Sirviente por una semana ²

324 14 1
                                    


'''''''''''''''''''''
Jueves
''''''''''''''''''''

Ámbar caminaba lo más lento posible, seguía molesta, muy molesta. Estaba molesta de que haya sido muy rápido el beso y de que no haya podido si quiera de corresponderle.

Simón la había pasado increíble, no hizo nada más que disfrutar de ese día. No sólo por el hecho de que haya callado a Ámbar sino de que había besado a esa rubia, a la reina de la pista.

Ámbar obviamente no le iba a dirigir la palabra, no lo iba a mirar, lo iba a ignorar.

Hasta ahora no se le había complicado mucho, no lo había visto en la barra ni lo vio platicando con Lunita.

Jazmín no le había dicho nada cosa que le sorprendió pues estaba completamente segura del crush intenso que tenía su amiga desde que había llegado Simón.

Ámbar aun no podía creer que la había besado, ¡enfrente de todos! Y que incluso la mordió con confianza, obviamente ya había ideado una muy buena excusa para poder golpear el orgullo de Simón.

A Ámbar Smith nadie la calla.

Cuando estaba por ir a la pista pudo ver a Simón entrar con una caja en las manos. Se notaba algo acalorado pues para su mala suerte había tocado un día muy caluroso, Ámbar se volteo rápidamente y dio con Matteo a unas mesas casi en el rincón sólo con el celular en la mano.

—¿Que hacés? – preguntó con confusión, conocía bien a Ámbar y que se sentara con su ex no era algo digno de la rubia.

—Callate, sólo vine y me senté – ordenó sacando también su celular.

—Que genio, se nota que no te gusto el beso de tu noviesito.

La rubia levantó su mirada, casi con la misma furia de ayer.

—¿Él como mi novio te parece algo que haría yo? No seas tan torpe.

—¡Simón nos puedes hacer el pedido! — dijo Matteo en voz alta recibiendo la atención de Simón.

Ámbar lo golpeo por debajo de la mesa haciendo que el italiano se retractara de haber jugado con la paciencia de la ojiazul.

La rubia no se movió de la silla, no iba a demostrar pena, solo su orgullo.

—¿Que van a pedir? – preguntó con una sonrisa.

—Yo un licuado de fresa – ordenó Matteo.

La rubia no dijo nada, sólo se mantuvo en su celular.

—¿Y tu Ámbar? – preguntó Simón, la rubia levantó la mirada.

—No quiero nada.

—Iré a la pista, Simón cuando hayas hecho mi licuado me avisas? Tengo que hablar con una amiga – y se fue.

—¿Segura que no quieres pedir algo? – preguntó de nuevo Simón, la rubia suspiro.

—Te dije que no.

Respondió seca, eso de ignorarlo ya había perdido valor, era imposible ignorarlo.

—Esta vez si hay duraznos – anunció sonriente.

—Muy tarde.

—Esta bien, pero al rato vamos a hablar. Támara quiere que los clientes den ideas para hacer el servicio más cómodo.

Y se fue para después ir a la barra y preparar el licuado de Matteo.

Ámbar giró los ojos, ¿porque tuvo que tocarle con Simón?

Solos |One Shots|Where stories live. Discover now