CAPÍTULO 33

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Capitulo 33: Distancia Prudencial

—Pero Sakura, ¿a dónde vas? —preguntó Tenten cuando Sakura ya se había dado la vuelta para marcharse.

—A mi casa —respondió ella sin mirar atrás—. A la casa de la que nunca debí salir.

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A pesar de que la inesperada llegada de Sakura sorprendió a sus padres, no le hicieron preguntas, ni quisieron una explicación alguna. Muy pronto, ella se habituó a la rutina de los días en la granja. Casi sin que se diera cuenta, pasó una semana.

Durante aquel tiempo, Sakura tomó por costumbre pasarse muchos ratos a solas en el porche de la granja. Las horas entre el anochecer y el momento de irse a la cama eran las mejores. Era el momento que separaba las ajetreadas horas del día de las horas de reflexión de la noche.

El balancín del porche crujió suavemente, turbando así la tranquilidad de la tarde. Observó el suave avance de la luna por el cielo nocturno y disfrutó del aroma de la pipa de su padre cuando él se sentó a su lado.

—Es hora de que hablemos, Sakura —dijo él mientras le rodeaba los hombros con un brazo—. ¿Por qué has regresado tan de repente?

Ella suspiró profundamente y apoyó la cabeza contra la de él.

—Por muchas razones, principalmente porque estaba cansada.

—¿Cansada?

—Sí, cansada de que me fotografíen, cansada de ver mi propio rostro, cansada de tener que sacarme actitudes y expresiones del sombrero como si fuera un mago de segunda categoría, cansada del ruido, cansada de las multitudes... Simplemente cansada.

—Siempre creímos que tenías lo que más deseabas.

—Estaba equivocada. No era lo que yo deseaba. No era lo único que quería —comentó Sakura. Se puso de pie y se acercó a la barandilla del porche para observar más de cerca la noche—. Ahora, no sé si he conseguido algo.

—Has conseguido muchas cosas. Has trabajado muy duro y has conseguido abrirte camino en tu carrera, un camino del que puedes sentirte muy orgullosa. Todos nos sentimos muy orgullosos de ti.

—Sé que he tenido que trabajar mucho para conseguir lo que tengo. Sé que era buena en mi profesión... Cuando me marché de casa —dijo, mientras se sentaba sobre la barandilla—, quería ver hasta dónde podía llegar yo sola. Sabía exactamente lo que quería y adonde me dirigía. Todo estaba catalogado en pequeñas categorías. Primero A, luego B y así sucesivamente. Ahora, he conseguido algo que la mayoría de las mujeres en mi posición darían cualquier cosa por tener, pero yo no lo quiero. Pensé que lo quería, pero ahora, cuando lo único que tengo que hacer es extender la mano y tomarlo, no lo quiero. Estoy cansada de poner caras.

—Muy bien. En ese caso, es hora de detenerse, pero a mí me parece que hay algo más que ha provocado tu decisión de venir a casa. ¿Hay algún hombre implicado en todo esto?

—Está todo terminado —dijo Sakura encogiéndose de hombros—. No estaba a mi alcance.

—Sakura Haruno, me avergüenzo de oírte hablar así.

—Es cierto. Yo nunca encajé en su mundo. Es rico y sofisticado y yo no hacía más que olvidarme del glamour para hacer las cosas más ridículas. ¿Sabes que aún sigo llamando a los taxis con un silbido? Una no puede cambiar lo que es. Por muchas imágenes que puedas adoptar, se sigue siendo la misma. Además, en realidad nunca hubo nada entre nosotros... al menos no por su parte.

—En ese caso, no debe de ser un hombre muy inteligente —comentó su padre tras dar una calada de su pipa.

—Algunas personas podrían decir que tienes prejuicios —dijo ella mientras abrazaba con fuerza a su progenitor—. Yo sólo necesitaba regresar a casa. Ahora me voy a poner bien. Además, como mañana viene el resto de la familia, tenemos mucho que hacer.

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El aire era puro y dulce cuando Sakura se montó sobre su caballo a primera hora de la mañana para ir a dar un paseo. Se sentía ligera y libre. El viento le alborotaba el cabello y se lo apartaba de la cara como si fuese una espesa alfombra. Al sentir la alegría de la brisa y de la velocidad, se olvidó del tiempo y del dolor y desechó por fin su sentimiento de fracaso. Entonces, detuvo su montura y contempló la amplia extensión de campos de trigo.

Parecían extenderse hasta la eternidad. Era como un océano dorado que se mecía bajo un cielo de un azul imposible. En algún lugar, una alondra pareció anunciar la llegada de la vida. Sakura suspiró de felicidad. Levantó el rostro y disfrutó de las suaves caricias del sol sobre la piel, del aroma de la tierra volviendo a la vida tras el descanso invernal.

Aquello era Kanagawa en primavera...Todos los colores eran tan reales, tan vivos... El aire era tan fresco y tan lleno de paz. «¿Por qué decidí marcharme de aquí? ¿Qué estaba buscando?», pensó. Cerró los ojos y respiró profundamente. «Estaba buscando a Sakura Haruno y, ahora que la he encontrado, no sé lo que hacer con ella...».

—Ahora lo que necesito es tiempo, Katsuyu—le dijo a su compañera de cuatro patas. Entonces, se inclinó sobre el animal para acariciarle el fuerte cuello—. Sólo necesito un poco de tiempo para hacer que encajen todas las piezas de mi rompecabezas.

Hizo que el caballo se diera la vuelta y se dispuso a regresar a casa. Empezó a cabalgar suavemente, feliz de haber sentido el ritmo de la naturaleza y de haber contemplado aquel paisaje primaveral. Cuando vislumbró la granja, Katsuyu comenzó a mostrarse intranquila. No dejaba de piafar el suelo y de tirar del bocado. No quería regresar.

—Tranquila, diablilla...

Acicateó al animal e hizo que empezara a correr. El aire vibraba a su alrededor, mezclado con el sonido de los cascos sobre la tierra. Sakura dejó que su espíritu volara al ritmo del galope de su montura. Saltaron limpiamente una vieja valla de madera, tocaron suavemente la tierra y siguieron galopando contra el viento.

A medida que se iban acercando a la casa, Sakura entornó los ojos al ver a un hombre apoyado sobre la valla. Tiró de las riendas para que Katsuyu se detuviera inmediatamente.

—Quieta —susurró.

Comenzó a acariciar suavemente el cuello del animal y murmuró suaves palabras para calmarlo. No dejaba de mirar al hombre. Parecía que ni la mitad de un continente había sido lo suficientemente grande como para poder escapar.

Flashes |Nejisaku| COMPLETA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora