35. Cuestión de segundos

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Bakugou

– ¿Por cuánto tiempo más piensas estar molesto? Bueno, más de lo usual – no entiendo por qué si hay más sitios donde puede acomodarse, le gusta sentarse en el suelo, justo al pie de mi cama.
– Por el tiempo que ese brócoli respire – las cortinas de mi habitación se movían frenéticamente. Al dirigirme a cerrar la ventana, pude ver cómo nubarrones considerables se formaban en la distancia, lo que inmediatamente me generó un mal presentimiento.
– Yo no creo que sea un inconveniente que él lo sepa – hojeaba el libro que sostenía luego de que me alejé de los cristales en los cuales ya se veían algunas gotas, dejándome caer sobre mi cama, aliviado de no tener que pasar la noche a solas si, como suele suceder en este tipo de condiciones, la lluvia estaba acompañada de los malditos rayos. – Quizás sea un indicio de que es tiempo de darlo a conocer – sus dedos se escurrían en mi cabello. Claro que no vas a estar de acuerdo conmigo, de lo contrario el maldito nerd no estaría tan campante como siempre, pero había algo más. Mientras solo él y yo supiéramos de esto, era mucho más fácil. Sin tomar en cuenta que no tendría que escuchar las insignificantes opiniones de los demás al respecto. Quería que esto sólo nos perteneciera a nosotros dos, y nadie más.
– Me hubiera gustado que fuera nuestra decisión – maldición, de todos justo él tenía que ser quién nos viera. Sentía como si cada vez que mi mente repasaba ese día, una úlcera hacía casa en mi estómago, con el nombre de ese idiota escrito en ella.
– Yo creo que es una muestra de cómo lo tomarían los demás.
– Me tiene sin cuidado lo que piensen esos extras. – Volteándome sobre mi pecho, para mirarlo de frente. – Sin embargo, ¿cómo crees que reaccionaría tu viejo? – Ésta también era otra razón. Sus ojos se expandieron y desvió la mirada. Como el héroe con el más alto ranking, siempre estaba en el ojo público, incluidos los allegados a él, en especial el hijo que también era aspirante a héroe profesional.

Me había contado que la antorcha había intentado llevarse mejor con él, desde la última pelea que tuvieron, pero años de maltratos no iban a desaparecer en cuestión de semanas, meses e incluso años. Éste era un tema delicado para él, que aún ha dejado secuelas en él y sus hermanos, pero aún más en su madre, quien está aislada en un hospital psiquiátrico justo por la misma razón.

Aparentaba estar apaciblemente indiferente, pero sus dedos blancos aferrados al tomo del libro de Historia del Arte del Héroe Moderno, evidenciaban lo contrario.
– No tienes que responder – moviéndome para acomodarme en el espacio entre sus piernas.
– Quisiera demostrarles lo importante que eres para mí – colocando sus manos alrededor de mi cintura. Estando tan cerca de su rostro, podía detallar los diferentes tonos de gris y turquesa que sus ojos destellaban. Podría mirarlos indefinidamente.

Mis manos se dirigieron a su rostro y su expresión se suavizó, cerrando sus ojos a mi contacto, dejándose llevar por los movimientos repetitivos de mis pulgares en sus tersos pómulos. Justo por esta cara tan angelical es que te llaman "príncipe" y sólo yo puedo acariciarla.
– Eres muy ingenuo a veces – apretando sus mejillas, haciendo que mohines distorsionaran sus facciones, apretando el agarre de sus manos en respuesta.

Verlo así siempre me provocaba una sonrisa involuntaria, que sólo él tenía derecho a ver. Justo por eso quería que esto fuera sólo de nosotros dos, que nadie más viera cómo somos a solas, cómo todo lo demás es inexistente mientras estamos en los brazos del otro.

Permanecimos unos momentos en silencio con los ojos cerrados, arrullados por el ruido de la lluvia en el exterior y nuestras respiraciones pausadas, pero siempre que estoy tan cerca de sus labios es inevitable que no me sienta tentado a tenerlos juntos a los míos, donde pertenecen. Fue un beso lento, donde nuestros labios se intercalaban mientras el ligero roce de nuestras narices provocaba un cosquilleo en cada oscilación.

– Katsuki... Tengo que estudiar – dijo entre jadeos, intentando disimular inútilmente una sonrisa
– ¿Prefieres estudiar que pasar tiempo de calidad conmigo? – recorriendo su barbilla, hasta llegar a su clavícula
– No sé, quizás sea porque aún tengo marcas visibles desde la última vez – protestó, cuando mis labios estaban en el área de su yugular
– Habrá que renovarlas entonces – riendo sobre su cuello
– ¡Katsuki! – intentando alejarme, sin éxito, lo que me hizo sonreír.

Llevé mis ojos a la altura de los suyos para poco después besar cada parte de su rostro, desde la frente hasta sus párpados, su nariz, hasta llegar a su boca, donde esta vez había menos necesidad de pausas en cada movimiento. Mis manos jugaban con el cabello de su nuca, mientras sus brazos se amoldaban a la forma de mi torso, haciendo movimientos ascendentes y descendentes, sintiendo como nuestras lenguas no pretendían ni el más mínimo reposo. A veces escuchaba uno que otro gemido escapar de sus labios, pero no pretendía darle tregua; no quería hacerlo.

Mis manos reposaban en sus hombros cuando el cambio brusco de luz nos obligó a separarnos.
– ¿Un apagón? – cuestionando lo obvio, con la respiración audiblemente agitada
– Se supone que los dormitorios debían prever este tipo de situaciones – este era justo el mal presentimiento que sentí poco antes. De su mano emanaba una pequeña flama cuando escuchamos un alarido familiar...
– ¡Dark Shadow! – dijimos al unísono, dirigiéndonos a la habitación de Tokoyami, a poca distancia de la mía.

El chico se encontraba en el suelo cuando irrumpimos en su cuarto, azabache a más no poder. Shoto se acercó a quien respiraba con dificultad mientras la razón por la que nos alteramos se encontraba hipnotizado con las pequeñas chispas que desprendían mis dedos. Desde el Festival Deportivo, había percibido que, lejos de causarle temor, de alguna forma el ente había aprendido a ser dócil con pequeñas cantidades de luz. Me costaba creer que esta criatura tan dócil fue la misma que acabó con la cosa de dientes que nos persiguió durante esa problemática noche en el bosque... Ahora que lo pienso, siento esa misma sensación ahora. Esa incomodidad expectante porque ocurra lo peor...
– Gracias por venir, aunque no esperaba verte Todoroki – los ojos de cuervo saltaron de Shoto a mí
– Estábamos estudiando... – o algo así... Y fue entonces cuando un ruido lo suficientemente fuerte como para pensar que el rayo había impactado en el interior del dormitorio, resonó en las paredes, haciendo que casi pierda el equilibrio. Lo que faltaba, una maldita tormenta eléctrica.
– Vayamos al área común – anunció el bicolor, ayudándolo a levantarse

Una vez en el pasillo, el ruido era insoportable. Los distintos tonos de voz de los extras eran inentendibles, y molestos.
– Es solo un maldito apagón. De seguro restaurarán la electricidad en pocos minutos – gruñí acercándonos a las escaleras, pero el destello desde el exterior tensó mis músculos, preparándome para el subsecuente estallido de lo único que me hacía flaquear. Shoto rápidamente se colocó a mi lado, y esperé a que quien nos acompañara hiciera caso omiso de mi efímero estado.
– Los rayos debieron ser la causa del corte de energía – comentó el cuervo, dándonos la espalda, para mi alivio. Y entonces escuchamos quejidos.
– Es Koda – reconoció el bicolor. – Debe estar lidiando con las mascotas que tiene
– Ayúdalo – sus ojos reposaron en mí, preocupados – Voy a estar bien – aseguré, esperando a que el ruido ambiental camuflajease mi voz
– Los veo abajo – acelerando su paso escaleras arriba.

El pensamiento de que esto podría estar remotamente relacionado con la LOV no dejaba de tensar mis músculos, aunque me costaba creer que ese grupo de inadaptados serían tan estúpidos como para atacar en un área tan férreamente protegida, con o sin electricidad. Fuera de eso, la incertidumbre de no saber cuándo impactaría el próximo rayo, sometía a mis músculos a una presión persistente.

– Vayamos abajo – indiqué, solo para que el maldito clima lo tomará como una oportunidad para iniciar el caos. Otro destello de luz iluminó el pasillo donde estábamos con tanta claridad que pareció hacerse de día en los breves segundos en el que el posterior impacto incluso consiguió romper el cristal de la ventana a pocos pasos de mí, provocándome un espasmo que cesó momentáneamente la concentración en mis manos, dejándonos en una profunda oscuridad.
– ¡Dark Shadow, tranquilízate! – sumado a sus demandas, la lluvia, el ruido en el interior del edificio y mis nervios, mi cabeza comenzó a dar vueltas al tiempo en que mis oídos latían con fuerza, y un punzante malestar en el pecho me sometió de rodillas. – ¡Dark Shadow! – fue lo último que escuché antes de que mi cuerpo se estremeciera tras el espasmódico dolor provocado por el arrebato de la sombra contra mí, que extrajo con toda la brusquedad posible, el aire que conservaba en mis pulmones.

Pese a mis intentos por acercarme al chico que ahora era una miasma oscura andante, solo alcancé a ver franjas rojizas cubrir mis brazos poco antes de quedar inconsciente.  

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