No tranquilidad

119 4 0
                                    


Tía Sharon y yo íbamos por el centro comercial, ella iba hablando con alguien de sus empleados mientras yo caminaba a su lado con total postura derecha, así como ella.

A veces me sentía algo inconforme conmigo misma, debía de ser igual de fuerte que ella. Necesitaba que ella notará sus frutos en mi y dijera lo orgullosa que estaba por tener una sobrina tan firme y preparada para la vida.

Eres un limón con vida, Ámbar.

Las palabras de Luna retumban en mi mente, por más que tenga once años es bastante directa y honesta. Yo le gano por tres años y me siento totalmente acomplejada con ella por el hecho de mi personalidad.

Odio como es Ámbar Smith, como se comporta la verdadera Ámbar. Me causa ganas de bofetearme a mi misma y decirme: Debes ser como ella para triunfar, sí ella lo hace ¿por qué tu no?

Luna decía que Sharon era muy dura conmigo y que por eso tenía esa necesidad de escuchar sus palabras llenas de orgullo. Estaba realmente loca esa niña, ¿quién se creía para hablarme así? Detesto que sea mi prima.

Gruño sin darme cuenta, esas tontas palabras de una niña de once años me atormentan camino a la tienda de ropa. Sharon me empuja sutilmente con su mano en mi hombro para abrir la puerta y entrar.

La musica y el clima me hacen sentir en el paraíso, ese es mi lugar favorito, nuestro lugar favorito. Como si fueramos madre e hija, que triste.

Justamente cuando ibamos de compras era cuando hablabamos más y cuando me sonreía más. Era agradable sentir su cariño en estas ocasiones, pero necesitaba que se diera cuenta de los frutos que había dejado y que me felicitara.

—Ámbar, pronto habrá un evento en la mansión. Busca algun vestido que te guste, sólo que sea elegante y formal –yo asiento con la cabeza y me dirijo a los vestidos de mi edad obedeciendo totalmente su orden.

En mi mente ya comenzaba a mecanizar el tipo de vestido que queria, sería azul marino o rojo, con algún tipo de listón y de una falda libre.

Ya tenía un peinado en mente, así era Ámbar. Tenía tantas ideas por minuto, tanto potencial de donde explotar, pero no era el tipo de potencial que yo quería.

¡Malditas ideas de adolescente puberta!

Veo los vestidos colgados, hay varios con toques bonitos y otros que son verdaderamente horrorosos como el estilo de Luna. Últimamente estas semanas no la soportaba, era realmente irritante su continuo señalamiento de mi "cambio de personalidad", seguía siendo la misma Ámbar solo que más perfeccionada.

Siempre trataba de perfeccionarme a mi misma, ser lo más perfecta posible para los ojos de todos. Y con esa niña no estaba logrando mi perfecto balance, debía buscar la manera de hacer que sí o sí tenga un balance.

Frustrada al no encontrar uno que me convenciera, busco a mi tía hasta dar con ella y notar que aun sigue al teléfono mientras ve los vestidos y faldas para su edad.

—Tía –la llamó mientras tocó su hombro, ella voltea su rostro a la izquierda justo donde estoy para alejar un poco su celular y subir las cejas esperando a que siga– No encontré un vestido, lo siento.

Ella niega y hace una señal con sus dedos que visitaremos otra tienda, yo asiento y ella continúa con su llamada.

Me voy a sentar a un sillón de la tienda que es cercano a la entrada y salida de la tienda, sus puertas son de cristal con un elegante marco metálico en el que se desliza la puerta de cristal.

Juego con mis manos mientras espero a que mi tía se apresure, muevo mis oies contra el piso buscando en que entretenerme.

Podría dedicarme a verme al espejo sin embargo no quería parecer loca.

Solos |One Shots|Where stories live. Discover now