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La noche del accidente había pasado, nada más importaba más que el hecho de mejorar y que Mingyu intentaba incesantemente pararse incluso con su pierna enyesada, o al menos intentar caminar con muletas. Sin embargo, debía permanecer más tiempo en observación por los golpes en la cabeza y una posible neumonía por la exposición al frío por mucho tiempo y por el contacto con otras personas en el hospital. Era mejor estar en observación y con tratamientos de antibióticos. 

O al menos eso le explicó un doctor que sin duda no era Wonwoo. Un doctor cualquiera sin amor al trabajo ni a la medicina, parecía ordenarle cosas a Mingyu como si fuese un robot sólo hecho para recibir grandes billetes verdes. No estaría equivocado por juzgarlo así. 

Toda su familia estaba ahí. Sus dos padres y Bohyun, quien jugaba con bloques encima de Mingyu. Nadie hablaba a excepción de pequeñas palabras que soltaba el padre al niño que reía y jugaba. Su risa pintaba la habitación de un color maravilloso. Era lo único bueno de aquel lugar. 

—¿Llamaste al señor y señora Chung?—Preguntó Mingyu, alzando su vista, preguntando por los otros abuelos de Bohyun que seguro estaban preocupados por su estado. Aún se sentía adolorido, y no consiguió tanto sueño como esperaba en un hospital. Se sentía cansado y abatido, apenas podía sostener a Bohyun.

—Sí, no están en la ciudad, pero les conté que ambos estaban bien.—Dijo la señora Kim, quien le sonreía a su hijo antes de volver a mirar las noticias en la televisión. 

Su padre leía el diario como el hombre tan típico que era, y el propio Mingyu se sentía fuera de órbita. Se alivió de que ninguna enfermera o doctor entrara, pero sin duda quería algún tipo de conversación normal en el lugar. 
Las únicas oraciones que soltaba, eran hacia el niño, cosa más unilateral que otra cosa. Bohyun sólo conocía ciertos monosílabos.

Pero nunca conoció la palabra mamá verdaderamente. 

—¿Creen que pueda volver al trabajo la próxima semana?—Preguntó Mingyu, mientras acariciaba el cabello de su hijo.

—¿Estás jugando?—Dijo su madre, en un intento de ocultar su sorpresa. 

—Tengo que trabajar, mamá. No puedo tomar más licencias médicas.

—Sufriste un accidente, ¿Acaso no significa nada? 

El hombre se calló, y miró a Bohyun. Suspiró pesado, pensando que quizá sí estaba exagerando los tiempos demasiado. 
Y sí, le había informado a su jefe que sufrió de un accidente. Como cosa obvia, le deseó la mejores de las suertes, y le aceptó el permiso médico. Sin embargo, los días se agotan, y llegará un punto en que si no vuelve pronto al trabajo, no le pagarían ni cubrirían los días de ausencia, o peor, lo despedirían. 

—Mamá, estoy trabajando en un caso importante. No quiero que...

—Hablaremos con el doctor. Relájate, ¿Okay?—Ambos asintieron.

Mingyu agradecía completamente que su madre tuviese paciencia. Pero odiaba que fuese tan inflexible. No había una sola vez en sus veinte y tantos años donde no haya pasado por una tontería de discusión con ella, sólo por lo poco tolerante que era. 
Cuando se enteró del embarazo de Sunhi, casi explotó de enojo por la falta de flexibilidad en cuanto a los tiempos que Mingyu tenía con su pareja. Incluso si las cosas pasaron cuando Bohyun nació, sin duda fueron tiempos tensos para ellos dos como madre e hijo. 

No hubo más ruido en la habitación. Mingyu se quedó dormido con el niño en los brazos, completamente agotado por los acontecimientos. 



Abrió los ojos, confundido, ni sus padres ni su hijo estaban ahí, supuso que se lo llevaron para cuidarlo mejor y que no pasara hambre o sueño. Mientras él aún se encontraba en el hospital, podía distinguir los pitidos de las máquinas, y los sutiles goteos de medicamentos y suero. Cuando notó que estaba completamente situado en el mundo y aún con sentimiento de incomodidad en esa cama, pudo visualizar a una enfermera y Wonwoo.

For the first time.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora