25. Solo pienso en ti

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Bakugou

La mañana siguiente a nuestra prueba final, Shoto seguía dormido a mi lado. Supongo que debían ser al menos las 6am debido a mi falta de sueño. Me liberé de él lentamente procurando no despertarlo. Antes de levantarme, acomodé el cabello detrás de su oreja; verlo así de apacible era hipnótico. Dejé un beso en su mejilla antes de salir de la habitación. Pensar en que esto pueda ser una rutina diaria desde ahora, no estaría mal.

Tras llegar de correr, Shitty–Hair se encontraba en el desayunador con la cinta pegante. Recordando los últimos mensajes que había compartido con él, insistió en que éste sería el fin de semana cuando en el que saldríamos. Desde e último incidente en el que estuvo involucrado, realmente se veía deprimido por la muerte de ese héroe profesional, así que accedí para que dejara de gimotear.

– Bakubro, ¿a qué hora es nuestra cita?
– En cuanto me duche nos iremos
– ¿Ustedes van a tener una cita? – preguntó el que tomaba un vaso de jugo rojizo
– Bueno... No...
– Sólo iremos a caminar. A ver si este idiota vuelve a su idiotez habitual. – respondí sin esperar respuesta, dirigiéndome a mi habitación.

Cuando terminé de cambiarme, revisé mi celular para ver si había algún mensaje del bicolor y las únicas notificaciones que había eran, para variar, las del maldito grupo de clase. Como era fin de semana y con el sueño tan pesado que maneja, debía seguir dormido. Había olvidado decirle la noche anterior que saldría con el pelirrojo, por lo que pensé en enviarle un mensaje comunicándoselo. "Saldré con Shitty–Hair. Estaremos de regreso en la tarde. Cuando veas este mensaje, escríbeme."

– ¡Bakubro! – el fuerte azote en mi puerta casi me hace tirar el dispositivo
– ¡¿Qué demonios?! – abrí la puerta con brusquedad
– ¡Se nos hará tarde! – El pelirrojo ya no tenía su ropa de dormir
– ¿Tarde para qué?
– ¡Para compartir con mi mejor amigo! – sus caninos destacaban en esa boba sonrisa suya
– Eres un fastidio – cerrando la puerta tras de mí, solo para que se colgara de mi hombro camino a la salida.

Estaba tan animado como un perro al que salen a pasear. Caminamos hasta el centro, a donde se encontraban diversos escaparates de tiendas de todo tipo y locales de entretenimiento. Verlo así de feliz era algo desconcertante, a menos que lidiara mejor de lo que pensaba con sus dilemas.
– ¡Ya llegamos! – Era un local de arcade. Al entrar al local era como una especie de cueva, lleno de luces estroboscópicas de varios colores y sonidos artificiales de naves o quien sabe qué diablos. Había personajes de todas las edades embelesados por los colores y animaciones con las que interactuaban.
– ¡¿Un maldito arcade?! – me arrastró a uno de las cabinas que disponía de un par de armas de plástico y visores
– ¡Relájate! Esto será divertido – colocándome el visor y el arma en mano. El juego tuvo un comienzo lento, unas malditas naves se dirigían a nuestra dirección y con el tiro del gatillo de plástico, eran eliminados uno a uno. Tras un rato, el audiovisual aumentaba la cantidad de estos invasores al tiempo en que las armas aumentaban de capacidad y alcance. Debo admitir que me estaba dejado llevar; ver cómo eran destruidos con tanta facilidad era adictivo y vigorizante, con cada explosión no hacía más que querer pasar al siguiente nivel. Pese a los efectos envolventes de sonido, podía escuchar la misma euforia proveniente de mi izquierda; al parecer ya estaba de mejor humor. Supongo que estaba saliendo mejor de lo que pensé. Me pregunto si a Shoto se sentiría a gusto en un lugar como éste.

No sé cuánto tiempo pasamos en local de videojuegos, pero cuando salimos, ya era el mediodía.
– ¡Eso fue fantástico!
– No fue para tanto, Shitty–Hair
– Claro que sí, ¡conseguimos la puntuación más alta! – volviendo a mostrar sus dientes afilados; a veces me recordaba a una piraña o un tiburón.
– Como sea. Tengo hambre.
– ¡Ya sé a dónde iremos! – arrastrándome nuevamente a otro lugar.

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