16 - Los sentimientos son de todos

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Los sentimientos son de todos

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William trató de tranquilizarme soltando una risa ronca y agradable, noté que se fijó en mis ojos llorosos, y lo ignoró por completo.

-Dijiste que nos veríamos luego, pero no pensé que en el mismo día- dejé el cuaderno sobre mis piernas mientras jugaba con mi lápiz viendo como el chico se sentaba a mi lado mientras alargaba su risa.

-No especifiqué- comentó mirando hacia el horizonte- Trabajo en el establo en verano- dijo señalando con su mano hacia allí. En un profundo silencio, ambos nos quedamos mirando hacia el horizonte, noté cómo subió una de sus rodillas para apoyar su brazo en ella, seguidamente ladeó su cabeza para mí- Verás... no soy tu hermano, pero puedes hablar conmigo si quieres contarme lo que te ocurre -Nunca había tenido una charla seria con William, siempre estábamos bromeando entre nosotros, pues él es amigo de James, pero no mío. En realidad, nunca había considerado a nadie mi amigo, porque siempre he estado aferrándome a mi familia por miedo a la sociedad actual, había perdido la fe en encontrar una verdadera amistad con alguien, todas las personas que se acercaban a mí era por interés o por ser amigos de mis hermanos. Es decir, disfrutaba estar sola, pero sentía que a veces necesitaba a alguien con quien hablar, que no fuera James.

Había estado callándome todo lo que me ocurría por demasiado tiempo, creo que era el momento de poder desahogarme con alguien. Estaba segura que estaba prohibido contar la vida privada de la familia real, pero realmente no me importaba, sólo quería contarle a alguien cercano como alguien había conseguido cambiar mi vida completamente en cuestión de muy poco tiempo.

Solté un suspiro para después, contarle con detalle todo lo que había ocurrido en mi vida desde el inicio del baile. No era consciente de cuánto tiempo nos llevamos sentados en aquel césped, pero de lo que estaba segura era que me sentía cómoda y mucho mejor a su lado.

-Y como tú dices, nunca te equivocas- dijo él entre risas, asentí con mi cabeza dándole completamente la razón. Will fue bastante comprensivo y desde luego, era una persona que sabía escuchar a los demás. - ¿No pensaste que tal vez el príncipe estaba fingiendo, para llamar tu atención? -me preguntó acostado en el acolchado césped. Me giré sorprendida a verle por su suposición, nunca lo había pensado de esa manera, pero dicho así, tenía sentido.

- ¿Por qué querría llamar mi atención? -mi pregunta le causó una carcajada, me miró de manera obvia, pero al entender mi confusión habló.

- ¿Por qué? Pues porque eres la muchacha más bonita de toda Inglaterra- confesó él, fui incapaz de mirarle a los ojos, no estaba acostumbrada a recibir cumplidos, mucho menos de William- Y con muy mal carácter- añadió para relajar el ambiente, solté una carcajada mientras intentaba disimular el sonrojo que él me había provocado.

-Idiota- dije mientras negaba avergonzada con mi cabeza con una sonrisa tonta en mi rostro. Toda clase de alegría que me invadía se esfumó al llegar a divisar en la distancia a Louis volviendo a pasear con Isabella, como si no hubiera ocurrido nada.

-Deberías ignorarlo- me aconsejó, noté el calor de un cuerpo a mi lado, William. Esta vez no estaba sola, estaba con alguien que conocía la versión completa de la historia, sin mentiras, ni saltos. Ladeé mi cabeza para encontrarme con sus ojos mieles, portaba una expresión lo suficientemente tranquila como para despreocuparse de la presencia del príncipe e Isabella.

- ¿Por qué trabajas aquí? -se me ocurrió preguntar curiosa. Él sabía la razón por la que preguntaba, su familia era muy poderosa, tanto social, como económicamente, no necesitaba dinero para vivir.

La chica enamorada de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora