40. Mientras seas feliz

85 12 0
                                    

Jiro

Nadie nos habría preparado para lo que vimos poco después de que la película había iniciado. ¿Quién pensaría que Bakugou besaría a Todoroki en frente de todos? Por supuesto que la impresión no se hizo esperar, pero mis ojos se fueron directamente hacia la amiga que estupefacta miró la escena para luego irse minutos después, cuando creyó que nadie más lo notó.

Toru Estaba hecha un mar de lágrimas mientras yo deseaba hacer todo lo posible para quitarlas de sus mejillas.
– Momo – intentó acercarse la invisible
– Necesito que me dejen sola, por favor – pidió sin mirarnos, marchándose a paso rápido.

Un nudo se formó en mi garganta y Toru solo se limitó a apretar mi mano mientras nos dirigíamos al área común. Al llegar, los chicos seguían viendo la película como si nada hubiera pasado, o eso parecía. Mis ojos reposaron en nuestros compañeros cuando pretendíamos volver a ocupar nuestro lugar, percatándome de que tanto Mina como Kirishima no estaban presentes. Pese a la aparente tranquilidad, de alguna forma, se sentía como si algo estuviese fuera de lugar.

Quise creer en lo que Toru me dijo aquella vez cuando los espió era mentira, pero en vista de cómo estaban acurrucados Todoroki y Bakugou, confirmé que su beso no fue una alucinación. Tenía miedo de mirar en su dirección con miedo a que quisiera atacarme, pero su expresión era ilegible, como si no estuviera presente, como debía estar mi expresión también.

Terminamos de ver la película, y mientras los demás parecían estar felices con el final, mentiría si dijera que le presté atención. Durante todo ese tiempo solo estuve pensando en Momo y en alguna forma para levantare los ánimos, pero ¿cómo podía darle consuelo a algo con lo que yo también estaba lidiando?

– ¿No vienes? – Preguntó la que se convirtió en mi cómplice mientras contemplaba el vaso de agua frente a mí
– No tengo sueño – mentí
– Dale tiempo y no te sobre esfuerces – sé que no podía ver sus facciones, pero sabía que ella también quisiera tener las palabras indicadas para Momo – Por favor, descansa – pidió apretando mis manos antes de desaparecer por las escaleras.

Terminé de recoger algunas envolturas que estaban esparcidas irregularmente, o más bien, escondidas, y apagué la luz de la cocina. Y, esperando a quedar a oscuras, fue la luz de la luna a través de la ventana que me hizo posible seguir definiendo las formas de los objetos allí.

Me acomodé en el otomano de una de las ventanas, esperando estar lo suficientemente cansada como para no tener más excusas para forzarme a permanecer despierta. Es como si quisiera castigarme por no haberle dicho lo que sabíamos, o más bien, el escarmiento al que me obligaba a estar sometida por mi patética esperanza de que ella tal vez lograría verme con los mismos ojos con los que lo veía a él.

– ¿Jiro? – casi me caigo del asiento cuando escuché la voz de Sero desde el pasillo – Lo siento, no quería asustarte. – Mientras se acercaba, me apresuré a limpiar los rastros de las lágrimas que había derramado. – ¿Estás bien? Pude notar que estuviste distraída durante toda la película, aunque con lo que pasó hoy, no es para menos. – Sentándose a mi lado
– Sí... Estaba pensando en que aún tengo cosas qué empacar – esperando que no leyera la mentira a través de mi ambigua seguridad
– Si necesitas ayuda, solo pídemela – mostrándose tan amigable como siempre
– Sí, lo tendré en cuenta. – dirigiendo mi vista al exterior, aferrándome a mis rodillas como si evitara romperme. Él permaneció en silencio a mi lado, con la vista fija en el exterior.

Mientras inútilmente intentaba evadir lo inevitable, el nudo en la boca de mi estómago parecía agrandarse cada vez que a imagen de Momo llorando venía a mi cabeza.
– ¿Cómo razonas lo que el corazón no entiende? – Pregunté precipitadamente, tomándolo desprevenido para luego arrepentirme inmediatamente de lo que había hecho sin pensar. – ¡No tienes que responder! Debo estar muy cansada. – Intentando alejarme de tan vergonzosa situación
– Yo también me he hecho la misma pregunta – respondió con la voz más monótona que jamás le hubiera escuchado hacer – Supongo que no se trata de razonar, sino de entender que hay cosas que están fuera de nuestro control. – Verlo así de serio era una imagen inusual – Es como si pensaras "Si está bajo mi control, ¿por qué me preocupo? Y si no lo está, ¿por qué me preocupo?" – respondió, al tiempo en que yo estaba agradecida de que no cuestionara el motivo de mi extraña pregunta
– Eres mejor dando consejos de lo que pensé – dije viendo cómo se formaba una tímida sonrisa en su rostro. No estaba segura si esa respuesta era la que esperaba, pero, me hizo sentir mejor.
– Creo que hoy ha sido una noche muy larga – levantándome – Será mejor que al fin vayamos a dormir – imitando mi gesto
– ¿Sabes en qué también soy bueno? – haciendo una pausa – Haciendo panqueques, pero no se lo digas a Bakugou. Los suyos saben mejor. – Susurrando esto último, volviendo a su personalidad habitual.

Formas Parte de MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora