—Señorita Smith, ponga atención. –ordenó su profesora de diseño, la ojiazul se acomodo en su asiento para después darle un asentimiento a la castaña de piel morena.
Una vez que la mujer con su característico acento francés se dio la vuelta, Ámbar volvió a sumergirse en lo profundo de su mente para divagar y avivar las pocas ganas que tenía de estar justo ahora presente en su universidad.
Los recuerdos era un poco aterradores, revivir aquellos gritos que salían de la boca de Sharon, todas esas humillaciones y esos regaños innecesarios la lastimaban como algo puntiagudo acercándose a un vulnerable globo.
Estaba agradecida de que esa mujer histérica no la haya perseguido por toda Europa al momento de escapar de Argentina, había sido una decisión desesperada y anhelada para poder librarse de ese ambiente poco tranquilo además de vivir la vida que ella deseaba, a su manera y a su tiempo.
Al llegar a el lado europeo, lo primero que hizo fue quedarse unas semanas en España para poder disfrutar de los lugares preciosos y de toda la gastronomía; al ver que Sharon ni siquiera había intentado contactarla entonces decidió ir directamente a París para entrar a la universidad que había deseado.
Había tenido suerte de que Sharon aún no había cancelado la inscripción.
Al llegar, Ámbar se apresuró a buscar algún departamento rentable, nada costoso sin embargo con el presupuesto suficiente para que tenga su toque moderno y refinado; tiempo después hizo varias compras para agregar más muebles y para llenar al menos la mitad de su armario.
Cuando había terminado de arreglar su departamento, pasó horas deambulando en el lugar con una sonrisa orgullosa de cada mueble y por la forma en que los había acomodado.
Sin ayuda de nadie, le había quedado perfecto.
Obviamente cuando ya había tenido tiempo libre, finalmente se había dado un momento para lanzarse a llorar y así dejar salir su quebradizo corazón; permaneció llorando dejando que todo lo que tuviera relacionado con cierto chico fluyera entre sus cristalinas lágrimas.
Aún seguía adolorida, era como un sueño pero uno no tan dulce ni tierno.
Era crudo y lo más doloroso es que era real, todas esas palabras habían sido reales.
No quería volver.
No quería volver a caer en ese pequeño hoyo de vacio, en ese aterrador hoyo en el que su único miedo era envejecer y jamás cumplir sus sueños.
Lo que Simón nunca sabría es que el pertenecía a esa lista de deseos, uno de los deseos de Ámbar había sido compartir sus experiencias en Europa con él.
Tal vez algunas vacaciones juntos, conociéndose y pasando el rato uno cerca del otro, caminar mientras cuentan anécdotas divertidas o alguna triste. Pasar tiempo y que después de varias horas hablando darse cuenta de que no sólo habían pasado treinta minutos.
Estar junto a el, simplemente quería estar cerca de Simón.
Deja de mentir, por favor.
La voz de el castaño se había convertido en su tormento, durante las noches se la pasaba recordando cada segundo que habían compartido.
Analizó el desarrollo de su relación, de como paso de detestarlo a decirle que lo quería. Varias veces se había regalado sonrisas llenas de amargura para después hablarle a su reflejo con un tono rencoroso como si quien estuviese frente a ella fuera su más grande enemiga.
Esto es culpa tuya, jamás debí escucharte.
No soportaba ver su reflejo; reconocer aquel rostro que le había sonreído al terminar de idear algún plan se había convertido en una de las cosas que más odiaba.
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Solos |One Shots|
FanfictionHistorias cortas sobre simbar, por que claramente soy una loca fangirl desde que apareció la pareja. Aviso: Este apartado ya no se actualiza pues he superado el shipp y ya no tengo creatividad respecto a subir Oneshot sobre ellos. Ah, y también hay...