33. Afortunado Desencuentro

98 16 0
                                    

Todoroki

Habían pasado algunas semanas desde la última vez que me percaté de que había tenido una pesadilla. Me gustaría creer que habían disminuido, pero considerando lo orgulloso que es, probablemente ni siquiera quiera admitir la frecuencia con la que ocurren.

– ¿Estás bien? – esa noche se veía distraído
– Sí... – replicó vagamente. No quería forzarlo a hablar de algo con lo que tal vez no estuviera a gusto y que después se enojara conmigo, pero me frustraba que no me dijera nada.
– Katsu... – su celular comenzó a timbrar.
– Es mi vieja – haciendo una mueca. – Vuelvo en un momento – saliendo a su balcón. Ella no suele llamarlo a esta hora. ¿Será alguna señal para no tratar el tema esta noche? – ¡ESTÁ BIEN! – sí, definitivamente. Con lo enojado que está, lo mejor será esperar a tener otra oportunidad. – La bruja quiere vaya a la casa este fin de semana. – Dejando su celular sobre la mesa de noche
– Ella debe extrañar a su cachorro –dirigiéndome una mirada despectiva
– Antes de que contestara, parecía que iba a decirme algo – acomodándose debajo de las cobijas
– No... no es nada. – apagando la luz a mi costado. Lo rodeé con mis brazos hasta que lo escuché dormitar, entonces se me ocurrió la idea de permanecer despierto en caso de que tuviera otra pesadilla.

Me moví levemente a un costado, procurando no despertarlo, y alcancé el libro que había tomado días atrás. Comencé a leerlo desde el principio, percatándome de que habían escritas algunas anotaciones, con respecto a las habilidades de All Might y... ¿Midoriya? Supongo que, como ambos admiran al retirado héroe, quizás haya apreciado algunas similitudes entre su amigo de la infancia y el profesor, aunque a juzgar por como escribe varios insultos antes o después del apodo con el que suele referirse al peliverde, no creo que el chico sepa de la existencia de este ejemplar.

El reloj marcaba las 2 am y estaba perdiendo la batalla para mantenerme despierto. En un momento creé un poco de hielo que derretí para refrescar mi cara, pero aun así continuaba cediendo a mi cansancio. Paulatinamente, comencé a cabecear de un lado a otro mientras sentía mis párpados pesados. Comenzaba a perder la noción del espacio cuando una serie de tirones se manifestaban a mi izquierda.

Mis sentidos se reanimaron en cuanto vi como el rubio estaba luchando contra una fuerza invisible que interrumpía su ciclo de sueño, apretando sus puños contra la almohada a la que se aferraba. ¿Qué tan pesado tengo que tener el sueño para no haberme dado cuenta antes?

Entre leves gruñidos y respiraciones agitadas, intenté despertarlo solo para que me alejara con brusquedad. Había comenzado a sudar y comencé a temer que, si lo despertaba de improviso, podría causar una explosión involuntaria.

Entonces pensé en pasar mi mano derecha por su espalda descendiendo lentamente la temperatura, no estaba seguro de lo que hacía, pero parecía surgir el efecto deseado. Su respiración comenzó a regularizarse y sus movimientos fueron desacelerando. Sus ojos se abrieron lentamente, desorientados.
– ¿Por qué estás despierto? – incorporándose en la cama, cubriendo un bostezo con su mano – ¿Planeabas acosarme mientras dormía de nuevo? – Yo preocupado por ti, ¿y eso es lo que piensas de mí? Aunque, considerando que por el comentario pareces estar de buen humor, a lo mejor sea mi oportunidad para tratar el tema que nos tiene despiertos ahora en primer lugar.
– Katsuki... – comencé sin tener idea de cómo continuar – Lo que no te dije antes, tiene que ver con...
– No te detengas, bicolor – apoyando su codo en su rodilla
– Tiene que ver con las pesadillas que tienes, como la que tuviste justo ahora – su sonrisa se esfumó y temí haber tocado una fibra sensible, pero ya había iniciado y no iba a detenerme hasta saber qué ocurre
– Fue solo una pesadilla – Moviéndose con intenciones de volver a acostarse
– Sé que no es la primera vez – tomando su mano – ¿Crees que no lo he notado?
– Estás exagerando – no planeaba ceder, ni yo tampoco. Así como ahuyentaste mis ataques de ansiedad, quería ser quien te ayudara a lidiar con tus miedos, al menos con alguno de ellos.
– Dime qué te preocupa – tomando su rostro entre mis manos – Conmigo no tienes que pretender ser fuerte. – Mis pulgares acariciaban sus mejillas.
– Yo no pretendo, lo soy – no pude evitar sonreír ante el comentario, pero estaba causando efecto. – A veces recuerdo el incidente con el villano de lodo... – Fue un evento destacable, considerando que involucraba al Símbolo de la Paz y a dos estudiantes de secundaria. Nunca habría imaginado que luego terminaría compartiendo salón de clases con ellos. Cuando lo miré más detenidamente, sus manos se habían convertido en puños, y su voz se escuchaba forzada. – ...Otras veces, cuando... fui secuestrado por LOV... Es como si se turnaran para torturarme por las noches – dijo esto último dejando escapar una risa incómoda. – ¿Por qué me sucede esto...? ¡Shoto! – pronunció con un sonido ahogado
– No es tu culpa – acariciando su cabeza, que ahora estaba ferrada a mi pecho.
– Me molesta respirar – liberándolo de mi agarre
– Lo siento – acomodando su cabello. – Solo que, como me ayudaste a superar mi ansiedad, quiero que sepas que también estoy para ti. – Uniendo mi frente a la de él. – Habla conmigo
– Eres muy empalagoso, bicolor – lanzándose sobre mí – Lo haré. – Tenía su cara acomodada en mi clavícula, y pese a no ver sus ojos, sabía que estaba siendo sincero. Mis manos comenzaron a acariciar su cabello, y entonces mi estómago comenzó a crujir.
– Tengo hambre – dije pesadamente
– Vaya hora para antojos – mirándome
– Procurar tu bienestar me abrió el apetito – moviéndolo a un lado – Vayamos por algo de comer.
– "Vayamos" suena a mucha gente – ya estaba de pie frente a él
– Me lo debes – simulando estar enojado
– Bien. Es un crédito para después. – recostándose de nuevo
– ¡Katsuki!
– Está bien. – Levantándose.
– Quiero leche de fresa
– Eres como un niño
– A ti también te gusta – dándole un beso en la mejilla

Bajamos a la cocina, procurando hacer la menor cantidad de ruido. Mientras a mí me gusta tomarla fría, al rubio le gusta casi a punto de ebullición, por lo que pensé en utilizar la tetera. Un simple objeto como este no debería ser problema, y aun así causaba que mis músculos se tensaran.
– No tienes que hacerlo – tomando el objeto cromado de mis manos, pensé en hacerle caso, pero entonces lo que le dije habría sido en vano
– No puedo decirte que quiero ayudarte a superar tus miedos si no aprendo a lidiar con los míos en el proceso – quitándola de sus manos. Coloqué el objeto debajo de la llave, y lo llené hasta la mitad, pocos segundos después ya estaba sobre la estufa. Sentía los ojos de Katsuki en mi nuca. – Estoy bien
– Eso lo veremos en unos cuantos minutos – recostándose del desayunador

Me dirigí a la alacena para tomar el recipiente que contenía la leche en polvo y el saborizante con olor, color y sabor a fresa.
– Está casi vacío – con razón estaba tan ligero
– El cuatro ojos llevó un recipiente en la alacena del área de lavado
– ¿Por qué está en el área de lavado?
– Porque tiene tres palabras o más en el nombre.
– ¿Y eso qué tiene que ver?
– ¿Y yo cómo diablos lo voy a saber? – acercándose a mí. – No pretendas que entienda la cabeza de alguien que ordena los utensilios de cocina y todo lo que encuentra por orden alfabético. – Tomó el recipiente, y se llevó a la boca los escasos restos del polvillo rosado para luego depositar el recipiente en el basurero. – Iré a buscarlo. No me extrañes – ladeando su cabeza, con una sonrisa pícara.

De verdad quiero pensar que no está intentando hacerse el fuerte, que con esa sonrisa disfraza temores que no quiere admitir. Sé que no será fácil hablar de algo que talvez tenga más tiempo de lo que crea, pero quiero estar seguro.

Apoyado del marco de la puerta, pude apreciar que su suéter se levantaba un poco cada vez que intentaba alcanzar alguna de las alacenas, mostrando por breves segundos su cintura... ¡Debo concentrarme!
– ¿Necesitas ayuda? – acercándome a él
– Claro que no – tomando triunfante el recipiente rosa de una canasta. – ¿Te sentías solo allí afuera? – regresando el objeto de mimbre a su sitio
– Mentiría si digo que no – detallando las fresas en la envoltura del producto
– No tienes que preocuparte – colocando su mano en mi cabeza
– ¿Cómo lo sa...?
– Eres muy fácil de leer – tomando mis mejillas. Aún seguía pensando que esto no eran más que maniobras evasivas. Dejé el saborizante a un lado
– No quiero que simules estar bien – tomando su rostro
– No lo hago. – acercándome a él – Solo dame tiempo.
– Katsuki...
– Confía en mí – uniendo mi frente a la de él.

El olor a caramelo que desprendía su piel junto a la dulce fragancia de fresas no tardó en causar efectos. Sus labios poco después estaban sobre los míos, haciendo lentos movimientos; sabían sutilmente a la baya, lo que envió mis manos a su nuca para asegurarme de poder saborearlo por más tiempo. Sus manos arrugaban mi suéter en donde se aferraban, provocando jalones ocasionales. Oscilábamos procurando evitar rozar nuestras narices mientras nuestras respiraciones chocaban cada vez; había conseguido hacerme dependiente de sus labios más de lo que jamás pensé hacerlo con algo.
– Debemos revisar la tetera – anuncié entre jadeos
– Que lo digas tú, es un gran avance – comentó con una sonrisa antes de volver a unir nuestros labios; no quería apartarme de él.

De pronto, un ruido seco nos obligó a separarnos y nadie podría imaginar lo que implicaba que, de todas las personas, justo él fuera quien nos viera. 

Formas Parte de MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora