—¿Chica de mil nombres?Me sobresalto al escuchar esa voz masculina. De forma instantánea mis ojos vuelven a su lugar poniéndole fin a las muecas para enfocarse en aquella persona la cual se encuentra delante mío.
Oh, mierda. No puede ser.
Es lo primero que pienso al saber de quien se trata.
De tantos centros comerciales que existen en esta ciudad tuvimos que coincidir y precisamente en el momento que se me da por hacer muecas para nada femeninas. Increíble.
Con la vergüenza a flor de piel me levanto torpemente del piso, dándome de lleno con su altura, por lo cual no pude evitar comparar mi estatura con la suya.
Podría decirse que me lleva una cabeza, o tal vez un poco más, no estoy segura, pero lo que si puedo afirmar es que tiene la altura perfecta para mí.
DESPIERTA ESTÚPIDA.
Salgo de mi burbuja para volver a la realidad, una vergonzosa. Puedo notar como sus ojos caramelos me quedan mirando con extrañeza.
¿Y como no? Primero me encuentra haciendo muecas vergonzosas y ahora me he quedado mirándolo como una estúpida.
Golpecito mental.
—Hola —me apresuro en saludar con una sonrisa nerviosa muy poco furtiva, a diferencia de él que esboza una sonrisa perfectamente alineada y sumamente encantadora.
—Hola, chica de mil nombres —vuelve a llamarme como hace un momento.
¡Oh, mira, mira! Igual de creativo que tú al poner apodos. Los dos son tan "originales".
Callate...
Ya tienen algo en común.
Eso suena bien.
—Oha —dice una tierna voz.
Los dos volteamos a mirar a la pequeña. Noah se encontraba con los brazos estirados en dirección al castaño, mirándolo encantada y sonriéndole tiernamente.
Si que la pequeña sabe lo que quiere.
Sí... Ya veo.
Hey niña, es mio, eh... —la amenazo con la mirada, pero por obvias razones no logra entenderme.
Es una bebé, estúpida.
—Hola, linda —dice él, mirandola con ternura.
¡Oye! ¡Eso debió haberlo dicho a mí!
¿Es normal que le tenga envidia a una bebé?
¡Claro que no es normal, estúpida!
¡No te pregunté a ti!
—¿Ella es tu... hi... —rápidamente interrumpo su pregunta.
Que atrevido...
—No —rio incómoda —Ella es la sobrina de mi cuñado.
¿Por qué pensaría que es mi hija? ¿Debería sentirme ofendida?
Que te puedo decir... Te vio cara de señora.
—¡Ah! Perdón —con la palma de su mano se da un golpe en la frente avergonzado.
—No te preocupes —le doy una sonrisa afable.
Se ve aún más atractivo sin el uniforme de trabajo. Su vestimenta consiste en una casaca negra con capucha, combinado con una camiseta platinada y unos jeans negros rasgados que van a juego con sus Vans.
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Te odio hasta el infinito y más allá
Romance-Así que soy un idiota, eh... -me susurra una ronca voz muy cerca del oído. Su fresco aliento choca contra la piel de mi cuello, haciéndome estremecer. No me cabe duda de quien pueda ser. Volteo hacia esa persona despreciable, encontrándome al imbé...