10. No eres como creía

181 25 6
                                    

Todoroki

¿Por qué su voz se escuchó tan serena? Él no suele hablar; de hecho, solo sabe gritar. De seguro estaba molesto porque me dormí sobre él y debe estar agotado. ¿Qué se supone que deba hacer ahora?
– No fue mi intención incomodarte... – comencé sin saber exactamente cómo continuar – No esperaba quedarme dormido e inconscientemente te abracé como suelo hacerlo con las almohadas cuando duermo y de seguro fue muy difícil para ti no gritarme pensando que aún me sentía mal. – Tenía los ojos muy abiertos. Debía estar pensando como desquitarse de ponerlo en esa situación.
– Oye idiota, ¡¿de verdad crees que no puedo estar algún rato sin gritar?! – me gritó
– Pues... – solo esta palabra provocó chispas en sus manos. No quería que hubiera un enfrentamiento así que decidí alejarme de él. – Debes estar agotado, mejor te dejo para que descanses – alejándome de él, pero en la rapidez, empujé el vaso de cristal que aún conservaba un poco de agua, salpicando al rubio con el líquido.

Está de más aclarar que corrí de allí lo más rápido que pude.

Por un momento pensé en tomar el ascensor, pero Bakugou fue más rápido de lo que esperaba, así que me abalancé hacia las escaleras y de nada sirvió hacer barricadas de hielo pues las destruía con bastante facilidad. Había llegado a mi habitación, y cuando intenté cerrar la puerta, el fuerte empujón me hizo caer de espaldas y poco después el rubio visiblemente enojado estaba sobre mí. Y pese a la escena que haría palidecer a cualquiera, pensar que apenas unos minutos atrás estábamos abrazados y ahora él tenía intenciones de volarme la cara, hizo que me encontrara riendo distendidamente.

Y para colmo, mientras más veía las expresiones de Bakugou, desconcertado, más risa me atacaba. Después de un rato de verlo hacer varias caras, empezaba a tener hambre.
– Oye, Bakugou, pesas mucho. – acomodándose. - Tengo hambre y quiero comer algo. – lo empujé levemente y el hizo el resto del trabajo. – ¿No tienes hambre? – Mientras salíamos de la habitación.
– ¡¿Qué te importa?! – ya había vuelto a la normalidad. Solo tomé unas galletas de la alacena y lo invité a sentarse en el sillón. – Terminemos la película. – Se sentó a mi lado con el ceño fruncido.
– ¿Seguro que no te pondrás a llorar?
– ¿Esa es tu forma de pedirme un abrazo? – acercó sus manos con chispas a mi rostro, pero no parecía enojado sino más bien, indeciso. El sonido de su celular, disuadió sus intenciones asesinas. Poco después lo guardó, y solo se recostó contra el mueble.

Terminada la película, que resultó ser bastanteaste esperanzadora al final, quise preguntarle por qué había elegido esa sobre otras y, tras una respuesta algo confusa, cambió el tema y uno llevó al otro. Para mi sorpresa, si era posible sostener una conversación con Bakugou sin que estuviera vociferando a cada rato.

La noche había caído y ahora nos encontrábamos en nuestras habitaciones. Decidí revisar mi celular, y lejos de leer los mensajes del grupo de la clase, quise conversar con Fuyumi. "El doctor dijo que mamá puede usar su celular una vez a la semana, a partir del lunes y dijo que quería llamarte primero, ¿estás bien con eso?" Me tomó un tiempo analizar el mensaje, pero una vez la ansiedad cedió, no tardé en responderle. "Me encantaría." Ella respondió al instante: "De acuerdo, le diré que te llame el lunes a las 8:00pm" "Gracias Fuyumi". Dejando el celular a un lado. No recordaba la última vez que me sentí tan emocionado.

No tenía sueño y eran alrededor de las 1am. Subí a la azotea con una frisada a ver las estrellas cuando mi teléfono empezó a tintinear insistentemente. Era Bakugou. "Mitad–Mitad, ¿estás despierto?" "Sí. No puedo dormir" "Dormiste todo el día, claro que no puedes dormir" "Buen punto" "¿Por qué no estás en tu habitación? ¿Dónde estás?" "En la azotea" "Voy de camino" Ese último mensaje no lo esperaba, pero no me molestaba la idea.

Formas Parte de MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora