17

683 79 33
                                    

Wonwoo despertó con dolores en los mejores lugares, y un colchón cálido por su propia anatomía. 
Estiró sus brazos, pero no encontró el mismo calor cerca suyo. 

Abrió los ojos un poco confundido. Y así tal cual como sus brazos le habían sentenciado, sus ojos le dieron otro bofetón de realidad. Mingyu no estaba en la cama. 
Sintió un dolor en su pecho. Pensó que lo de anoche no fue suficientemente bueno, que sintió culpa, que quizá no estaba listo, que probablemente no estaba demasiado mentalizado para amar a alguien así de nuevo. Arriesgar su corazón que ya estaba vendado por mil batallas. Suspiró pesado. Su culpabilidad lo hizo sentir ahogado e intranquilo. 

El calor del colchón que antes parecía acogedor, ahora parecía casi estrangularlo. 
Se levantó con prisa. Sin camiseta y sólo su ropa interior. Buscó sus pantuflas pero no las encontró. La ventana estaba cerrada, y sus pies tocaron el frío piso de madera. Eso lo dejó más despierto de lo que quería. Caminó torpemente, incluso si su preocupación no había disminuido. 
Ni siquiera se fijó en si las prendas del moreno que había estado en su casa seguían ahí. 

Caminó y atravesó todo el pasillo. Y cuando escuchó unos chillidos de sartén, soltó un profundo suspiro. Jeon no fue delicado con sus pasos. Entró a la cocina, de donde provenían los chispeantes sonidos. Y así fue como su pesadilla se volvió en un sueño. Mingyu estaba ahí, con su delantal de gatos y lunares. Suspiró pesado ante la imagen. El moreno se dio vuelta, llevaba su camiseta y una hermosa sonrisa que iluminó la mañana del azabache. 

—Buenos días... No quise despertarte, pero estoy haciendo desayuno, supongo que no es gran problema. ¿Cierto?—Kim lo miró con un rostro preocupado. Pero todas sus preguntas fueron acalladas en cuanto Jeon lo abrazó por la espalda, rodeando su cintura e ignorando el calor de la estufa. 

—No es un problema para nada...—Afirmó el mayor, mientras aprovechaba sus escasos centímetros de diferencia, para depositar besos en su nuca.—¿Hace cuanto estás despierto? 

—Una hora. Hace media hora me levanté.—Dijo Mingyu, mientras sacaba el utensilio de cocina de encima de la hornilla.

—¿Y la otra media hora? 

—Me quedé mirándote mientras dormías.—Musitó un poco avergonzado, sin querer sacarse al doctor de encima. Se extendió un poco y acercó los dos platos para ambos desayunos. 

Jeon no dijo nada. Enterró su rostro en el cuello del moreno, y dejó que la sartén hiciera ruidos y la cuchara complementara los sonidos. Los dos estaban completamente concentrados en sus propios pensamientos. 

—¿Te sientes incómodo luego de ayer?—Susurró Jeon, acariciando el abdomen plano del muchacho más alto. 

—Wonnie, en serio. Estoy bien. Si no estaba preparado te lo hubiese dicho.—El moreno suspiró un poco, y luego de dejar la sartén en la cocina, y los demás utensilios humeantes por el calor, se dio vuelta. 

Se miraron unos segundos. Jeon dio un leve paso hacia atrás. No sabía leer los ojos de Mingyu. No sabía si estaba molesto, preocupado, ansioso o simplemente intentando escupir todas las palabras que no podía sintetizar correctamente en su lenguaje. 
El doctor no dijo nada, pero se sintió demasiado pequeño a su lado. 

Aquel agente completamente descolocado, se quitó el delantal impropio y lo dejó encima de la encimera. Posterior a eso, tomó ambas manos del muchacho al frente suyo, y besó el dorso de una de ellas. Su mano olía a él, frutilla, para ser específico. 

—Todo lo que he pasado estos últimos meses, son cambios. Cambios a los que me debo adaptar... Perder a Sunhi fue igual de abrupto al accidente en el que me encontraste aquella noche. Y adaptarme a esas situaciones nunca han sido mi fuerte...

For the first time.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora