18. Alucinaciones

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No pude dormir tranquila.

Y no por las pesadillas donde aparecía mi padre, o mi imaginación ilustrándome imágenes de Taehyung siendo abusado por su padre. En realidad, era el mismo Taehyung quien me aterraba de un momento a otro.

Él mencionó que la habitación escondida solía contener las armas de su padre que utilizaba para cazar, posteriormente se convirtió en un cuarto de castigo y supongo que después de su muerte, Taehyung quitó todo y cerró el acceso ocultándolo con el papel tapiz.

Mi inquietud venía del hecho de que nunca mencionó si se había deshecho de las armas de su padre. No quería desconfiar de él, es lo que más adoro en este momento pero, Taehyung no parece el tipo de persona que se dedique o le apasione la cacería, más bien tiene la pinta de que su propio maltrato le haría destruir las armas, pero...

Taehyung mató a un chico con un rifle frente a mis ojos.

Si no se deshizo de las armas, debe guardarlas en un lugar y ese lugar no es el cuarto donde su padre las solía guardar. Pensaba entonces que, si Taehyung conserva aún las armas de su padre, estas deben estar en un lugar igual de escondido que el cuarto que me mostró.

Y debía encontrarlas antes de que él se diera cuenta de lo que estoy pensando.

—. ¡Vete de mi maldita casa!

Di un salto sobre la cama. Taehyung no estaba a lado mío, y el grito que acababa de escuchar venía de la cocina, seguido del estruendoso sonido de varios platos rompiéndose. Me levanté inmediatamente y me vestí con lo que encontré en el suelo. Salí al pasillo a ver qué pasaba y giré para entrar al comedor.

Sang sik ya había acudido a la escena, igual de perplejo y asustado que yo, pues lo que habíamos encontrado no tenía nombre. Taehyung estaba en el suelo del gran comedor, vestido apenas con un pantalón y su albornoz de seda, con una mueca de horror impregnada en su rostro, gritando y temblando de miedo, tratando de alejarse y lanzarle cuantos objetos se le pusieran en frente...a una figura completamente invisible.

De su grave voz provenían insultos que jamás había escuchado, contenía tanto enojo, miedo y tristeza dentro de sus alaridos que no podía dejar de verlo ni de escucharlo. De cómo se retorcía en el suelo llorando, suplicando que aquella aparición desapareciese.

—. ¡Quítate la puta máscara, bastardo de mierda!—gritó fúrico lanzando al aire uno de los cuchillos sobre la mesa para el desayuno.

El cuchillo voló a lado de mi mejilla. Y terminó clavándose en el muro detrás de mi. Sentí como si mi corazón se hubiese detenido un minuto, al darme cuenta de que Taehyung pudo haberme lanzado un cuchillo directo al ojo por accidente. Cuando giré mi cabeza para ver a Taehyung, Sang sik ya había actuado.

Sostenía sus hombros con firmeza y lo inmovilizó con una inyección, poco a poco, Taehyung dejó de gritar, de moverse, de pelear y de llorar; se durmió. Y yo seguía mirando al mismo punto donde él aparentemente veía a alguien, cuando en realidad no había nada.

—. Ji Eun-ah...—me llamó Sang sik. Volví a verlo, sin quitar la confusión de mi rostro, y a punto de soltarme a llorar por lo que había visto.—. ¿Estás bien?—asentí débilmente. Me acerqué a donde estaban los dos y me eché al suelo para tomar la mano de Taehyung—. Ayúdame a llevarlo al cuarto.

Yo obedecí, entre los dos cargamos a Taehyung y lo llevamos a su habitación. Lo arropé con las sábanas y acaricié su mejilla antes de salir del cuarto y regresar al comedor con Sang sik. Estaba tan asustada que sentí el corazón en mi mano.

—. ¿Sang sik, que mierda fue eso?—pregunté alterada colocando mis brazos en jarra. Él suspiró sentándose en una silla del comedor y me miró como si mi pregunta hubiese sido lo más tonto del mundo.

A Black Rose ; K.thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora