19. Solo nosotros dos

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Todoroki

La luz del sol que se coló esa mañana en el cuarto de Bakugou, que estaba rodeándome con sus brazos. No solo nos turnábamos los cuartos al dormir, sino también cómo dormíamos. Sentir su pecho en mi espalda era una de las mejores sensaciones que jamás había sentido, me sentía resguardado en sus brazos y eso era lo que más disfrutaba de estar con él. Me giré lentamente para no despertarlo. Sentir su cabello entre mis dedos era relajante, y ver lo apacible que podría llegar a ser, sería siempre algo que querría mantener solo para mí.

De pronto comenzó a gruñir y temí haberlo despertado, pero el solo me acercó más a su pecho, lo que hizo que asegurara mi brazo alrededor de su espalda. Podía sentir las vibraciones guturales de su garganta al despertarse, era como el ronroneo de un gatito.

– ¿Desde cuándo eres tan madrugador? – estaba frotando mi cabello
– Es que no tenía sueño. ¿Te desperté?
– No. De seguro debe ser hora de levantarme.
– Si quieres nos podemos quedar aquí, después de todo es domingo. – Hundiendo mi nariz en su pecho.
– Tenemos un examen mañana, no podemos pasarnos el día en la cama – besando mi cabello antes de liberarme. Verlo sentado al borde de la cama, me motivó a tomarlo por detrás; su espalda aún estaba cálida. – Nada de lo que intentes hará que me quede contigo aquí. – acariciando mi cabello mientras besaba su cuello. – Ya basta. – Se liberó de mí con dificultad. – Ve a cambiarte, nos vemos en diez minutos. – Entrando al baño dejándome en la cama.

Acatando su pedido de mala gana, me dirigí a mi habitación para quitarme el pijama. Una vez cambiado, me recosté en mi cama hasta que pasaran los diez minutos.
– Oye, bicolor, ¡despierta! – Bakugou estaba frotando mi cabeza, y yo lo atraje a mí, tomándolo de la cintura – ¡Déjame ir! ¡Tenemos muchas cosas que hacer hoy! – apretando mis mejillas, provocando que me levantara. Detestaba cuando hacía eso, pero con reprochárselo solo conseguía que lo hiciera con más insistencia. – Si no te gusta, no me des motivos para hacerlo – me sonreía de la forma en lo que lo hace cada vez que consigue lo que quiere.
– No me iré hasta que te disculpes. – Cerré mis ojos en espera de lo único que sabía que me haría seguirlo.
– A veces eres tan infantil. – Tomando mi rostro en sus manos. Comenzaba con un ligero roce en mis labios, hasta que aumentaba la insistencia de mantenerlos sujetos a los suyos. No necesitaba comprobar con nadie más que solo podría sentirme así de feliz con él. Estaba acostumbrado a la pasividad con la que me besaba, disfrutando de cada beso individualmente e incluso del choque de nuestras respiraciones. Lentamente se separó de mí y permanecimos mirándonos fijamente por unos segundos. – Vayamos por el desayuno – levantándose de la cama, al tiempo en que yo lo imitaba.

Al llegar, él fue abordado por el Bakusquad, y yo estuve un rato con el Dekusquad. Aún me resultaba gracioso cómo habíamos terminado en esta cotidianidad en la que estábamos divididos en esta especie de equipo. Tras compartir/discutir un rato con Kirishima, Kaminari, Sero y Ashido, nos dirigimos a la biblioteca. Pese a su mal carácter, Bakugou era bastante eficiente explicando.

Habíamos estado estudiando por al menos cuatro horas, cuando me rehusé a escuchar los causales de los primeros legisladores de leyes para héroes en oficio.
– No quiero seguir. Tengo hambre. – apoyando mi cabeza sobre el libro
– No te dije que te detuvieras – dándome un ligero golpe con el ejemplar que tenía. – Aunque también tengo hambre.
– Quiero soba – elevando mi cabeza
– Nada de eso. Es la única porquería que comes. – Levantándose de la silla, tomando el libro y sus apuntes
– Pero es lo que me gusta. – yo tomaba mis cosas y lo seguía.
– No puedes seguir comiendo esa sopa fría y desabrida. – le fruncí el ceño, deteniendo mi avance. Él se giró hacia mí y, para sorpresa de nadie, estaba molesto. Caminó hasta donde estaba, sin mirarme.
– Te prepararé algo de comer. – tenía una mano detrás de su nuca. Mi respuesta inmediata fue abrazarlo. – ¡Idiota, estamos en el pasillo!
– Es que estoy muy feliz – dándole un beso en la mejilla, para luego soltarlo
– No te acostumbres – refunfuñó caminando a mi lado

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