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De mi infancia solo puedo recordar una mano levantada y a mi madre atemorizada.

Los recuerdos de esa época siempre habían sido sumergidos en su total oscuridad, ocultos en una capa superficial de felicidad.

Un padre que le pegaba por disciplina, unos falsos amigos que solo le usaban.

Hasta que una persona llegó a su vida, ahí fue cuando todo sin color volvió a brillar de verdad, con razón y seguridad. El chico que le dio la mano cuanto más lo necesitaba.

Su luz de la oscuridad, su refugio de la soledad. Así era Baji Keisuke para él. Su felicidad. Su todo. El único que podía arreglar los trozos rotos de su corazón.

"Si yo muero, ¿podrás ser feliz por mi? Baji. . . "

Fuera de su jaula sus alas abría, hacía el vacío se dirigía.

En ese momento fue que su memoria hizo crack, como sonido de que algo se rompía. Recordando y viendo todo lo que su vida había pasado, todo lo que acontecía.

Miles de imágenes pasaban a cámara lenta, ¿esa era la razón por la que quizás sonreía mientras esperaba su muerte merecida?

Recordaba el primer día que se conocieron, él era un niño tonto que buscando la amistad solo se encontró con la traición hasta que el chico pelinegro le hizo entrar en razón. Su cumpleaños había sido una mierda, pero este quiso hacerle feliz.

"Yo seré tu amigo sin ningún tipo de interés. "

Recordaba como tomó su mano, sus labios se habían curvado en una sonrisa y contagiado de la misma, pasó el mejor día de su vida. Como fueron a celebrar a su manera, a quemar coches. Fue divertido, quizás se pasaron pero sin dudas,  inolvidable.

Recordaba como fue hacía el chico que le engañaba, como le pidió que le diera el pendiente como regalo. Sobretodo como era que ese cascabel era el símbolo de su unión, él en el pendiente, el pelinegro en la pulsera. El símbolo de su amistad.

Todos los días a partir de allí era una ayuda para superar los que en su casa pasaba. Su cara de preocupación cuando le tenía que curar los golpes que le daba su padre, el como se tenía que ir a casa del nombrado para dormir una noche sin problemas y como su madre le trataba como si fuera su hijo también. Sin dudas ese era realmente su hogar.

Las risas y diversión no habían faltado. Un día le presentó a sus amigos, él tenía miedo. Miedo de ser traicionado. No le caían bien en principio, sobretodo Mikey, le recordaba a su padre. Tan altanero, tan seguro de si mismo.

Pero todo cambió cuando el día que quiso pelearse con una pandilla, fracasando. Al despertar vio a Kei a su lado, y a Mikey con todos derrotados. Este le miró, de nuevo alguien queriendo tomar su mano.

"Yo tomaré todo tu dolor. "

Ese día lloró, ese día encontró su lugar. Ese día ya no se encontraba solo. Por segunda vez en su vida, se alegró de estar vivo.

Recuerdo el día que dijiste que haríamos una pandilla donde todos nos íbamos a proteger los unos a otros.

"Si uno de nosotros resulta herido, todos lo protegeremos. Quiero una pandilla que sea uno para todos, y todos para uno."

Con aquella promesa crearon la pandilla Tokyo Manji o ToMan como todos le solían decir. Por fin tenía su lugar en la vida, era estar entre aquellos chicos, sus verdaderos amigos. Junto a Keisuke.

Hubo muchos momentos buenos a ellos, como su salida a la playa. Recordaba como todos se metían con la moto de Mikey, tan lenta.

Sobretodo recordaba el día que fueron a robar una moto por el cumpleaños de Mikey, todo fue su culpa. Podía darse cuenta ahora de eso, a instantes de sufrir una muerte dolorosa.

Nunca había tenido una infancia, nunca había tenido un cumpleaños en familia. Él no quería que pasará tristeza ese día, solo le quería hacer feliz. Así fue como aquel día todo se volvió de nuevo en penumbra cuando por miedo a que dañaran a su amigo atacó Impulsivo con el objeto que tenía en su mano a la persona que llevaba la tienda.

Recuerda su mirada, sus lágrimas, sus palabras. Era el hermano de Mikey. Todo se esfumó como las estrellas que estaban en el cielo en un día nublado.

Su mente colapsó, matarle, matarle. Era su culpa. Eso fue lo que quiso creer.

"No digas esas cosas tan tristes. Yo nunca me iré de su lado. "

Recuerdo como fuimos llevados, como asumí que todo era su culpa para que no fueras al reformatorio.

Recuerdo sus cartas, lo único que le hacía tener algo de fe. Lo único que le hacía sentir que no estaba solo.

Lo que no le gustaba recordar eran las voces y señalamientos. Asesino le decía. Pero él no podía, no podía. No lo soportaba, ahí fue cuando cambió.

Cuando salió, ya no era el Hanemiya Kazutora que todos conocían y ahí se alejó.

. . .

Pudo recorrer tanto recuerdos como malos recuerdos en los segundos antes de que dos manos tomaran sus hábiles, Mikey la diestra y Baji la izquierda. Habían corrido lo más rápido que pudieron cuando lo vieron saltar. Pero él no tenía fuerzas ya para seguir.

Desbordantes lágrimas se encontraban cayendo por todo su rostro mientras parecía que se iba a caer de verdad, los otros chicos lo intentaba subir pero era difícil. No fue hasta que se acercaron los otros chicos que fue subido entre temblores y mareado, susurrando "lo siento" una y otra vez. Ni siquiera escuchaba sus palabras.

— KAZUTORA NO VUELVAS A HACER ALGO ASÍ.

Baji gritaba, entre enfadado y asustado, entre triste y acojonado. Por un momento pensó que le perdía. Y eso era algo que no pensaba tolerar.

— Idiota yo no quiero que mueras, Kazutora.

Dijo ahora Mikey, entre todos decían algo parecido. Todos estaban preocupados por el de hebras rubias y negras.

Sumidos en un abrazo grupal, el llanto se podía escuchar como cigarras cantando a la tormentosa noche.

Baji pensaba en que tenía que sacar a Kazutora de Valhalla y volver a hacerle feliz. Mientras Kazutora pensaba en como podría hacer para cambiar ese futuro infeliz.

Lo que estaba claro es que ambos buscaban la felicidad del otro, eran como dos partes de un mismo rompecabezas.

Entre sueños y alas rotas. BAJITORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora