Bakugou
Pasar el día con el cuarteto de idiotas fue tan irritable como siempre. Lo único rescatable fue la chaqueta que Pinky me compró; incluso el flemático lo notó. Pensar en él me dieron ganas de ir a verlo, pero estaba molesto. ¿Por qué dijo ese estúpido comentario acerca de cocinar?
Me sentía intranquilo, así que de todos modos fui.
Una vez en su habitación, estaba sentado en la cama, apenas iluminado por la lámpara de su mesa de noche. Me escabullí debajo de sus sábanas, abriendo sus piernas para acomodarme sobre él. Su maldita habitación estaba tan fría como siempre.
– ¿Agotado? – mientras acariciaba mi cabello y yo lo tomaba de la cintura; tenía su voz burlona
– No empieces – hundiendo mi cabeza en su pecho; sus latidos eran pausados
– Yo te daba por dormido
– Eso no te importa, además, ¿qué fueron esos comentarios que hiciste frente a los demás?
– Supongo que estaba incómodo... – su voz se hizo más grave. Me levanté para verlo a los ojos, y en efecto, se veía así
– Fuiste tú quien sugirió que compartiera más tiempo con el cuarteto de idiotas
– A lo mejor yo también quise estar así contigo frente a los demás, y no solo cuando estamos a solas – sentí un hueco en la boca del estómago
– Oye... – me interrumpió con un beso
– Lo sé. – Su pulgar acariciaba mi mejilla. ¡Maldición! A veces detestaba sentirme así de embelesado por él. Me sentía expuesto. – Aunque, ¿sabes? Tiene sus ventajas tenerte solo para mí. Solo yo puedo ver la expresión que hiciste justo ahora – mis latidos retumbaban mis tímpanos
– Eres un idiota – acercándolo a mí para besarlo. Odiaba admitir que sentir sus dedos en mi cabello, en especial en mi nuca me volvía loco. Sus labios eran dóciles y no quería apartarme de ellos. Tenía razón, solo yo podía disfrutar de su mirada bicolor cada vez que nos apartábamos.Solo yo podía verla y, nadie más.
...
Al menos una vez por semana éramos citados a un campo de entrenamiento especial, donde debíamos pasar la noche pues terminábamos tan exhaustos que era lo más idóneo. Pero lo peor de todo, era tener que compartir espacio con el par de extras de la otra academia: el orangután eólico y la ilusionista. Al menos el estoico del bicolor estaba conmigo.
Ese día habíamos estado bajo la supervisión de Edgeshot, quien nos solicitó crear estrategias de rescate frente a un derrumbe. Logramos rescatar a los afectados, pero terminamos tan heridos que necesitamos de asistencia. Este maldito curso estaba acabando con mi paciencia. Yo quiero eliminar villanos, ¡no ser un estúpido rescatista!
– No salió tan mal, Bakugou – casi quedaba aplastado bajo su propio hielo
– ¡Lo dice quien está sangrando! – rasgué parte de mi traje para improvisar un vendaje
– Eres tan amable – eso hizo que apretara el nudo, haciendo una mueca de dolor
– Estoy agotada – la sugestiva se quejaba al caminar
– ¡TU NO HICISTE NADA!
– El apoyo moral es indispensable para brindar soporte emocional. Deberías aprender más de tu guapo compañero – estaba al borde de mis nervios. Tenía la espalda adolorida, pero no sería problema volarle la cara
– ¡Pues yo estoy feliz con el resultado! – dijo el otro bastante campante
– ¿Así? Yo considero que fue bastante deficiente. – El héroe profesional encargado apareció frente a nosotros. – Al salvar a los rehenes deben procurar no tener que ser rescatados ustedes también. Pero por hoy eso es todo, pueden descansar. Desapareciendo de la misma forma en que vino. El más alto de los cuatro saltaba con demasiado entusiasmo.
–Estas son buenas noticias. Pasamos de "pésimo" a "deficiente" ¡Estamos mejorando!
– Me alegra que estés tan animado, Yorashi. Una actitud positiva siempre ayuda.
– Voy a matar a alguien – la acidez empezaba a subir por mi garganta
– No, no lo harás – tomando mi mano. El gesto me tomó desprevenido, pero el par de idiotas estaban tan concentrados en ellos que no lo notaron.Pese a lo agotados que estábamos, debíamos preparar algo para cenar. Decidí preparar estofado porque era lo más fácil de hacer, pese a las protestas del maniaco del aire. Nos repartimos las tareas: la flacucha se encargaba de preparar la salsa; su compañero cortaba la carne; yo pelaba los vegetales para que éstos fueran cortados por el más callado de los cuatro. Después de ser tratado por uno de los cuidadores por la herida en su brazo, no quería que hiciera nada demandante.
– ¡No cortes los vegetales tan gruesos, o terminarán crudos!
– ¿Has pensado en ser cocinero?
– Estoy dotado de varias habilidades
– De eso estoy seguro – acercándose a mí. Su hombro derecho rozaba el mío, y su boca estaba a poca distancia de la mía.
– Ustedes parecen ser bastante unidos – ¡Maldición! ¿Cómo pude olvidar que estábamos con este par de idiotas? Nos separamos al instante.
– ¡¿QUÉ QUIERES?!
– Solo quería saber si querían degustar la salsa, para saber si es de su agrado
– ¡No estorbes, ilusionista! – tomando el siguiente vegetal
– Yo lo haré – haciendo un ademán para tomar la cuchara
– ¡Ah! Espera... – levantando la cuchara a su boca – di "Ah" – y el muy idiota justo hizo eso. Debí hacerla explotar en cuanto tuve oportunidad, o darle uso al cuchillo que sostenía
– Yo creo que está bien
– ¡Eso lo comprobaré yo! – arrebatándole la cuchara de la mano a la insulsa – ¡Está desabrido! ¡Agrégale más picante!
– ¿Acaso eso fue un beso indirecto?
– ¡HAZ LO QUE TE DIJE! – alejándose dando saltos.Había terminado con la docena de vegetales, pero el bicolor no había terminado de cortarlos para colocarlos en brochetas. Sus movimientos eran tan pausados como siempre. Ignoraba lo que estaba pensando y cuando estábamos aquí siempre me sentía asediado por el par de estúpidos que nos acompañaban. Quería estar con él.
– Iré por más vegetales – anuncié alejándome al almacén. Esperaba que entendiera a qué me refería, tarea que podría resultarle titánica pues el apático podría llegar a ser increíblemente denso.No sé cuántos minutos habrían pasado desde que me encontraba ahí. Estaba ansioso y solo quería verlo a él. Me dispuse a caminar por el gran almacén y me percaté de que en la parte de atrás había varios tipos de comida empacada. De haberlo sabido, habríamos hecho algo con esto.
– ¿Bakugou? – ¡Al fin! Parece que ha mejorado captando indirectas. Caminaba con precaución mirando alrededor, así que pensé en tomarlo desprevenido.
– No pensé que entenderías – colocándolo contra mí, apartándolo de la entrada
– No estaba del todo seguro. Tú no sueles solicitar ayuda.
– Porque no la necesito – no le di oportunidad de responder. Lo tomé del cuello, y tomé su labio inferior. Él rápidamente colocó sus manos en mi espalda y cintura, mientras yo me sumergía en su boca. Era un beso lento, abrazador e intenso. Se sentía como si hubiera pasado una eternidad desde la última vez que estábamos a solas. Cuando brevemente lográbamos separarnos en busca de aire, volvíamos a buscarnos con necesidad, tomando posesión el uno del otro sin reparos.Podía sentir sus manos explorar los músculos de mi espalda con la misma hambre con la que yo besaba su cuello. Los gemidos ahogados que contenía no hacían más que motivarme a continuar.
– Bakugou... – dijo en un susurro, escuchándose agitado – tenemos que regresar... – exclamó entre jadeos
– Ese par de extras pueden esperar – sin permitirle argumentar. Jugaba con sus labios a mi voluntad y él no hacía más que ceder. Nuestras respiraciones chocaban con insistencia y eso no nos detuvo para continuar en esta lucha de poder, donde claramente era yo quien llevaba la delantera. Sentir sus labios acomodándose entre los míos era realmente embriagador y adictivo. Solo cuando me sentí satisfecho lo liberé, para que se acomodara en el hueco de mi cuello. Su pulso estaba tan agitado que sus latidos eran bruscos, aunque no podía asegurar que no se tratara de los míos. Deposité un ligero beso en el área de su cuello que estaba a mi alcance, satisfecho del estado en el que lo había dejado.– ¿Por qué tardaron tanto? – acercándonos al par que comparte una neurona
– ¡NO ES TU MALDITO PROBLEMA! – colocando otra cesta de vegetales sobre la base de piedra
– ¿Están seguros de que todavía tienen hambre? – la lasciva nos miraba curiosa
– ¿A qué te refieres? – el otro idiota cuestionó y yo me preguntaba si el homicidio era ilegal
– ¡A ALGO ESTÚPIDO, COMO SIEMPRE! – tomando otro vegetal para pelar – Y si la maldita salsa no está terminada, te cocinaré junto con estos vegetales – la muy infeliz, solo me mostró una sonrisa antes de irse. Serían unas semanas insoportables, pero, mientras estuviera con él, serían más llevaderas.
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Formas Parte de Mí
Fiksi PenggemarTuvimos que pasar más tiempo juntos para descubrir que quizás podríamos tener varias cosas en común, como nuestros sentimientos... afortunada e irremediablemente. Vamos, no te resistas. Quizás sea la joyita que no esperabas leer pero sí la que nece...