CAPÍTULO 19

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Capitulo 19: un respiro

—Veo que tienes buena memoria —dijo ella, con una sonrisa.

—Como la de un elefante. Venga, ábrelo. Sabes que te mueres de ganas por hacerlo.

Sakura miró fijamente el paquete y suspiró.

—Nunca me he podido resistir a nada que vaya envuelto en papel navideño.

Rasgo el elegante envoltorio y abrió la caja. Al ver lo que había en su interior, contuvo el aliento. Eran unos pendientes de Esmeralda, que parecían parpadear desde el interior aterciopelado del estuche.

—Me recordaron a tus ojos, verdes, brillantes y exquisitos. Me pareció un crimen que le pertenecieran a otra mujer.

—Son muy bonitos. Muy bonitos, de verdad —murmuró ella—, pero no tendrías que haberme comprado nada. Yo...

—A pesar de que no debería haberlo hecho, te alegras de que haya sido así —afirmó él.

—Sí, así es. Ha sido un gesto muy hermoso. No sé cómo darte las gracias.

—Yo sí... —afirmó él. Entonces, hizo que Sakura se levantara de la butaca y la rodeó con sus brazos—. Esto servirá perfectamente.

Los labios de Neji rozaron los de ella. Tras un momento de duda, la joven respondió, aunque se decía que sólo era para mostrarle su gratitud por el regalo. A medida que el beso fue durando un poco más, se olvidó de la gratitud. Cuando Neji apartó la boca, Sakura, como presa de un sueño, trató de apartarse del cálido círculo de sus brazos.

—Hay dos pendientes, dos besos...

Una vez más, la boca de él afirmó su posesión, en aquella ocasión con más insistencia. El cuerpo de Sakura pareció fundirse con el de Neji. Le rodeó el cuello con los brazos y le enredó los dedos entre el pelo. Estaba perdida en un mundo de sensaciones en el que la única realidad era el tacto de la boca de Neji contra la suya y el modo en el que su firme cuerpo se fundía con la suavidad del de ella.

Cuando por fin separaron los labios, Neji la miró con los ojos oscurecidos por la emoción.

—Es una pena que sólo tengas dos orejas —dijo con voz ronca. Entonces, se dispuso a besarla una vez más.

Sakura apoyó la frente contra el pecho de él y trató de recuperar el aliento.

—Por favor, Neji —susurró tras colocarle las manos sobre los hombros—. No puedo pensar cuando me besas.

— ¿No? —susurró él. Suavemente, le revolvía el cabello con los labios—. Es muy interesante —añadió. Entonces, le colocó la mano sobre la barbilla y la obligó a mirarlo—. ¿Sabes una cosa, Sakura? Acabas de admitir algo muy peligroso. Me veo tentado a aprovecharme de la ventaja que tengo. Sin embargo, esta vez no lo haré.

Cuando la soltó, Sakura tuvo que contener el impulso que lo llevaba hasta él. Neji se acercó a la mesa, se terminó el whisky y se puso el abrigo. Entonces, desde la puerta, se volvió y le dedicó una de sus encantadoras sonrisas.

—Feliz Navidad, Sakura.

—Feliz Navidad, Neji. —susurró ella justo cuando la puerta se cerraba tras él.

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El aire era fresco y vivificante. Llevaba el limpio y puro aroma de su hogar. El cielo era de un azul brillante y estaba completamente despejado de nubes. Sakura se acercó a la granja y, durante un momento, se dejó llevar por los recuerdos.

—Kizashi, ¿por qué has dado toda la vuelta? —preguntó Haruno Mebuki desde la cocina. Entonces, salió al porche mientras se limpiaba las manos en el blanco delantal— ¿Sakura?... —susurró, al ver a su hija—. ¡Qué sorpresa!

Sakura echó a correr y abrazó a su madre.

—Oh, mamá, me alegro tanto de estar en casa...

