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La luz cegadora del sol invadía clara y sin pausas la habitación donde ambos compartian, provocando que incómodo oculte testa en pecho foráneo. Kazutora manos que usaba para abrazar a Baji apretó con más fuerza, como si no quisiera deshacer la cercanía si este se despertaba. Era la primera noche en mucho tiempo que no tenía una pesadilla. ¿Acaso ya había destruido ese futuro que una vez en sus sueños aparecía?

Ciertamente esto provocaba que pensara que el problema había sido Valhalla, tenía razón desde el principio. Hanma le daba mal rollo, un mal presentimiento.

Estaba absorto en ello que había olvidado de seguir apretando agarre, resoplando cuando había sido apartado. Baji era un idiota.

— Oh, vamos. No me mires como si me quisieras apuñalar.

Bromea dejando un suave y corto ósculo en su frente, provocando que las mejillas de Kazutora se pusieran algo rojas. Pero era un rojo tan lindo como un pastel de fresas, dulce.

— Yo no quería levantarme aún.

Se aferra a las sabanas metiendo su cabeza debajo de estas, Baji había alzado una ceja para luego quitarle las sabanas de golpe.

— Levántate joder, tenemos cosas que hacer.

No sabía a que se refería pero ciertamente, no recuerda haber tenido nada que hacer. Se levanta a regañadientes, quedando sentado en el borde la cama. Frotando ahora sus orbes suavemente.

— Si, papá.

Comenta burlón ocelos fijando en anatomía ajena, subiendo poco a poco hasta clavarlos en orbes ajenos. Este se había acercado con divertido rostro y sonrisa marcada.

Sonrisa que le encantaba. Podría pasarse todo el día viéndola por muy gay que sonara eso. Le provocaba mariposas en el estómago.

— Cariño, no me importa que me digas daddy en otro momento y lugar.

Solo quería provocar que se sonrojara y bien que lo había conseguido, Kazutora casi molesto le lanza un cojín a la cara mientras este se alejaba a la puerta.

— ¡Eres un idiota!

— No, solo soy tu idiota.

Curvilínea mantenía en belfos, marcando colmillos en ellas. No entendía aún que era lo que le ocurría pero Baji por cada segundo que pasaba más confundido le dejaba. Dejó que se marchara posando una mano en su pecho.

¿Qué era este sentimiento?

Sus ensoñaciones fueron detenidas cuando el de cabello negro le puso una caja en las manos. Sentándose a su lado, expectativo a cual reacción que le diera.

— ¿Qué es?

— Abre. Es la ropa que te pondrás hoy.

Sus ojos no se podían salir más de sus cuencas de asombró cuando abrió la caja y se encontró con el uniforme de la ToMan, saladas gotas de felicidad cayendo por sus mofletes sonrojados.

— Baji, yo. . .

Le acarició la cabeza, tomando de este para apoyarlo sobre su hombro. Queriendo reconfortarlo. Quería ayudarle a estar feliz por todo este tiempo que no habían estado juntos. Porque si. Baji se sentía culpable del todo el dolor de su amigo, después de todo nunca fue lo suficiente fuerte para negarle ir a robar ese día o lo suficiente valiente como para aceptar su parte de culpa. Quizás para Kazutora hubiera sido más fácil si pasaba ese infierno junto a su persona.

No siendo tiempo de lamentos besó cabello del chico de mechas teñidas.

— Venga, Tora. Mitsuya se va a enfadar si dejas la ropa que te preparó llena de lágrimas. Te dejare solo, estaremos abajo.

Cuando la puerta fue cerrada fue que empezó a cambiarse de ropa. Colocando sobre su anatomía el uniforme de la ToMan. Se sentía tan raro, tan irreal. Casi sentía asomarse de nuevo sus lágrimas sobre sus ocelos.

Respiró hondo, viéndose en un espejo que había en el armario de su instancia. Ante su reflejo aún solo veía un traidor, alguien que no lo merecía. Cerrando sus ojos por ello y sin nada más que decir, saliendo de la habitación para encontrarse con sus compañeros abajo.

— Bienvenido de nuevo, Kazutora.

Dijo un Mitsuya, feliz del trabajo que había realizado puesto que le quedaba perfecto como anillo al dedo. Baji sonreía colocando un brazo alrededor de hombros ajenos como solía hacer cuando eran más pequeños. Takemichi se escondía detrás de Mikey algo tímido y este último se acercó, esbozando una factible sonrisa.

— Tenemos reunión en la ToMan, el sexto fundador ha vuelto.

Todos estaban felices, sin saber que podría deparar sus futuros. Si esto era un sueño, sin dudas, esta vez no quería despertar. Esperaba que todo fuera a mejor ahora.

¿Por qué nadie iría a estropear su reciente felicidad? ¿No?

Entre sueños y alas rotas. BAJITORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora