Han pasado veinte días y Wanyin no ha salido del Hanshi. No se le permitió a nadie más entrar a su habitación. Lan Zhan era quien se encargaba de llevar sus alimentos y mantener su higiene impecable. Sin embargo, sólo podía acercarse para hacer sus deberes.
Es casi, como si estuviera preso. El dolor en su vientre sigue siendo severo, sin embargo, no le impide ponerse de pie cuando sus músculos se sientes entumecidos. Puede dar algunos pasos a lo largo del Hanshi, tarareando contento mientras su hija lo mira con esos ojos curiosos. Pero no puede salir sin la autorización del Rey.
Se le ha cortado toda comunicación con Huaisang, con Wen Qing e incluso con los curanderos. Algunas tardes, es Lan Qiren quien entra y revisa su herida, asegurase de que está sanando correctamente y después salir sin decir ninguna palabra.
Es confuso. Puede ver la duda en su mirada cuando se dirige a su hija, pero también puede ver un poco de arrepentimiento. No es que lo aprecie, sin embargo, es extraño ver al mayor mostrar más que odio y envidia.
— Tienes hambre, Baobei? — sonríe de lado a lado cuando siente la boquita de su pequeña buscar su pecho hinchado de leche. Algo tiene de bueno esa pequeña prisión y es que puede disfrutar de un momento íntimo con su hija.
No hay nadie que lo moleste, que lo mire y lo interrumpa.
Simplemente ellos dos y nadie más.
Se sienta sobre la cómoda cama, recargando su espalda en la base. Sin pena deja deslizar su túnica interior para mostrar su ya no tan plano pecho. No son como los de una mujer, pero ciertamente están más abultados, adoloridos y sensibles.
Había escuchado ha varias mujeres quejarse del dolor al amamantar a sus pequeños, sin embargo, no pensó que fuera cierto. No quiere imaginar cuando salgan sus primeros dientes.
— Tranquila... Hay suficiente para llenar tu pequeño estómago, mi amor — Lan Xiang se aferra con fuerza a su pezón, bebiendo con ganas y peleando contra el alimento que se niega a salir con facilidad. Wanyin se ríe cuando ve una ligera queja en su bebé, que parece no disfrutar de que la allá alejado un poco para acomodarse mejor —. Sé paciente, mi pequeña, no iré a ningún lado.
En cuanto la vuelve a acercar a su pecho, ella inmediatamente bebe con ganas. Apretando sus pequeñas manos a la piel sensible a la que se puede aferrar.
Ella lo mira con esos ojos tan característicos. Es raro que permanezca tanto tiempo despierta, pero aprovecha esos momentos para mirarla con cariño. Sabe que hay una posibilidad de que su color de ojos cambie con los años, pero le encanta ver a Lan Xichen en esa dorada mirada.
También lo hace anhelar verlo de nuevo. Abría amado estar acompañado del Lan en aquel doloroso y hermoso día, sin embargo, comprende que por razones de vida o muerte no había podido acompañarlo.
Pasan ocho noches más y no sabe nada de él. Teme qué Lan Qiren descubra que Xichen es el verdadero padre de su hija, no poder verlo de nuevo, reírse de sus malos chistes y mostrarle a su hija. A veces duele pensar en que su despedida fue un simple volveré pronto.
Lan Xichen se lo había dicho, él estaba seguro de que son compañeros. Wanyin no sabe qué pensar. Es verdad que siente cierta conexión cómoda con el Lan, pero en la situación que se encuentran, cualquier sentimiento puede ser confundido con otra cosa.
Trata de no pensar en ello porque su aroma se vuelve agrio, su pequeña hija parece conocerlo tan bien con tan sólo algunos días en sus brazos, siempre llora cuando él no puede retener las lágrimas por la noche, lo mira con la curiosidad de un alma joven cuando se pierde en sus pensamientos, lo acompaña en los momentos felices y por ahora, es el recuerdo del qianyuan que desea ver pronto.
ESTÁS LEYENDO
El Concubino Del Jade
FanfictionCuando te encuentras bajo el yugo del hombre que te arrebató de los brazos de tus padres, la única alternativa que te queda es seguir las órdenes. Sin embargo, para un kunze como Jiang Cheng, las cosas solo van empeorando cuando se ve involucrado c...