Mis sospechas eran ciertas.Mi sexto sentido me lo decía.
Pude notar que él fue el primero de los dos en reconocer la presencia del otro. Ya que al tomarme el tiempo de analizar detalladamente su elegante forma de vestir y por último percatarme de quien se trataba, él ya tenía en su rostro una sonrisa altanera poco visible para los demás, pero no para mí.
Sus ojos me miraban fijamente, en cambio los míos lo miraban de una forma neutra, como si no me importara en lo absoluto el hecho de que fuera el hijo de los mejores amigos de mis padres.
—Hijo, te presento a nuestros amigos de la infancia, Alice y Gregory
El tal Zayed, se acerca a saludar a mis padres de una manera muy educada, dejándolos totalmente admirados.
Si supieran lo idiota y arrogante que es y como casi hace rodar a su hija como una pelota por las escaleras, no pensarían lo mismo de él.
Y ni siquiera se disculpo el muy imbécil.
—Zayed —lo llama su madre —Ellas son sus hijas. Te presento a Paulina, Massiel e Isabella —nos nombra en orden de edad. Al segundo ella vuelve a enfocar su mirada en mí para nuevamente guiñarme un ojo.
Hey señora, se va a quedar tuerta si sigue haciendo eso.
Dios mío, esta señora esta muy mal. ¿Emparejarme con su hijo?
Ni loca con este idiota.
Alégrate, al menos no es el pequeñito.
Preferiría mil veces al pequeñito que a este aborto de brócoli.
El muy arrogante, se acercó hacia donde nos encontrábamos nosotras para saludarnos. Primero empezó por saludar a Paulina con un beso en la mejilla, luego se acercó a Isabella, a ella la saludo con un beso en la mano, lo que causó que sus tiernas mejillas tomarán color —muy encantador él. Tarado—. Cuando se coloca delante mío, su estúpida sonrisa socarrona volvió a estar presente en sus labios.
Rodé los ojos ante su gesto.
Sin previo aviso, acerco su rostro al mío y pegando sus labios a mi oído susurro:
—Hola, Massiel —pronunció lentamente en un tono áspero.
Se acercó un poco más a mi rostro para depositar un beso en mi mejilla, sus labios descansaron sobre mi piel por unos segundos que se sintieron eternos, lo cual provocó que la furia se apoderará de mi cuerpo y tuviera que contener las inmensas ganas de empujarlo lo más lejos posible. Cuando al fin se alejo de mi rostro, a simple vista puede notar una sonrisa maliciosa asomarse por sus labios.
Aprieto los puños.
Este idiota me está sacando de mis casillas.
Si no estuvieran nuestras familias aquí presentes, ya le hubiese pateado sus putas bolas.
¡TREMENDO IMBÉCIL!
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Mientras mis padres y los del brócoli se encuentran en el jardín preparando la parrilla, Isabella jugando con Zarif y Paulina en el teléfono chateando, yo estoy muriendo del aburrimiento sentada en un sillón sin hacer absolutamente nada.
Busco en el bolsillo de mi casaca mi teléfono para jugar y así matar el aburrimiento, pero desafortunadamente no lo encuentro ahí, en donde se suponía que debía de estar.
Me levanto de un salto y con preocupacion comienzo a buscarlo en el sillón. Me empiezo a angustiar al no encontrarlo.
—¿Que buscas? —inquierió Pau, mirándome confundida.
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Te odio hasta el infinito y más allá
Romance-Así que soy un idiota, eh... -me susurra una ronca voz muy cerca del oído. Su fresco aliento choca contra la piel de mi cuello, haciéndome estremecer. No me cabe duda de quien pueda ser. Volteo hacia esa persona despreciable, encontrándome al imbé...