CAPÍTULO 14: DULCES SUEÑOS, LOCA

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—Se están... Besando.

Al escuchar esa voz nos separamos con una rapidez nunca antes vista.

Volteamos asustados y vemos que se trata de Zarif, quien nos está mirando sorprendido.

Si ya estaba roja de la vergüenza, creo que ahora me hallo fucsia. Volteo a ver a Zayed y me percató que también se encuentra como un tomate.

Me río por dentro al notar que se está empezando a poner nervioso.

Al menos no soy la única.

—¿Ustedes son nov...?  —lo interrumpimos antes de que termine de completar esa horrible frase.

—¡NO! —gritamos simultáneamente con los ojos muy abiertos.

¡Eso jamás! ¡Guacala!

—Oye, pequeño —Zayed se coloca a su lado —ya es tarde, vete a dormir —le habla despacio, despeinandolo y dándole suaves golpecitos en la espalda.

—Entonces ¿Por qué se estaban besando? —pregunta de forma inocente, ignorando olímpicamente lo que dijo su hermano mayor.

—Andas con sueño, Zarif, por eso te esta empezando a fallar la vista —intenta convencerlo con una pésima excusa, mientras a suaves empujones lo hace avanzar hasta las escaleras.

—¡No tengo sueño! Yo los vi, ustedes se estaban bes... —Zayed le tapa la boca con rapidez.

—Tú no viste nada duende, duermete ya —le exije. Carga a su hermano como un costal de arroz para empezar a subir las escaleras, mientras el pequeño ríe con diversión.

Así mismo quedo sola en la inmensa sala, sin ganas de seguir en esta casa.

Bueno, daré por perdida mi casaca.

Salgo de la casa y me subo al carro donde me esta esperando mi linda familia.

—¡¿Te tardaste una eternidad para nada?! —gritan enojados.

Ni tan linda.

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—¿Por qué tienes esa cara? —inquirió Diana sentándose a mi lado.

—Porque es la única que tengo.

—Sí, ya lo sé —rueda los ojos —Siempre andas espantosa, pero hoy te excediste —se burla de mí y yo la fulmino con la mirada.

Ella saca un pequeño espejo de su mochila y lo pone en frente de mi rostro. Miro en el mi reflejo y ¡Wow! Pero que cara tan desastrosa tengo, Dios mío...

A cualquiera asustaría con este aspecto, hasta podría salir con esta cara en halloween y ganaría el mejor disfraz más aterrador de la historia.

¿Y cómo no voy a tener tremenda cara espantosa? Si no dormí en toda la noche gracias a mi desgraciado cerebro que me recordaba una y otra vez la cercanía en la que estuve con el idiota. Y como Zarif se ganó con tal escena que hicimos. Que vergüenza.

Pensar hasta donde podríamos haber llegado si ese niño no hubiese aparecido.

Dios... No. No quiero ni imaginármelo, de solo recordar que nuestros labios tuvieron un poco de contacto, me vienen unas tremendas ganas de expulsar todo lo que comí esta mañana.

—¿Estas bien? —pregunta preocupada al ver que hice el amago de querer vomitar —¿No estarás embarazada? —suelta, abriendo los ojos asustada.

—Sí, del espíritu santo —respondo irónica, ella se encoge de hombros.

Te odio hasta el infinito y más allá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora