CAPÍTULO 34

496 100 3
                                    

Capitulo 34: La Vida en el Campo

Neji se apartó de la valla y se dirigió hacia ella.

—Menuda actuación —dijo—. Me resultaba imposible saber dónde terminaba el caballo y dónde empezaba la mujer.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó ella.

—Sólo pasaba por aquí... y pensé que vendría visitarte —comentó él mientras acariciaba la crin del caballo.

Sakura apretó los dientes y desmontó.

—¿Cómo has sabido dónde encontrarme? —quiso saber Sakura. Lo miraba muy fijamente, pero, de repente, deseó haber mantenido la ventaja que le daba la altura del caballo.

—Tenten me oyó llamando a tu puerta. Me dijo que te habías marchado —dijo él. Hablaba de un modo ausente. Parecía mucho más interesado en acariciar al caballo que en darle explicaciones a ella—. Es un caballo muy bonito, Sakura. —comentó, mirando por fin a la mujer. Sus ojos nacarados observaron atentamente el cabello peinado por el viento y las arreboladas mejillas—. Y tú sabes muy bien cómo montarlo.

—Necesita refrescarse un poco y que la cepille —replicó. Se sentía bastante enojada por el hecho de que su caballo pareciera tan a gusto con las suaves caricias de aquellos largos dedos. Se dispuso a llevárselo al establo.

—¿Tiene nombre? —quiso saber Neji. Había empezado a andar a su lado.

—Se llama Katsuyu —replicó con voz seca. Casi no pudo evitar darle a Neji con la puerta del establo en las narices cuando entró tras ella.

—Me pregunto si te has dado cuenta de que el color de este animal te va muy bien —comentó, mientras se acomodaba contra la puerta del pesebre. Sakura comenzó a cepillar al animal con gran dedicación.

—Yo nunca elegiría un caballo por una razón tan poco práctica —repuso, sin apartar la mirada del pelaje del animal. Estaba de espaldas a Neji

—¿Cuánto tiempo hace que la tienes?

—La crié cuando sólo era una potranca.

—Supongo que eso explica el porqué las dos encaján tan bien.

Neji comenzó a recorrer el establo mientras ella terminaba de acicalar al caballo. Mientras sus manos estaban ocupadas, su mente no hacía más que pensar en docenas de cuestiones que no tenía el valor de preguntar. El silencio se fue haciendo cada vez más intenso hasta que se sintió incapaz de escapar de él. Por fin, cuando le resultó imposible prolongar por más tiempo el aseo del caballo, se dispuso a salir del establo.

—¿Por qué saliste huyendo? —le preguntó Neji cuando los dos salían por la puerta.

—Yo no he salido huyendo —replicó ella. Improvisó rápidamente—. Quería tener un poco de tiempo para pensar en las ofertas que he tenido... A estas alturas de mi carrera no quiero tomar una decisión equivocada.

—Entiendo.

Sin saber si la sorna que había en el tono de la voz de Neji era real o producto de su propia imaginación, decidió tratar de deshacerse de él.

—Tengo cosas que hacer. Mi madre me necesita en la cocina.

Sin embargo, parecía que el destino estaba en su contra. En aquel momento su madre abrió la puerta trasera y se acercó a ellos.

—¿Por qué no le muestras a Neji todo esto, Sakura? A mí no me haces falta.

—Pero los pasteles... —dijo ella, tratando de hacer entender a su madre que se trataba de una situación desesperada.

No obstante, su madre decidió no prestar atención alguna a su silenciosa súplica y le sonrió dulcemente.

—Aún tenemos mucho tiempo. Estoy segura de que a Neji le gustaría recorrer la granja antes de cenar.

—Tu madre ha sido muy amable y me ha invitado a quedarme, Sakura—le dijo él con una sonrisa al comprobar el asombro con el que Sakura miraba a su madre—. Estaré encantado, Mebuki.

Furiosa por el hecho de que se hubieran hablado utilizando los nombres de pila, Sakura se dio la vuelta y musitó sin entusiasmo alguno:

—Muy bien. Vamos.

A poca distancia se detuvo y lo miró con una almibarada sonrisa.

—Bueno, Neji—le dijo con cierta ironía—, ¿qué te gustaría ver primero, el corral de las gallinas y la zahúrda?

—Decide tú —respondió él, sin dejar que el sarcasmo con el que ella le había hablado le afectara en absoluto.

Con el ceño fruncido, Sakura se dispuso a enseñárselo todo.

En vez de parecer tan aburrido como ella había esperado, Neji se mostró muy interesado por todas las tareas de la granja, desde el huerto de su madre hasta la gigantesca maquinaria de su padre.

De repente, él le puso una mano en el hombro para que se detuviera y miró los campos de trigo.

—Ya comprendo a lo que te referías, Sakura —murmuró—. Son magníficos. Es como un océano dorado.

Ella no respondió.

Neji giró la cabeza y antes de que Sakura pudiera protestar, le agarró la mano.

—¿Has visto alguna vez un tornado?

—Una no vive en una granja durante veinte años sin ver uno —replicó Sakura.

—Debe de ser una experiencia abrumadora.

—Lo es —afirmó—. Recuerdo que, cuando yo tenía unos siete años, nos enteramos de que se acercaba uno. Todo el mundo iba corriendo de un lugar a otro, protegiendo a los animales y preparándose para lo peor. Yo estaba en medio de todo aquello... —susurró. Se detuvo durante un instante. Entonces, miró al horizonte como si eso la ayudara a reunir sus recuerdos—...Yo lo vi acercarse. Era como un enorme embudo negro, que se acercaba cada vez más. Todo estaba tan tranquilo, pero se podía sentir cómo el aire iba levantándose poco a poco. Yo me sentía completamente fascinada. Mi padre salió a recogerme. Me colocó sobre su hombro y me llevó al sótano de la casa. Todo rebosaba placidez. Casi parecía como si el mundo se hubiera muerto. Entonces, se escuchó un sonido muy fuerte, como si cientos de aviones estuvieran atravesando el cielo por encima de nuestras cabezas.

Neji sonrió. Inmediatamente, Sakura experimentó el ya habitual vuelco del corazón.

—Sakura—susurró. Entonces, se llevó dulcemente la mano de la joven a los labios—. Eres tan dulce que parece increíble...

Flashes |Nejisaku| COMPLETA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora