Oscuridad [Frey Stein Y Tu]

Capitulo 16

Holis.

Bueno, este es un especial por 1k de votos.

Se que ya me e tardado con el primer contacto FÍSICO de Dani y Frey, así así por el primer 1k de votos aquí se los traigo.

Sinceramente espero que lo disfruten tanto como a mi.

Sin nada más que decir, espero les guste el caoitulo <3.

Ah, si, tiene como 3800 palabras :).

Daniela:

Al oír como una rama es partida a la mitad y el ruido se expande por todo el bosque. Giro rápidamente hacia ese lugar.

Si, estoy nuevamente en el bosque, pero es por buenas razones.

No le puedo decir a Alex, ya que si lo hago probablemente se enoje a más no poder por todas las heridas y demás y vaya a enfrentar a mi padre y que mi padre lo lastime.

Y Kristel...bueno, digamos que ella a estado un poco muy ocupada ultimamente con, Kaia.

Ni idea de que es lo que hablan o que, pero lo a estado, y no quiero ser una carga para ella.

Por lo tanto, ahora estoy en el bosque, sola, sin raspones recientes y cubiertos por mi suéter, y con alguien más que rompió una rama.

¡Genial!

—¿Quien anda ahí? — pregunto agarrando una piedra que encontré en la tierra un poco húmeda.

Oigo como una voz varonil se ríe divertidamente y luego como un chico con cabello color azabache aparece.

—¿Quien eres? — pregunto cautelosa sosteniendo más fuerte la piedra en mi mano.

—Soy, Heiner. — dice con una sonrisa de lado mostrando sus dientes blancos.

¿Heiner? ¿Quien chuchas es Heiner?

—Aja... — digo después de quedarme callada unos segundos.

El me ve divertido con sus ojos café oscuro y luego se empieza a encaminar hacia mi por lo que retrocedo.

—¿No me dirás tu nombre? — dice entre divertido y confuso hacia mi.

—No. — digo obvia.

—Yo te dije el mio, no es justo. — dice divertido hacia mi.

—Pues nunca pedí que lo hicieras, idiota. — digo obvia levantandome de hombros.

El ríe divertido y niega con la cabeza.

—¿Por qué siempre tan a la defensiva, Daniela? — pregunta divertido hacia mi.

—¿Por qué siempre queriendo saber la vida de los demás, Heiner? — digo fingiendo confusión.

—Buen punto. — admite.

—Lo sé.

Heiner me ve unos segundos, analizandome, desde los pies a la cabeza y luego se concentra en mis pechos.

Ruedo los ojos, —Hey, idiota. — lo llamó —. Mis ojos están acá. — digo señalandolos.

—Lo sé. — admite.

Y con esa afirmación, lanzó la piedra que antes sostenía hacía el puente de su nariz.

El al no esperarse eso, no se prepara para esquivarlo o algo y la piedra golpea su nariz tan fuerte que hace que un hilo de sangre salga de ella.