36. La despedida

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Una semana después.
 
—Vamos amigo, le juro que no se arrepentirá de invertir en esta empresa —dice Marco, su voz cargada de entusiasmo mientras deambula de un lado a otro, gesticulando con el teléfono.

Se acerca a mí, su sonrisa es amplia y contagiosa, y me plantea un beso en la mejilla.

—Fue la mejor decisión que pudo tomar, que tenga un buen día señor Smith — escucho al otro lado de la línea. Marco cuelga y exclama victoriosamente—. ¡Cerré negocios!

—Si que eres bueno convenciendo gente. Como te decimos ¿el lobo de Wall Street? —bromeo, devolviéndole la sonrisa.

—Por qué mejor no aprovechamos y celebramos que cerré negocios con un hombre muy importante —propone, sus ojos recorriendo mi cuerpo con una mirada que me hace sonrojar.

—Tal vez deberíamos dejarlo para otro momento, justo ahora estamos terminando de empacar para irnos ¿no lo recuerdas? —le recuerdo, tratando de mantener la compostura.

—Bien, te la perdono por esta vez —cede con una mueca divertida.

Con las maletas listas en el baúl, nos preparamos para emprender nuestro viaje. Unas cuantas horas nos separan de San Jorge, mi querido pueblo.

La emoción me invade. Tengo tantas ganas de ver a mamá, de abrazarla fuerte y contarle todas las novedades. También extraño a Edwar, aunque entiendo que con tanto trabajo no haya podido venir. Mi hermano mayor, por su parte, siempre ha sido un ejemplo a seguir. Su familia es su mayor tesoro y cada vez que lo veo con sus dos hijos, mi corazón se llena de alegría.

Justo cuando estamos a punto de subir al auto, una voz familiar nos llama desde lejos...

—¡Esperen!, ¡no se vayan todavía! —la voz de Camila resonó en el aire, mientras la veíamos correr hacia nosotros junto a Katerín, Jony, Daniel y Tony, quien iba de la mano de su hermano mayor.

—¡Chicos! —exclamamos Marco y yo, esbozando una amplia sonrisa.

Camila se detuvo frente a nosotros, inclinándose ligeramente y apoyando las manos en las rodillas para recuperar el aliento.

—¡Casi que no los alcanzamos! ¿Se iban a ir sin despedirse? ¡Qué malos amigos son!

—Se lo dijimos anoche —respondió Marco con una sonrisa pícara.

—Lo importante es que ya estamos aquí y nos podremos despedir —dijo Jony, intentando recuperar el aliento.

—¿Y por qué vienen caminando? ¿No trajeron el coche? —pregunté curiosa.

—Vinimos todos en el auto de Camila, pero nos varamos unas cuadras más abajo —explicó Daniel, señalando en dirección a donde habíamos dejado el coche.

—Susan, Marco. Espero la pasen súper y se diviertan mucho en sus vacaciones, los vamos a extrañar —dijo Katerín, sus ojos brillando por las lágrimas.

—Que tengan un feliz viaje, chicos —añadió Jony.

Nos rodeamos en un abrazo grupal, sintiendo la calidez de la amistad.

—Nos traen un recuerdito —exigió Daniel con una sonrisa traviesa.

—Como siempre —respondí, divertida.

—Bien, debemos salir ya —interrumpió Marco, consultando su reloj.

—¡Hey tú! Idiota, cuida bien de Susan —advirtió Tony, frunciendo el ceño y señalando a Marco con un dedo acusador.

Marco soltó una carcajada.

—Lo haré bastante bien, enana.

Con el corazón un poco apretado por la despedida, nos subimos al coche y emprendimos nuestro viaje hacia San Jorge. La emoción me invadía mientras miraba por la ventana cómo se alejaban las casas y los árboles. No sabía qué aventuras me esperaban en estas vacaciones, pero estaba segura de que serían inolvidables.

El Sueño De Susan✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora