EXTRA II

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Extra II

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Me aproximé a la cola con intención de entregar el billete que acababa de comprar con una amplia sonrisa.Cargaba con las manos mis maletas de mano mientras me percataba de cierto detalle en la fila de personas, no había ni una mujer.

En mi caso, viajaría por una recomendación del señor Walter, le había mostrado los cuentos que comencé a escribir desde una edad temprana y él me ofreció la oportunidad que tanto había deseado, ir por las escuelas mostrando lo que hacía y leyendo mis libros infantiles. Debía admitirlo, estaba tan emocionada que en una de mis maletas estaba repleta de mis cuentos en físico, para que cada niño tenga la oportunidad de tener uno en su habitación y leerlo cuando se le plazca.

La línea avanzaba con rapidez, era la primera vez que acudía a una estación de tren y estaba segura que las personas de mi alrededor debían notarlo, miraba asombrada a todos lados.

-Buenos días- saludé al encargado, estaba dispuesta a entregarle mi billete. Él ni siquiera me respondió, me miró de arriba abajo con una expresión burlona para luego soltar una carcajada, como si le estuviera contando un chiste.

-Señorita, por favor, pongase a un lado- él me empujo para que no obstruyera la fila de pasajeros. Los hombres entraban con rapidez en el tren mientras yo miraba estupefacta la educación con la que los trataba a ellos, y lo desagradable que había sido conmigo.

-He comprado mi billete- insistí viendo como el encargado me miró de reojo mientras revisaba el billete de un viajero y seguidamente, le permitía pasar.

Había sufrido injusticias toda mi vida por ser mujer, pero no permitiría que esto me impidiera poder viajar. Esperé a que el hombre respondiera mi comentario, pero él siguió haciendo su trabajo como si yo fuera invisible, repartiendo sonrisas y ganándose alguna que otra propina.

-No me cabe duda- contestó contando los billetes que le acababa de entregar el último señor- Pero, las mujeres no tienen permitido viajar en tren sin compañía de un hombre- prosiguió levantando la cabeza para mirarme- Ni siquiera sé por qué le han vendido el billete, es tirar el dinero a la basura. Vaya a la taquilla a reclamar su dinero- su orden fue clara, se estaba burlando de mí.

-El problema es que yo no quiero mi dinero, quiero llegar a Birmingham lo antes posible- reproché mientras dejaba mi equipaje en el suelo para encararlo. Mi respuesta alarmó a la seguridad de la estación, quienes en cuestión de segundos ya estaban al lado de aquel hombre tan maleducado, con la intención de que me asustara y me marchara.

Se han metido con la mujer equivocada.

- ¿Se puede saber por qué debo viajar en compañía de un hombre? -pregunté irritada. Pensaba que ya habíamos pasado la línea de diferencias de sexo a la hora de viajar, por aquella razón, no pensé que tendría problemas al entrar al tren.

La chica enamorada de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora