Te amo

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La culpabilidad era clara.

—¿Estás bien?– preguntó por segunda vez la ojiverde esperando pacientemente a que respondiera el castaño sentado en el piso.

—No... No, no lo estoy– respondió después de varios segundos sin hablar.

Lágrimas caían lentamente de sus ojos, su rostro estaba inexpresivo mientras caían libremente las lágrimas.
Hasta ahora Luna se mantenía callada mientras trataba de aguantar el sollozo. Su cuerpo temblaba, su corazón estaba roto y lleno de culpa, sus ojos veían a la nada.

—Es mi culpa. Yo no la ayude en nada, es mi culpa que ella no esté aquí, fui parte de todo esto... Ámbar se ha ido, y es mi culpa– respondio con la voz rasposa ante el nudo en la garganta.

Había pasado seis meses en los que la había ignorado, sabía que estaba sufriendo y aun así no se había acercado. El enojo y el egoísta pensamiento de 'salí herido' fue un gran detonante para la eterna partida de la ojiazul.

Ella le había compartido sus múltiples situaciones en las que el sentimiento de tristeza la envolvía y hacía cometer locuras, varias ocasiones en las que Ámbar lo llamaba para pedir que le cantara una canción y la tranquilizará, en como su relación con su madrina le afectaba y la destrozaba cada que la excluía en su vida. Simplemente la rubia había confesado estar rota internamente, su corazón estaba roto.

Sabes, eres el único que de verdad me escucha. Sólo quiero que sepas que... Te quiero, me gusta que me escuches y me digas las palabras correctas para tranquilizarme.
Simón Álvarez, la narcisista Smith te quiere.

Ese había sido un pequeño pero adorable mensaje que la ojiazul le había mandado justamente dos semanas antes de que descubriera su plan.

Una lágrima cayo de su ojo haciendo que gimiera en frustración y se agarrará el pelo en busca de dolor físico.

No existía después de haberla perdido.

Hace menos de siete horas se había anunciado la desaparición de Ámbar Smith, cuatro horas después se había encontrado dormida en su habitación junto a una carta.
Su corazón había dejado de latir, había dejado la vida esa sarcástica pero adorable chica.

Cuatro horas en las que sólo existía el pensamiento más tortuoso y asfixiante que el ser humano podía soportar.

Fue mi culpa, me había pedido perdón y yo la deje caer.

Sólo se estaba torturando mentalmente mientras se dejaba llevar por su mente, el recuerdo de en como la ojiazul se había frustrado cuando intentaba sentir al cantar o cuando la escuchaba reír cada que hacía una tontería con tal de verla sonreír.

Ya no vería más esa bonita sonrisa. Esos ojos azules habían ido a dormir.

—Simón, ella estaba sufriendo... Ámbar tenía sus propias cosas que le daban sufrimiento, tu no fuiste causante de su muerte.

—No digas eso– dijo Simón con impotencia arrastrando las palabras, con ardor y miedo de quebrarse dejo de estar sentado en el suelo para finalmente estar parado frente a Luna– Ella pidió que me quedara a su lado y yo de imbecil me largue como todo un cobarde, ¡¿explícame como mierda no tengo la culpa?! Dijo que era su único pilar, que todo estaba bien si sólo estaba a su lado. Me pidió llorando que me quedara y yo me fui por mis estupidos sentimientos baratos!

La castaña respiraba con dificultad mirando al castaño, su rostro estaba rojo del dolor e impotencia. Se podía notar una vena en su sien resaltando en su rostro endurecido. Sus ojos hinchados y sus lágrimas cayendo de una en una. La escena era tan destrozante y dolorosa.

Solos |One Shots|Where stories live. Discover now