Si su madre notó el tono de desesperación que había en las palabras de Sakura, no hizo comentario alguno. Se limitó a devolverle el abrazo con idéntico afecto. A continuación, dio un paso atrás y observó a Sakura con el ojo crítico de una madre.

—Te vendría muy bien engordar un poco.

—Vaya, vaya, mira lo que nos ha traído el viento desde la ciudad de Tokio...

Haruno Kizashi se acercó a ellas y abrazó con fuerza a Sakura. Ella respiró profundamente y gozó con el aroma a heno fresco y a caballos que se aferraba a la piel de su padre.

—Deja que te mire —comentó él, realizando la misma inspección que su esposa—. ¡Qué hermosa estás! Menudo tesoro tenemos aquí, ¿verdad, Mebuki? —añadió, dirigiéndose a la madre.

Algo más tarde, Sakura se reunió con su madre en la enorme cocina. Las cazuelas hervían sobre el fogón y llenaban el aire de un aroma irresistible. Sakura dejó que su madre le hablara de sus primos y de las familias de éstos y trató de contener el profundo anhelo que bullía dentro de ella.

Inconscientemente, se tocó las piedras verdes que llevaba en las orejas. La imagen de Neji se apoderó de su pensamiento con tanta fuerza que casi le pareció que podía tocarlo. Apartó el rostro, esperando que la atenta mirada de su madre no se percatara de las lágrimas que le habían acudido de repente a los ojos.

En la mañana del día de Navidad, Sakura se despertó con el sol, pero se mostró algo perezosa para levantarse de la cama de su infancia. La noche anterior se había acostado muy tarde, pero no había conseguido dormir. Había estado dando vueltas entre las sábanas hasta altas horas de la madrugada. Neji se le colaba en el pensamiento por mucho que tratara de mantenerlo alejado de ella. Su imagen le rompía las defensas como una piedra hacía con el cristal. Para su desesperación, ardía en deseos de estar cerca de él, con una necesidad que vibraba profundamente en su interior. Sin dejar de mirar el techo, se dio cuenta de que no había nada que pudiera hacer. «Lo amo. Lo amo y lo odio por no ser correspondida. Sé que me desea... Eso no se ha molestado en ocultarlo, pero el deseo no es amor... ¿Cómo ha podido ocurrir esto? ¿Dónde están mis defensas?».

Mentalmente, trató de enumerar todas sus faltas para así tratar de encontrar una vía de escape en su solitaria prisión. «Es arrogante, con mal genio, exigente y demasiado seguro de sí mismo. ¿Por qué nada de eso tiene importancia para mí? ¿Por qué no puedo dejar de pensar en él ni cinco minutos?».

Se recordó que era Navidad. ¡No pensaba consentir que Neji le estropeara también aquel día!

Se incorporó y apartó el edredón de la cama. Entonces, se puso una bata y salió corriendo del dormitorio. La casa ya se estaba despertando. La actividad hacía que, poco a poco, desapareciera la tranquilidad de la noche. Durante la siguiente hora, la escena alrededor del árbol de Navidad estuvo llena de alegría, de exclamaciones de regocijo por los regalos recibidos y del intercambio de besos y abrazos.

Más tarde, Sakura salió al exterior. La fina capa de escarcha crujió bajo las botas que llevaba puestas. Se envolvió con la chaqueta de su padre para combatir el frío.

El aire sabía a invierno y la tranquilidad parecía colgar del cielo como una suave cortina. Se dirigió al granero, donde estaba su padre y, automáticamente, se puso a medir grano. Sus gestos eran muy naturales. La rutina del trabajo diario había regresado a ella como si hubiera realizado las mismas tareas el día anterior.

—Después de todo, no eres más que una jornalera, ¿eh? —bromeó su padre.

—Sí, creo que sí.

—Sakura —susurró él cuando notó la tristeza que cubría los ojos de su hija—. ¿Qué te pasa?

Flashes |Nejisaku| COMPLETA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora