Kazutora, fue que los demás chicos les dejaron un tiempo de soledad para que estuvieran más tranquilos y pudieran hablar bien. Sabían del vínculo especial que los ataban.

Volteando el asunto, Baji empujó al chico al sofá dirigiendo sus manos hacía las axilas del chico de hebras rubias y negras, empezando por hacerle cosquillas. Quería escuchar su risa.

No recordaba cuando fue la última vez que vio al chico de mirada perdida y triste, reír como lo hacían cuando se conocieron.

Y lo estaba consiguiendo, Kazutora empezó a soltar carcajadas intentando que dejara que hacerle cosquillas. Sus manos no eran capaz de parar sus movimientos, e incluso tanteaba en tocar por la cintura y el cuello, dejando algunas caricias también de manera involuntaria.

— Cada vez que digas algo malo de ti, tendré que hacerte cosquillas Kazutora.

— ¡Eso es trampa!

— Puede ser, pero te ves lindo riendo y no con una expresión tan desoladora.

Cuando dejó de hacerle cosquillas se pudieron dar cuenta de la posición algo comprometedora en la que estaban. Kazutora tenía la ropa algo descolocada de las cosquillas y Baji se encontraba tan cerca que casi podía notar el aliento en su cara.
Había colocado las manos a ambos lados de la cabeza de Kazutora, no podía saber que andaba pasando por su cabeza porque no podía leer mentes.

Pero casi podía notar que la mirada foránea demostraba amor, un amor que quería ansiar para él solo.

Pero la tensión y el ambiente fue estropeado justo cuando apenas y sus labios se rozaban, el móvil de Kazutora estaba sonando. Y en la pantalla de su móvil se podía ver el nombre de Hanma.

Keisuke pudo verlo, provocando que ninguna se moviera aunque sonara y que lo que antes era un ambiente acogedor, fuera algo incómodo.

Hanma siempre estropeando cosas, ya ni se extrañaba de eso. Soltó un suspiro, su mirada desviando. Aquella noche quizás pudo empeorar.

Entre sueños y alas rotas. BAJITORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora