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Esta vez no quisieron molestar a Mikey, que seguramente seguiría con Takemichi a saber que cosas haciendo. Ya mañana tendrían tiempo de contarle lo que había pasado esa noche, omitiendo el beso.

— Creo que deberíamos ir a una habitación más alejada, Tora.

— ¿Hm?

La habitación donde estaban antes era bastante cercana a la de ellos dos, escuchandose algunos ruidos de extraña procedencia. Se había sonrojado, asintiendo con la cabeza, sería lo mejor. Por suerte había alguna más alejada, la que iba a usar Baji antes de su pesadilla.

— No sabía que ellos tenían ese tipo de relación. . .

Kazutora soltó antes de entrar a la habitación donde estarían esos dos esta noche, tumbandose en la cama ignorando que aún tenía la ropa del Instituto puesta. Estaba realmente cansado.

— Venga, Tora. No seas flojo.

Tomaría del hábil contrario para levantarle, visto lo visto le sería incluso eso difícil porque dejó su peso muerto para que no pudiera conseguirlo.

— No, no. . . Estoy bien así.

Kazutora tiró de Baji para que dejara de molestarle, acabando encima suya. Por un momento ambos chicos dejaron de respirar, aquella posición y situación era algo comprometedora.

El pelinegro colocó sus manos a ambos lados de la cabeza de Kazutora, con un brillo travieso ya sabía cómo hacer que él se cambiará de ropa para dormir más cómodo.

— ¿Acaso quieres hacer lo que nuestro amigo Mikey? Tora no sabías que te habías quedado con ganas de más.

Quería liberar también a parte de todo, la tensión que podría aún hallarse en el bicolor. Broma por ello había soltado, no esperando que le le diera con un cojín cercano. El rostro sonrojado de Kazutora era realmente dulce. Por ello quiso molestarle un poco más, metiendo manos debajo de la ropa del susodicho. Tocando la suave piel por los laterales del muchacho. Podía sentir como se estremeció ante sus caricias.

— K-Kei. . .

Baji sabía que jugar con fuego le haría quemarse, y ya el rostro de su amigo era demasiado tentador. Aprovechó que ya no estaba haciendo esfuerzo para levantarle que en un rápido movimiento, lo levantó para sentarlo en el borde de la cama.

— Podemos hablar de lo que ha pasado en otro momento, joder. No me mires con esa cara, me entran ganas de besarte.

Frustrado fue que Baji desvió la mirada, haciendo que se quedará algo confundido. Él ni podía ser interesante para el chico de los colmillos, él no era atractivo. Solo era uno más.

Tímidamente sin embargo aunque no tenía buenos pensamientos sobre su propia persona fue que le dejó un casto beso rápidamente separándose.

— Igualmente no tengo ropa para cambiarme.

Aún sin esperarse ese beso el chico con una sonrisa feliz fue al armario, donde sabía que su amigo Mikey les había dejado algo de ropa. En si un pijama para cada uno. Eran nuevos, se habían encargado de eso cuando había llegado desmayado.

— No esperaba eso. . . Bueno, gracias.

Ambos chicos empezaron a cambiarse, no era algo raro puesto que muchas veces en el pasado lo habían hecho cuando eran más pequeños. Pero quizás por lo que ha sucedido aquel día estaban brevemente con las mejillas pintadas de un rojo carmín.

Kazutora fue que se vistió torpemente y rápidamente sin querer poniéndose la camiseta del pijama al revés, por no querer ser visto o mirar al contrario. Cuando el pelinegro terminó y se dio cuenta, de que el de ojos ámbar no se puso bien la ropa fue que le ayudó a colocarsela bien.

— Idiota en que andas pensando. Pareces un bebé.

Le estiró la camiseta por encima de sus axilas para luego sacarla, y así colocarla como debería estar. Tomando ahora del chico de los muslos y cabeza, para tumbarlo.

Siendo tumbado y arropado, luego abrazado. Se sentía como si aquella no fuera a ser una noche de pesadillas, puesto que el que era su refugio estaba a su lado. Sus ojos empezaron a cerrarse, el día siguiente sería un día largo, le vendría bien descansar.

— Buenas noches, Tora. . .

Sabían que pronto tendrían que hablar de lo que había pasado, pero por ahora simplemente se centrarían a tener una buena noche sin pesadillas de por medio.

Entre sueños y alas rotas. BAJITORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora