16. La pesadilla

71 9 0
                                    


El chofer que había traído a Taehyung se fue, Sang sik continuó con su labor de cortar los arbustos del jardín y me susurró que me fuera con Taehyung, yo le hice caso y tomé su mano para entrar a la mansión. Subimos las enormes escaleras juntos, mi mano izquierda sostenía la rosa negra y su cúpula y la izquierda sostenía la mano de Taehyung. Nos detuvimos frente al estudio.

Sin darme cuenta había tragado mi saliva nerviosa, probablemente él lo notó porque me miró a los ojos dulcemente. Antes me habría mirado con sus penetrantes ojos como si quisiera matarme, y yo me habría alejado inmediatamente antes de siquiera pensar en intentar entrar a su estudio. Pero esta vez, sus ojos eran una invitación.

Me quitó de las manos la cúpula, para que yo misma abriera las puertas del estudio. Yo posé mis manos sobre las manijas de las puertas y las abrí. A pesar de mi ya larga estadía aquí, pocas veces había entrado al estudio de Taehyung, la primera vez que lo hice me había fijado en tantos detalles como pude.

Taehyung dejó la rosa sobre su escritorio y acomodó el tocadiscos a un lado del sofá, todavía recordaba esa parte de la habitación. Sacó un vinilo de su colección y lo colocó para posteriormente poner la aguja sobre el borde del disco. Una melodía alegre comenzó a brotar del parlante del tocadiscos. Era igual de vieja que muchas de las cosas de la casa. Taehyung se sentó sobre el sofá y extendió su brazo hacia mi para que tomara su mano, él me jaló ligeramente y después palmó sus muslos levemente con sus manos.  Me sentó sobre su regazo, con el tocadiscos a un lado, me dediqué a observar su estudio de nuevo; junto a mi, Taehyung comenzó a cantar la canción que sonaba del vinilo.

—. Every Friday...on the farm, it's rabbit pay day, so every Friday that ever comes along...I sing this little song...run, rabbit. Run, rabbit, run, run, run.

Sonreí levemente observando el entusiasmo de Taehyung al cantar, parecía como si la canción tuviese como público objetivo un público infantil. Aún con la cruel y bizarra letra, Taehyung tarareaba como si de un infante se tratara.

Me incliné sobre él para abrazarlo, pasé mis brazos alrededor de sus hombros y descansé mi cabeza sobre la suya; Taehyung también había rodeado mi cintura con sus brazos y se aferraba a mi sin dejar de cantar, esta vez en un volumen más bajo debido a la cercanía que tenía con mi rostro. Sólo se detuvo un momento antes de chocar su nariz con la mía y besarme.

Cada vez que Taehyung me tocaba lo hacía con delicadeza. Era siempre una caricia amorosa, como si tuviera miedo de romperme al posar sus manos sobre mi. Desde la forma en que rozaba mis labios suavemente con los suyos, hasta la forma en que tomaba mis manos.

Taehyung me tocaba como sólo se pueden tocar las flores, con adoración y miedo a que se arruguen y se marchiten para siempre. Completamente contraria a la forma en que mi padre lo haría. Siempre tenía las manos ásperas, en invierno se sentían como un hielo, en verano como una antorcha, y su forma de agarrarme sólo se podía comparar con como tomarías un pedazo de carne para comértelo.

Me hacía recordar a cuando hablaba con las chicas de mi clase. No era usual tocar el tema, pero de vez en cuando hablaban sobre los chicos con los que se habían acostado, o con los que se querían acostar. Describían lo que les hacían, lo que les gustaba que les hicieran y lo que deseaban que alguien les hiciera. Los lugares donde querían tener sexo y donde ya lo habían hecho. Y yo siempre me quedaba callada. Prefería decirles que era virgen y que no me preguntaran nada. Aunque no lo era en realidad, una o dos veces, había tenido sexo con ex compañeros que me topaban en la calle y decían que me había vuelto atractiva. Cuando regresaba a casa mi papá parecía ya saberlo, como si pudiera olerlo.

Probablemente sí podía. No se qué tan reconocible es el el olor del semen de otro hombre.

Fuera como fuese, dentro de las muchas fantasías que había escuchado de parte de mis compañeras, había una gran variedad de comportamientos que cabrían dentro de la violencia. Por lo que ellas mismas describían, ellas querían un hombre que las tomara del cuello mientras follaban y les susurrara al oído insultos desagradables. No me sorprendía de ninguna forma, supongo qué hay una conducta animal en el sexo, y cuando has tenido demasiado sexo vainilla debe haber un cierto aburrimiento eventualmente.

A Black Rose ; K.thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora