Capitulo 40

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 Sus pestañas revoloteaban al parpadeo de sus ojos desconcertada de lo que Koji le estaba dando.

-Tomalá...- le indico, en su mano tenía aquella hacha – Te la presto para la espada– Himawari extendió sus manos y aquel hombre la soltó, sus manos se movieron hacia abajo por el peso de la misma

- ¿Por qué? – pregunto - ¿No viene con nosotros? - aquel hombre negó

-No se me tiene permitido, además aquella carta solo tiene sus nombres – indico – aun así...cuando todo esté listo vuelvan acá – indico Koji

Si bien era cierto en la carta del Señor Ubuyashiki solo tenía los nombres de los dos, el de ella y el de Kyojuro en donde daba permiso para ir hacia la aldea de herreros, bueno todo fue tan rápido más bien, el hecho de que Himawari prescindía de una nueva espada era indiscutible aun así Kyojuro también tenia algo que hacer en ese lugar.

Himawari miro hacia afuera de la casa en donde estaban dos kakushis esperando y claro estos parecían estar hablando tan animosamente con Rengoku para pasar el tiempo, su vista volvió a ver a aquel hombre.

-Dígale a Misae que se cuide por favor y que cuide bien a Aoki –

- ¿Uhm? ¿Por qué hablas así? – Koji enarco sus cejas, hasta que cayó en cuenta la verdad por detrás de sus palabras - ¿Que es lo que vas hacer? – pregunto, sus brazos se cruzaron, la azabache negó con su cabeza

-Nada, nada – soltó formando una de esas sonrisas – Volveremos para buscar a Yashiro – Himawari dio la vuelta para comenzar a irse – Usted también cuídese -

Koji vio como aquella joven salía por la puerta, aun así no evitaba sentirse un poco extraño por aquellas palabras.

El no era un tonto y tampoco había nacido ayer, aun así camino hasta la puerta y los vio alejarse, puso sus manos alrededor de su boca y grito

- ¡No se te olvide que me la tienes que devolver! –

La pelinegra se detuvo.

- ¡Muchas gracias, claro que se la devolveré! – .

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El viaje fue un tanto largo y movido, más bien Himawari ni siquiera pudo saber a donde exactamente estaban mas que sentir como la llevaban cargando, era algo divertido pues el hecho de no estar moviendo los pies en largas distancia le alegraba un poco

No era una perezosa pero al menos no le dolían los pies.

Aun así, quería hablar con Kyojuro en todo el trayecto pero mas bien fue un imposible, el otro kakushi había ido por otro sendero según lo ultimo que vio y escucho; no estaba sorprendida de hecho sabia muy bien que hacían este tipo de cosas para mantener el secreto de aquella aldea, lo había escuchado en su tiempo como kakushi pero nunca se le dio la oportunidad de ir allá.

Aun así le emocionaba el hecho de que tendría su espada nueva en algunas pocas semanas

Además el señor Ubuyashiki había sido bastante bondadoso en darles el permiso, más bien cuando envió la carta, la respuesta fue rápida y claro también había preguntado por Rengoku y su estado...

Mencionando eso, el rubio parecía tener un temple inquebrantable pero el riesgo de una recaída estaba presente, tal parece que el señor Koji le había dado unos simples consejos bastante buenos que le caían como anillo al dedo aliviando un poco el dolor en sus heridas.

Unas horas pasaron y el viaje parecía interminable, la azabache se dio cuenta que era de noche por la brisa que sentía en los talones y brazos; sintió detenerse al kakushi además de que la bajaba cuidadosamente, sus pies tocaron el suelo y una vez sus ojos fueron desatados pudo ver aquellos ojos tan reconocidos por ella.

You are my lightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora