20. La fiesta de Helen

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 El fin de semana había llegado, y con él, un día que se antojaba un regalo de la naturaleza. Los pájaros entonaban sus alegres melodías justo afuera de mi ventana, mientras los árboles danzaban al ritmo de la suave brisa.

Impulsada por la belleza del momento, me levanté de un salto y me acerqué a la ventana para saludar a ese espectáculo natural. La brisa acariciaba mi rostro con dulzura. «¡Qué maravilla era despertarse en un día así!» No es que los días lluviosos me disgustaran, al contrario, ¡los adoraba! Pero este tipo de mañanas soleadas ocupaban un lugar especial en mi corazón.

Me preparé una taza de café humeante y me acomodé en el sillón favorito de papá. Tomé mi móvil, esperando encontrar algún mensaje de Mat, pero en su lugar, me encontré con una avalancha de mensajes de Tebi y cinco llamadas perdidas.

"¡Hola, Susan! ¡Es hoy! La fiesta de Helen. Quiero que vengas a mi casa, necesito que me ayudes a escoger el traje perfecto para la ocasión. Apenas leas este mensaje, ¡VEN INMEDIATAMENTE!

Pd: Te tengo desayuno.

Pd2: ¿Crees que debería llevar condones? Ok ya, Susan, te espero antes de las 10, no me hagas ir hasta tu casa por ti."

No pude evitar poner los ojos en blanco.

«Qué fastidio», pensé, imitando a Mat.

Tecleé en mi móvil:

"Eres un idiota, Tebi. Tienes suerte de que me darás desayuno. Bien, dame cinco minutos."

Dejé mi móvil en la mesita y subí a mi habitación para arreglarme un poco.

«¡Vaya, Susan! Eres más ojeras que persona. No sé cómo Mat se fijó en mí… ni hablar de mi frente enorme. ¡Oh, por los dioses! Apesto.»

Me lavé la cara, me cepillé los dientes y me puse unos shorts cómodos y una camiseta. Salí de casa rumbo a la de Tebi.
Estaba a punto de tocar la puerta cuando esta se abrió de repente, revelando a Tebi con una sonrisa que le llegaba de oreja a oreja.

—¡Susan! —exclamó Tebi, envolviéndome en un abrazo tan fuerte que casi me dejaba sin aliento.

—Me… vas a ahogar —logré decir con dificultad.

Tebi me soltó de inmediato.

—¡Oh, lo siento Susan! Pasa, mi madre está terminando de preparar el desayuno. Le dije que vendrías, así que preparó tacos, sabe que te encantan.

Sonreí.

—Tu madre sí que es genial.

—¡Susan!, bienvenida cariño —dijo la mamá de Tebi, asomándose desde la cocina.

—Señora Reyes, muchas gracias, ¿cómo está?

—Muy bien, querida, ¿y tú, Susan, cómo estás?

Sabía a qué se refería la señora Reyes.

—Bien, me siento muy bien.

—Me alegro, cariño. El desayuno está listo, Tebi, ven a ayudarme a llevarlo a la mesa. Susan, siéntate, no te preocupes, nosotros nos encargamos.

La señora Reyes preparaba unos tacos exquisitos, para mí eran los mejores del mundo, y siempre disfrutaba desayunar en su casa.

—Bien, chicos, buen provecho. Yo tengo que irme al trabajo. Susan, Tebi me contó de la fiesta a la que irán hoy. Por favor, te lo recomiendo, que no haga ninguna locura, que no tenga que ir luego a pagar algún vidrio roto.

El Sueño De Susan✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora