3. Boleto 250

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Salí de la habitación del hotel temprano, había conseguido donde quedarme en un hotel cercano al lugar donde se organizaría el concierto, pero no quería llegar tarde por confiar en la cercanía del lugar.

Caminar por las calles de Busan me relajaba, sólo las había visto desde el street view de google maps, pero ahora estaba ahí en vivo y a todo color, había algo en la sensación de saber que nadie te conoce y nadie sabe tu nombre que me brindaba una paz inefable.

Eran calles nuevas para mi, no tenían escritas las veces en que corrí calle abajo mojándome hasta las zapatillas porque nadie había venido a recogerme a la escuela, o las veces que me topaba con los bullies de la escuela antes de entrar y tenía que darles mi dinero para el almuerzo antes de que me rompieran un hueso.

Tan sólo podía escuchar sonidos cotidianos, la televisión de una sala familiar transmitiendo un programa de comedia, palillos chocando contra la cerámica en una cena familiar, risas y gritos de regocijo en la habitación compartida de dos hermanos. Nunca me paraba a admirar esos sonidos tan mundanos cuando estaba en casa, comúnmente porque mi propio hogar no emitía esos sonidos inocentes y llenos de amor; yo más bien estaba acostumbrada a los gritos de las peleas, gemidos ahogados y cosas rompiéndose.

Pero sin importar ese detalle personal, me dediqué a admirar esas cosas mundanas que ahora podía ver y escuchar de camino al concierto. Cuando llegué al recinto me topé con una larga fila, la gente ya estaba comenzando a llegar temprano para ocupar sus lugares.

Frente a mi había una chica de cabello castaño, un tono lleno de luz a diferencia de mi obscuro cabello negro. Vestía cómodamente con un pantalón blanco y una sudadera rosa pastel, olía a flores y a sandía. Cuando se dio la vuelta me sonrió inmediatamente y me saludó emocionada.

—. ¿Eres de por aquí?—preguntó con ese tono satoori, me resultaba lindo viniendo de su voz y un poco divertido por la emoción con la que lo preguntó.

—. No, yo vengo de Seúl.—contesté devolviéndole la sonrisa.

—. ¿De verdad? ¿Cómo es Seúl?

No quería decirle como se veía Seúl para mi; una ciudad sucia, con olor a azufre y luces neón por doquier. No era la misma imagen que probablemente tendría cualquier otra persona.

—. Es linda. Pero me gusta más Busan.—le dije evadiendo la descripción de mi ciudad natal encogiéndome de hombros.

—. A mi me encantaría ir.—me observó fijamente y entonces soltó una pequeña risa—. No te he preguntado tu nombre.—solté una risa como respuesta también. Yo tampoco sabía su nombre.

—. Tienes razón. Me llamo Ji Eun.—hice una pequeña reverencia hacia ella—. Park Ji Eun.

—. Qué lindo nombre. El mío es So hyun, Kang So hyun.

—. Gusto en conocerte, So hyun.—ella volvió a sonreírme, contagiándome en el proceso.

—. ¿Qué número es tu boleto?—preguntó repentinamente. Saqué el pase del bolsillo de mi pantalón donde estaba guardado y lo leí en voz alta.

—. Trescientos noventa y cuatro.—dije con simpleza—. ¿El tuyo?

—. Doscientos cincuenta.—hizo una mueca mirando el boleto en sus pequeñas manos.—. Tenía la ilusión de que estuviésemos juntas.

—. Podríamos vernos al salir del concierto...—mencioné alzando un poco la voz, me había emocionado, hasta que la vi alzando sus cejas levemente—. Bueno, si tú quieres...—murmuré bajando mi tono y mirando las puntas de mis zapatos.

—So hyun volvió a reírse, con su armoniosa y suave voz—. Claro que sí...—eleve mi vista para verla, mantenía esa bonita sonrisa que hacía que sus ojos se viesen abultados.—. Vamos, no hay que perdernos.

A Black Rose ; K.thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora