Capítulo 5: Rebelion

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⚠️ Sexo no consensuado ⚠️

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Puede decir que es el maldito peor día de su miserable vida. Se despierta muy temprano por los gritos, llantos y ruegos de una mujer.

Se asoma levemente por la puerta y puede ver que es arrastrada por su cabello, completamente desnuda. Detrás otro guardia arrastra a un eunuco. Ambos son apuñalados en medio de la explanada. Por la desnudez de ambos, puede suponer que fueron descubiertos en medio de una revolcada.

Su día no mejora, tanto él como Huaisang ahora tiene que dar la mitad de sus alimentos al Jin, quien lucha por esconder su vientre de cinco meses debajo de túnicas holgadas. Siente su estómago chillar por la acción, pero realmente no puede hacer nada.

Wei Ying ha tenido la amabilidad de mandarle semillas de loto con Lan Wangji, son pocas, pero las suficientes como para apaciguar la ira de sus tripas por algunas horas. Distrae la mente para no pensar en el hambre, puede notar que cada día los surcos de sus costillas son más notables y los moretones aparecen por cualquier torpeza.

A veces va a la zona establecida donde bordan las telas del rey, Huaisang y Guangyao usualmente están en donde pintan paisajes o retratos del Rey. Él nunca fue una persona del arte, cuando había querido aprender a tocar el guqin, simplemente rompió las cuerdas, cuando sopló en la flauta, sonaban más como alaridos que melodías.

Por mucho tiempo se lamento no ser un kunze adecuado, a veces los otros niños del reino le decían que nunca se casaría y que ningún qianyuan querría marcarlo. Lo había superado después, cuando vio a aquel kunze de la guardia real blandir su espada con tanto orgullo, derrotar a todos por igual para demostrar su valía.

Tenía sangre de guerrero, eso le había dicho su madre y lo creía firmemente. Lo había demostrado entrenado hasta que se hundió en la sensación de su sudor bañando su piel y tornandola pegajosa, hasta que sus pies sangraron y sus brazos no pudieron blandir más la espada, hasta que tuvo que vómitar por el dolor del cansancio, hasta que dormir por las noches no era suficiente para calamar su cuerpo.

Sus dedos se cansaron rápidamente tratando de tomar las agujas e hilos caros, demasiado meticuloso y cansado como para gastarlo en telas que algún día se pondrá el Rey. Salió del salón y vio los solitarios caminos, cada vez había menos concubinas y eso le empezaba a preocupar.

Pronto sería la hora de la merienda y nunca se había sentido tan ansioso por probar aquella insípida y mal oliente comida. Primero tenía que llegar a su habitación y escribir la carta que iba destinada a Wei Ying.

Nunca llegó, a pasos de su puerta sus ojos fueron cegados con una tela y manos tomadas con fuerza. Quiso gritar pero le habían tapado la boca, sintió que lo arrastraban con poca delicadeza, al final, el fuerte aroma a roble le indicó donde estaba.

— Ese truco ya no funciona conmigo, Jiang Wanyin — Qiren sonrió cuando le quitaron la venda de los ojos, a sus lados, dos guardias con la nariz tapada se mostraban orgullosos —. Pueden irse — ambos hombres asintieron y los dejaron solos.

Se sintió humillado, el trapo entre sus dientes estaba tan apretado que no podía quitarlo, y Lan Qiren estaba cada vez más cerca. Gimió de dolor cuando lo tomó de un brazo y con sólo un movimiento lo lanzó a la cama.

Por más feromonas que lanzaba no podía ver ningún cambio en el contrario, empezaba a sentirse inseguro.

Siguió lanzando los golpes más fuertes que pudo, pero no podía compararse con la fuerza de un qianyuan tratando de reclamar a un kunze. Su ropa fue rasgada prenda por prenda, algunas dejaron marcas de lo fuerte que fueron jaladas.

El Concubino Del Jade Donde viven las historias. Descúbrelo ahora