9. Edwar pide perdón

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Después de una tarde de trabajo con Mateo, bastante intensa y sin intercambiar una sola palabra, llegué a casa. Mamá aún no había regresado y Edwar estaba sentado en el sofá viendo televisión.

—¡Susan! ¿Por qué llegas a esta hora? —preguntó Edwar, sorprendido por mi llegada tardía.

¡Rayos! Con tantas cosas del trabajo y el chico amargado, se me había olvidado por completo contarles a Edwar y a mamá que había conseguido trabajo en la cafetería del señor John.

—Lo había olvidado, es que conseguí empleo en la cafetería del señor John —expliqué, intentando sonar lo más tranquila posible.

—¡¿En serio?! —exclamó Edwar—. ¿Y por qué decidiste trabajar? Sabes que no hace falta, Susan. Por el momento deberías solo dedicarte a tus estudios, sabes que este es tu último año.

—Ya era hora —respondí—. Además, quiero aportar en esta casa…

—Bueno, igual te apoyo —dijo Edwar, mirándome con una sonrisa—. ¿Quieres sentarte y ver esta peli conmigo? Hace poco la puse, así que no te estás perdiendo mucho.

Edwar me hizo espacio para que me sentara a su lado. Su sonrisa era tan cálida y genuina que no pude decirle que no. Me encantaba pasar estos momentos con mi hermano, me hacía sentir acompañada, que no estaba sola en esta casa. Y lo extrañaba mucho cuando no estaba.

Traje jugo del refrigerador y palomitas que Edwar había preparado, y me senté a su lado a ver la película.

—¿Por qué esas cosas no pasan en la vida real? —preguntó Edwar al ver una escena donde la chica le declaraba su amor al chico.

—¿Quién dice que no pasa? —respondí riendo.

—No pasa —insistió Edwar—. Porque siempre tienen que esperar a que el chico se le declare a la chica, mientras que puede ser al contrario también… En fin, nadie las entiende a ustedes las chicas.

Se llevó un puñado de palomitas a la boca.

—A la mayoría de las chicas nos gusta que sean atentos con nosotras y nos enamoren —expliqué—. Por eso esperan a que el chico les declare su amor infinito por ellas. Eso es romántico.

Edwar me miró sorprendido.

—Puede ser… —dijo, pensativo—. Pero no todas son así de románticas. Además, las mujeres son muy bipolares, nadie las entiende. Malo si las tratas bonito y malo si no. La otra vez le dije a Nora que se veía bonita con su vestido, que la hacía ver como una Barbie, y me dio una cachetada diciéndome: «¿O sea que las otras veces no lo parezco?.» Ash, quién las entiende, mujeres…

Mientras sorbía mi juguito, no pude aguantar la risa por lo que hizo que mi bebida saliera por mi nariz.

Edwar rio al instante.

—No deberías reírte cuando estás bebiendo algo —dijo Edwar entre risas, con una sonrisa que iluminaba su rostro.

—Y tú no deberías ser gracioso cuando estoy bebiendo —repliqué, secándome la nariz con la manga. Edwar me ve y frunce el ceño, adoptando una expresión de fingida ofensa.

—No estaba siendo gracioso, ven, ustedes las mujeres todo les parece gracioso, pero cuando uno dice algún chiste, ustedes se lo toman personal —dijo, sacudiendo la cabeza—. En fin, mujeres…

Seguimos viendo la película y riendo cuando pasaba algo gracioso, disfrutando del momento y olvidándonos de nuestras preocupaciones.

—Susan… ¿cómo te has sentido? —dijo Edwar de un momento a otro, su voz suave y preocupada. Me tomó por sorpresa su pregunta, y me detuve un instante antes de responder.

El Sueño De Susan✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora