5. Un ángel al rescate

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Es sábado, día libre de clases, así que me dedico a organizar la casa al ritmo de "Antes de los veinte" de Morat. Amo esa canción, y la bailo mientras ordeno mi habitación. «¡Una casa no queda bien arreglada sin música de fondo!» Luego, me dirijo a la cocina para prepararme algo de comer. Si tan solo mamá tuviera una empleada de servicio, me ahorraría esta tarea. Limpiar me da pereza, y el polvo me provoca alergia. Es una tortura, pero no tenemos el presupuesto para contratar a alguien, así que mientras esté en casa, la empleada soy yo.

Mi único compañero en estos momentos es mi loro "Pupi", que siempre está en mi habitación. Repite todo lo que escucha, así que sabe hablar, y no es tan tonto como parece. Una vez, me hizo quedar mal con mi hermano. Edwar había entrado a mi cuarto preguntando si había sacado la basura, cosa que no había hecho porque el camión pasó sin que me diera cuenta. Corrí con la bolsa en la mano, pero no llegué a tiempo, así que la escondí debajo de mi cama. Y, por supuesto, Pupi tuvo que abrir su pico y decir: «¡Susan no sacó la basura, Susan no sacó la basura!.» ¡Estúpido loro, no debí enseñarle tanto!

Termino mis tareas domésticas y salgo rumbo al centro comercial Sevilla, ansiosa por disfrutar de un delicioso helado y charlar con Tebi. En la escuela no tengo muchos amigos, él es mi único confidente, siempre estamos juntos. Mi hermano, en cambio, no pasa mucho tiempo conmigo desde la muerte de papá. Antes solíamos ver películas juntos y preparar palomitas de maíz; esos momentos con él eran los mejores, siempre me hacía reír con sus ocurrencias. A veces está en casa los fines de semana, pero no es tan frecuente.

Agradezco a Dios que Sevilla no esté muy lejos y pueda ir caminando. No es que odie caminar, al contrario, me encanta. Me permite imaginar historias mientras recorro las calles, es divertido. Observo todo a mi alrededor mientras avanzo. Si quisiera llegar rápido, podría tomar el atajo, pero eso implicaría pasar por la "calle maligna", como la llamo yo, debido a la presencia de algunos personajes poco recomendables. No me aterra pasar por allí de día, pero prefiero caminar un poco más y evitar riesgos innecesarios.

Cruzo un hermoso parque lleno de árboles, al que llamo "el parque del encanto". Las familias vienen aquí cada fin de semana, y me encanta ver a los niños jugar y a los padres disfrutar de su compañía. Es una imagen que me llena de ternura y esperanza.

Después de un breve paseo, llego a Sevilla. El centro comercial está lleno de gente: parejas, familias, grupos de amigos... Todos disfrutan de este espacio, bueno, es el único que tenemos en el pueblo.

—Hola, Bell —saludo al dueño de la heladería con una sonrisa.

—¡Susan! Bienvenida —responde Bell, devolviéndome el gesto.

—Vine a comer un delicioso helado —digo justo cuando veo a Tebi salir con dos conos en sus manos.

—Que tengan un lindo día —dice Tebi, guiñando un ojo a las chicas que acababa de atender.

No se puede negar que Tebi es un chico muy atractivo. Su cabello rizado, que enmarca su rostro, es brillante y sedoso. Su piel morena tiene ese tono cálido que se ve en la televisión, y sus ojos... bueno, yo los llamo "color caca" para molestarlo.

Envidio su cabello. ¿Por qué el mío no es así de hermoso? Solo tengo un montón de frizz rebelde, pero claro, Susan, si nunca te peinas, ¿qué esperabas? Al menos Tebi cuida esos rizos.

—¡Susan! Hola —me saluda Tebi al acercarse.

Después de atender a las dos chicas que esperaban su helado, se dirige hacia mí.

—Te ves ridículo con ese uniforme —le digo, examinándolo de arriba abajo.

—¿Bromeas? Me veo guapo, así atraigo a las chicas. Hace un rato vino Helen, la chica que se sienta delante de ti, ¿la recuerdas?

El Sueño De Susan✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora