CAPÍTULO 25: ¿Y ESTE QUIÉN SE CREE?

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¿Cuánto tiempo habrá estado ahí parado en la entrada de mi casa?

¿Nos habrá visto?

¿Habrá visto la cara de tonta que tenía al estar con Nathan?

Es muy probable que sí.

De seguro que en cuanto llegó a su casa se habrá burlado de mí el muy puto.

—¿En qué piensas? —pregunta Diana, sacándome de mis pensamientos, mientras agitaba su mano sobre mi rostro.

—O mejor dicho ¿En "quien" estará pensando? —le sigue Sami, hablando en un tono coqueto y con una sonrisa picara.

—En Nathaaan... —canturrea Lara, dándome hincones con su dedo en las costillas.

Hoy, lunes por la mañana, al llegar a clases, les conté todo lo sucedido con Nathan. Desde como mi hermana me obligo a acompañarla a comprar su ropa —que por cierto no les importo ni un poquito saber de mi desgracia y de una me mandaron a contar como fue que me lo encontré— hasta cuando Nathan me dejó en la puerta de mi casa, obviando la parte en la que Zayed apereció de la nada con cara de culo.

Al terminar de contarles, dieron un grito ensordecedor que provocó que todo el salón voltiara a mirarnos asustados y otros aturdidos. Y no sólo eso, sino que hicieron que la profesora que se encontraba durmiendo plácidamente en su escritorio, se levantara aterrorizada y saliera corriendo del salón.

Pobre anciana.

Nos llevamos una reprendida tremenda por parte de la directora. Nos advirtió que si volvía a suceder lo mismo, nos castigaria haciéndonos limpiar por completo el colegio.

Sid se paso de loca.

Les doy una mirada amenazante al recordar lo sucedido.

—Vuelven hacer un escándalo como el de la mañana y seré yo quien les meta un lapo en la cabeza a cada una —las tres ríen por lo bajo para que el profesor que se encontraba de espaldas escribiendo en el pizarrón no nos escuchara.

Después de un buen rato la campana suena, queriendo significar que la hora de refrigerio acaba de empezar.

Subimos al comedor con la intención de sentarnos donde siempre, sin embargo, esta vez la única banca estaba ocupada por un grupo de chicos, un grupo en el que se encontraba riendo el tarado de Zayed.

Él sentado en el centro, como un líder, rodeado de su grupito de amigos. A su lado se encontraba una chica de cabello castaño y tes pálida como la de un vampiro, la cual acariciaba los sedosos rulos azabaches de él, o mejor dicho, trataba de acariciarlos, ya que él con un pequeño golpe intentaba alejar su pálida mano, lanzándole miradas de advertencia.

Al voltearse, su mirada conectó con la mía. Quise desvíar mis ojos, no obstante, captaron como en sus labios se dibujaba una sonrisa socarrona.

Al notar eso, no lo pense ni dos veces y de una lo desafíe con la mirada. Él no se quedó atrás y me imitó. Cuando noté que desvió su mirada, me hizo creer que yo había ganado este reto, pero rápidamente me di cuenta que no había sido así. Se volteó para mirar a la vampira, subió lentamente su mano hasta llegar a su rostro y acarició su pálida mejilla. Volvió a poner sus ojos en mí, su mirada era maliciosa. Aprovechó que tenía mi total atención para guiñarme el ojo y nuevamente voltear su cabeza para enfocar su mirada en ella, mientras se acercaba peligrosamente a su rostro.

¿Qué mierda?

¿Qué fue eso?

Decidí no darle tanta importancia y fui directo a donde se encontraban las chicas.

Te odio hasta el infinito y más allá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora