3 - A la espera del gran momento

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A la espera del gran momento

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Ladeé mi cabeza para fulminarlo en la distancia- Además, mi trabajo es halagar toda la noche a la reina- me guiñó un ojo para hacerme reír- Usaré mis dotes de caballero- le juzgué mirándole de arriba abajo haciéndole rodar los ojos, comprendiendo mi mirada.

-No aparentas ser un caballero, James- me burlé volviendo a colocarme frente a él. Suspiró en una especie de risa por mi comentario revolviendo su pelo con una sonrisa.

-Anna- mamá volvió a llamarme desde el pasillo haciendo que bufé yendo a abrir la puerta de la habitación de James- Te llevo llamando hace quince minutos, vamos- no tuve tiempo de despedirme de James porque ella ya estaba tirando de mi brazo para que me bañara. Lo más probable sería que no le volviera a ver mientras me arreglaba.

Una criada me esperaba en el baño, con el agua caliente de la bañera y unos cuantos jabones que reposaban en una bandeja que usaría para lavarme el cuerpo y cabello. Esperaba que el baño no durase tanto tiempo porque detestaba estar acompañada de tanta gente desnuda cada vez que tenía que prepararme para un evento especial.

Dejé que ellas me enjabonaran el cuerpo y cabello a pesar de haber insistido que yo podía hacerlo. Por órdenes de mi madre yo no tenía permitido quedarme sola en la bañera, porque ella pensaba que no sería capaz de bañarme de la manera correcta. Allí estaba incluso la peluquera, seleccionando a la criada los jabones que necesitaba mi pelo para que esté perfecto. 

Tras media hora de baño, conseguí librarme de todas ellas utilizando una toalla de baño para secarme todo el cuerpo mientras que la peluquera desenredaba mi pelo de una manera muy poco delicada. Encima de la cama reposaba mi precioso vestido protegido por un protector de tela para que no tuviera polvo, ni se arrugue.

-Hola cariño- Megan entró a mi habitación sin siquiera pedir permiso, sobresaltándome.

- ¿No te han enseñado a llamar a la puerta? -le pregunté sarcásticamente envolviendo la toalla por mi cuerpo, dejando que la chica terminara de cepillarme el pelo mojado.

-No creo que te importe demasiado, estás con tres mujeres aquí- se burló de mí cruzándose de brazos. Ella se colocó a mi lado y me miró sonriente.

-Podría haber estado desnuda- defendí mi postura haciéndola reír para querer cambiar de tema de conversación. Su barriga estaba comenzando a crecer, lo que significaba un pequeño problema para Megan porque ella detestaba engordar- Ya veo que el pequeño James está creciendo- dije cuando su sonrisa se me contagió al notar su barriga.

-No se llamará James- volvió a decir por milésima vez desde que nos enteramos mi hermano y yo que seríamos tíos.

-Claro que se llamará James- se escuchó por el pasillo la voz de nuestro hermano, solté una pequeña carcajada ante la discusión entre ellos dos sobre el nombre del bebé- James es el nombre perfecto- finalizó diciendo volviendo a entrar a su habitación para no tener que escuchar la contradicción de Megan.

-Olvidaba que seguís siendo unos niños- su comentario hizo que mi sonrisa se esfumara, cada vez se parecía más a mamá. 

-Olvidaba que cuando te casaste te volviste una amargada- me defendí tensando mi mandíbula. Le dejé sin argumentos, ella balbuceó para seguidamente abandonar el dormitorio como lo haría una niña malcriada- No se preocupen, discusiones de hermanas- le resté importancia al asunto cuando noté a las tres chicas desconcertadas de lo que acababa de ocurrir. Seguidamente ellas continuaron haciendo su trabajo, ignorando el comportamiento de Megan.

La chica enamorada de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora