9 - La visita

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La visita

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Nuestra conversación fue interrumpida por la puerta, el timbre sonó, pero ninguna de las dos se molestó en levantarse al escuchar los pasos de una sirvienta yendo a abrir la puerta.

-Maj...estad? -escuchamos lo que salió de la boca de ella. Megan y yo nos miramos confundidas entre nosotras, no dudamos en asomarnos para descubrir que estaba pasando.

-Lamento haber venido sin avisar- llegué a la entrada. Louis estaba montado en un caballo negro precioso, automáticamente al verme su sonrisa se expandió- ¿Cómo estás? -me preguntó fingiendo preocupación mientras dejaba las riendas sobre sus piernas y acariciaba el pelo del caballo con delicadeza.

Miré a la sirvienta, luego a mi hermana, pidiéndole permiso para poder tener una conversación privada. Ellas seguidamente desaparecieron de nuestra vista, noté como Megan mientras se alejaba de nosotros me miraba de reojo.

- ¿Un paseo? -me ofreció volviendo a agarrar las riendas del caballo. Puse una mueca mirando dentro de casa, no tenía permitido salir de casa y mucho menos si mamá estaba enfadada- Te prometí enseñarte la biblioteca del palacio- insistió saliendo de la montura del caballo para quedar justo al lado de él. La diferencia de altura ahora es más notable, ambos nos dimos cuenta de ello.

- ¿Será rápido? -pregunté mirando escaleras arriba. Si mamá aparecía, no me quedaría otra que encerrarme en casa lo que quedaba de día, probablemente el peor castigo de todos.

-Absolutamente- contestó el príncipe ofreciéndome su mano para que la tomara. Lo pensé por unos segundos más, hasta llegar a la conclusión de que sería divertido hacer algo fuera de mi día a día.

Lamí mis labios nerviosamente, para seguidamente con rapidez cerrar la puerta de casa. De esa manera, acepté la propuesta del príncipe, él expandió su sonrisa al entender mi respuesta a su paseo en caballo.

- Para subirte tienes que...- Cerró su boca cuando en cuestión de pocos segundos ya me había subido con agilidad y estaba sentada en la montura, soltó una una carcajada- Genial- dijo colocándose al lado del caballo de nuevo.

Aprendí a montar a la edad de cinco años, gracias al mejor profesor del mundo, mi padre. Ganamos en una subasta un par de caballos que para mi suerte, eran capaces de correr lo suficientemente rápido como para llegar a escuchar los quejidos de mamá, cuando a veces inesperadamente salía a dar un paseo a solas por el campo. Otras veces, iba con James y sus amigos a correr a unas pistas bastante transitadas, por lo que había que reservar con mucha antelación para poder hacer varias carreras por simple entretenimiento, siempre he sido partidaria de que el campo es muchísimo mejor, pero por mayoría solíamos recurrir a ese tipo de lugares.

El vestido que llevaba no era el más adecuado para montar a caballo, era ajustado y lass telas eran de color pastel, por lo que podría mancharse con cualquier gota de fango con bastante facilidad. Sin embargo, no se me pasaba por la cabeza volver a casa para cambiarme, porque estaba segura que no podría regresar con el príncipe para pasear. Intenté acomodar la tela para estar lo más cómoda posible en la montura, bajo la mirada de Louis sobre mí.

-Déjame llevarlo- solté sin más dejándole desconcertado, solo había montado a dos caballos en mi vida y estaba segura que probar uno nuevo me haría experimentar sensaciones nunca vistas. Él estaba apunto de subir al caballo justo cuando hablé, por mis palabras no fue capaz de subirse a la montura.

La chica enamorada de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora