8. Mejor de lo esperado

147 21 4
                                    

Todoroki

Ya nos habíamos instalado en las habitaciones y todo era normal, hasta que volvíamos a encontrarnos en el área común. Desde el cuarto piso el ruido era casi imperceptible, salvo por la estridente voz de Bakugou que estaba seguro que podría escucharse incluso bajo tierra. ¿Por qué gritaba todo el tiempo?

En el grupo de mensajes donde estábamos todos, recibimos un mensaje del profesor Aizawa donde nos informaba que, con motivo del día de las madres, podríamos ir a visitarlas y que, en caso contrario, los dormitorios estarán abiertos para quienes decidieran quedarse.

Ese fin de semana en especial, no tenía intenciones de ir a mi casa, por lo que me pareció idónea alternativa quedarme en mi habitación hasta nuevo aviso. Todos estaban emocionados mientras escribían en el grupo de chat qué harían, mientras yo no quise seguir leyendo, por lo que regresé a dormir. Pensar en mi madre seguía siendo un tema abrumador, pese a que ya había vuelto a hablar con ella. Solo necesitaba tiempo. Apenas les había comunicado a los del Dekusquad que me quedaría.

Tomé mi celular y, para variar había cientos de mensajes de los demás. Entre los que miré superficialmente, unos llamaron mi atención: Bakugou también se quedaría.

No imaginaba mejor forma de pasar un fin de semana que con el más volátil de toda la academia. Fue entonces cuando su reacción no se hizo esperar.

"¿Por qué debo quedarme con la persona más aburrida del planeta?" protestó. Ya estaba sintiéndome irritado y eso inició una serie de posibles resultados ante una confrontación entre el rubio y yo. "Todoroki no tolera el acoso. Él probablemente lo congelaría hasta que regresemos." Argumentó Midoriya, y tenía toda la razón. Era solo cuestión de ignorarlo para que nuestros caminos no se cruzaran hasta el lunes.

Desperté a la mañana siguiente. El dormitorio estaba en completo silencio. ¿Será cierto que Bakugou decidió quedarse? Lo reconsideré mejor y quizás debería hacer algo más que pasarme el fin de semana durmiendo, pero no quiero confirmar si el ruidoso estaba aquí o no.

Decidí tomar mis apuntes y estudiar un rato. Luego de unas cuantas horas, volví a revisar mi celular para confirmar que era casi el medio día y, algunos mensajes que, no esperaba tener; dos de Natsuo, uno de Fuyumi y unos cuantos de... ¿Bakugou? ¿Por qué me estaba escribiendo?

Sin intenciones de averiguarlo, concluí obviarlos como había hecho hasta ahora, no quería hablar con nadie, pero empezaba a sentir hambre así que, tras tomar una profunda bocanada de aire, decidí bajar las escaleras con destino a la cocina, esperando que no estuviera allí.

Cuando entrenamos no es tan complicado hablar con él, de hecho, a veces es posible razonar, es solo que mayoría del tiempo solo no es muy bueno comunicándose. Es como si ladrara todo el tiempo.

Abrí el refrigerador y encontré un recipiente con las sobras de soba que había preparado ayer. Lo coloqué en una bandeja y me dirigí a mi habitación, pero no contaría con tanta suerte. Estaba escuchando las fuertes pisadas del otro individuo con el que compartiría residencia por dos días, y eso no era nada favorable. Solo seguí caminando, no me interesaba encontrarme con él. Desde la distancia podía escucharlo llamarme con uno de los tantos sobrenombres peyorativos con los que se refería a mí. Hizo una de sus explosiones y en cuestión de unos segundos, ya estaba de pie justo en frente de mí. La idea de congelarlo hasta el lunes estaba cobrando fuerza.
– Bastardo Mitad–Mitad, ¿acaso no podías escucharme?
– ¿Qué quieres Bakugou?
– ¿Por qué no respondiste mis malditos mensajes? Sé que los viste
– Porque no me interesa. ¿Puedo irme ahora?
– Púdrete. No quiero verte en el resto del día. – Chocando con mi hombro al apartarse
– El sentimiento es mutuo. – Siguiendo mi camino.

Al final comencé a sentirme extrañamente agotado. Ese breve encuentro con Bakugou drenó toda mi energía, por lo que dejé la bandeja en mi escritorio y me recosté en mi cama, cayendo en un sueño profundo poco después.

Formas Parte de MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora