12. Agridulce

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No había nada.

La policía había acudido al hotel hace unos minutos, Jimin había revisado las cámaras de seguridad junto con los empleados, estas mostraban la llegada de Ji Eun al hotel, al día siguiente cuando se fue al concierto, dos horas después regresó por todo su equipaje y volvió a irse. No había nada más después de eso. Ji Eun había desaparecido y nadie tenía idea de a donde ni por qué.

Algunos oficiales tomaban la cinta como evidencia, otros hablaban con los empleados buscando información y uno de ellos hablaba con Jimin.

—. ¿Nunca le mencionó algo sobre irse? Ya sabe, antes de venir a Busan. Muchos adolescentes huyen de casa a la primera oportunidad que tienen.—dijo el policía enarcando una de sus cejas, Jimin frente a él temblaba como un pequeño cervatillo y mordía sus uñas con ansiedad ante la idea de su hermana estando perdida.

—. Ji Eun no haría eso.—y ante su respuesta, el policía le miró incrédulo—. Yo se que no parece así, pero conozco a mi hermana. Es una niña calmada, estudia toda la tarde, nunca sale a ningún lado sin avisar.—exclamó Jimin en un brote de nerviosismo—. Ji Eun no escaparía porque si hubiera escapado...—suspiró—, me lo habría dicho.

—el oficial respiró pesadamente y rascó su nuca sin despegar su mirada de Jimin, todo lo que le dijo no lo estaba llevando a la respuesta de donde estaba Ji Eun, al contrario, reforzaba la idea de que la chica escapó—. Señor Park...¿cómo es la relación de su hermana con sus padres?

Jimin recordó la conversación que tuvo con su madre antes de venir a Busan a buscar a Ji Eun, no le interesaba mucho si regresaba o no, su padre no había dicho palabra. Pero eso no era malo, ¿o sí? Le estaban dando libertad, ¿qué tenía de malo que se quedara unos días más?

Pero cuando intentó recordar algo que le afirmase que Ji Eun tenía un vínculo con sus padres, no llegó a nada. Una caricia, una sonrisa, un comentario que le recordará que sus padres querían a Ji Eun tanto como lo querían a él. Nada.

Así que apenado, se encogió de hombros y desvió su mirada del oficial—. Como todos los hijos se llevan con sus padres...

—. Claro, ¿entonces puedo saber por qué ha hecho usted la denuncia y no sus padres?—Jimin no pudo contestar—. ¿Su hermana venía acompañada de algún amigo al concierto?

—. No, Ji Eun no tiene amigos, porque...—dejó de hablar, su mirada se quedó perdida en un punto ciego, ya lo entendió, ya había descubierto el hilo negro.

Sus padres no se sentían preocupados por Ji Eun, no tenía en nadie en quien confiar más que en Jimin, no tenía amigos que la acompañasen a hacer nada. Y cuando lo supo, ya no era tan descabellada la idea de que Ji Eun haya huido de casa.







—. Supongo que te han agradado mucho los jardines, ¿no es así?

Me giré para mirarle y asentí con mi cabeza, era verdad que me alegraba un poco más cada vez que salía al jardín, el aire fresco, la ligera ventisca de esta época del año en verano, el olor de la tierra después de la lluvia y los pequeños rayos de Sol en la muerte del día.

—. ¿A ti no?—pregunte ladeando mi cabeza—. Nunca te he visto en esta parte de la casa, sólo cuando hablamos ese día...

—. No es porque no me agraden.—respondió Kim paseándose por los arbustos y acariciando sus hojas con sus largos dedos—. Pero disfruto más de estar afuera en primavera, una vez que se ha pasado, me encierro en la mansión.—explicó arrancando de los arbustos las hojas que se veían maltratadas o secas—. Odio el frío.—bueno, debía agregar eso a la lista de cosas que sabía de Taehyung—. ¿Qué color te gusta más a ti, Ji Eun?

A Black Rose ; K.thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora