8. Exploración

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Me quedé un momento sola en la habitación nueva. La observé un poco más de lo normal, todas las habitaciones parecían ser iguales a excepción de su ubicación en la mansión. Todas con camas enormes cubiertas en edredones suaves  y sábanas de seda, en caso de tener ventanales estos poseían cortinas pesadas y largas de terciopelo y las paredes tenían un papel tapiz con distintos patrones. Todas contaban con un closet de madera amplio y en los techos había un candelabro principal y luces pequeñas pegadas a las paredes similares a los faroles de las calles.

Eran extremadamente amplias, igual que la exageradamente grande mansión a la que pertenecían. Cada vez que analizaba y me paraba a ver estos detalles no podía dejar de pensar la razón detrás de tanta excentricidad. Y tampoco dejaba de pensar en cómo se veía todo lo demás de la casa.

Así que me dicidi finalmente a salir de la habitación y recorrer la mansión de pies a cabeza. Primero exploré el piso donde me encontraba, el segundo de tres. Eran cuatro pasillos acomodados a forma de cuadro y en el vacío que formaban podías observar el piso de abajo. El techo era común, blanco y contradictoriamente minimalista al estilo neoclásico de la mansión y en su centro colgaba otro candelabro lleno de cristales que reflejaban la luz del foco principal a toda la casa.

Impresionante, porque con tanta luz todavía podía sentir la oscuridad colándose por todas partes.

El segundo piso era sencillo, me interesaba un poco el tercer piso, pues el lobby ya lo había explorado un poco. Subí por las escaleras hacia el tercer piso, me encontré con una gigantesca puerta, no estaba cerrada y para su tamaño no era tan pesada como creí. Cuando la abrí me encontré con un santuario mejor que todo lo que ya había observado.

El tercer piso era un baño, pero no era cualquier baño, no sólo porque ocupaba todo un tercer piso sino que el recinto estaba cubierto de naturaleza. Un cuarto gigantesco con paredes de mármol blanco, el techo era de cristal dejando entrar la luz adecuada y lleno de plantas tropicales, funcionaba como un invernadero; y en el centro se encontraba la regadera. Un círculo rodeado por columnas corintias y en el centro, varias regaderas, debajo de ellas había una tina extensa.

Suspiré. Salí del baño y baje hasta el lobby, me dirigí al gran salón de la mansión, igual de grande, igual de excéntrico, igual de lóbrego a pesar de tantos ventanales y tantos candelabros.

En la vasta extensión de la mansión, sentía un vacío, podría estar llena de cosas ostentosas y en sí misma era un lujo exorbitante, pero algo que no lograba comprender era su tamaño. No es que no lo entendiera del todo, Kim Taehyung es un artista millonario, hijo de un padre millonario, una mansión semejante no es extraño viniendo de ellos. Pero para un sólo habitante y su sirviente, tantos cuartos para huéspedes parecen...una burla.

Me preguntaba incluso si la inmensidad se comía vivo a Taehyung como la oscuridad lo hacía conmigo.

En cuanto levante mi mirada para ver hacia el jardín principal y la reja que rodea la mansión, me di cuenta de que mientras exploraba la casa no me había percatado de una sola cámara de seguridad. No la había escuchado moverse mientras seguían mis movimientos, no las percibí en ningún momento mientras vagaba por los pasillos. Nunca encontré un solo cuerpo tecnológico entre todas las antigüedades de la casa, ni siquiera una cámara ni un teléfono.

¿Eran una mentira? ¿Me dijo eso para que no escapara? ¿Creer que no puedo escapar me habría hecho quedarme quieta? ¿Eso pensaba?

Sólo había una forma de comprobarlo.

Paseé mi mirada por la inmensa sala de estar y al no encontrar nada comencé a caminar de nuevo hacia el lobby, frente a mi estaba la puerta de entrada y varios metros afuera en el césped, la puerta de la reja y todavía más allá...mi libertad.

A Black Rose ; K.thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora