24. Misión: Ganar sus corazones

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Bakugou

Por más que les gritaba, no hacían más que pegarse como sanguijuelas a mí.

– Son estudiantes de la Primaria Masegaki – continuó hablando la orca antropomórfica – Deben hacer que confíen en ustedes. – Maldición, de payaso a niñera. Este maldito curso me estaba llevando al límite.
– ¡¿Y EL DUELO A MUERTE?! – mi grito hizo llorar a uno de los enanos.
– Lo hiciste llorar – se quejó otro. Si pretendía pasar este examen, debía ser más "gentil" con ellos. Pensar en esto no hacía más que recordarme al nerd de Deku.
– ¡No llores! – ordené, sin resultados
– Hay gente así – la voz provenía de un microbio recostado en la pared. – Adultos que creen que gritando conseguirán todo lo que quieren, por eso no nos inspiran. – Me recordaba a la copiadora del 1–B.
Mirando alrededor, todos lidiaban como podían con la cuadrilla de musarañas. Shoto era asediado por los engendros con respecto a sus accesorios, cuyas conclusiones a lo mejor no eran tan extravagantes... El pelón era un saco de boxeo y la otra solo estaba de lasciva estrujando a las aberraciones contra su pecho.

Distraído viendo a los demás, un par de los mini demonios tomó mis granadas y comenzó a correr. Me sentí tentado a activarlas, pero para variar la voz de Shoto que me decía que herir de gravedad a inocentes era ilegal, me contuvo. No entiendo qué diablos pretendían que hiciéramos con estos enanos. Y como si me hubiera leído la mente, recibí la respuesta.

– Deberán colaborar para ganarse el corazón de la clase – ¡¿Otra maldita vez?!
– ¡¿Seremos niñeras?! – protesté solo para que me diera la espalda.

Los supervisores, el idiota con don de albóndiga, All Might y Endeavor tenían los ojos puestos en nosotros. Cuando la voz de la cacatúa que tenemos pro profesor estalló los altavoces

– ¡VAMOS A SUBIR ESOS ÁNIMOS! – maldición – Empezó la batalla entre los niños y los aspirantes a héroes – solo un chasquido, y todo esto terminaría antes de que lo notasen, pero no podemos hacerles daño, sino hacerlos sentir confiados e inspirados... ¡¿Cómo carajos íbamos a hacer eso?!
– ¡Devuélveme eso! ¡No son juguetes! – al tiempo que esquivaba a los malandrines como en campo minado.
– ¿Por qué dejaste que te los quitaran? – era Shoto, siendo atrapado por dos insectos
– ¡Me los quité porque son peligrosos! – pasando al lado de la exhibicionista
– Acercarnos a sus corazones es algo muy ambiguo – el monstruo que tenía en frente solo le gruñía
– ¡Los pececitos no saben qué hacer! – Yo los llamaría pirañas. No sé qué era más molesto, los gritos de los renacuajos o la maldita e innecesaria narración de Present Mic – ¿Qué deberían hacer? ¿Qué propone usted profesora? – La mujer a duras penas podía hablar, y no la culparía. Tener que lidiar a diario con este suplicio debía ser agotador.
– Los primeros cursos son clave para desarrollar la personalidad. Los dones influyen mucho, así que se realiza terapia. – Tenía los ojos hinchados. – Los apoyamos para que mantengan una mente sana, pero no es un método perfecto. Los niños de esta clase nos cerraron su corazón. – Estaba a punto de derrumbarse. – Sé que es mi responsabilidad, pero pensé que relacionándose con quienes también persiguen su sueño los motivaría a mejorar. – Esto era una carga.
– Basta de tonterías – Shoto se incorporó mirando al frente. – Necesitan ayuda
– Tenemos que hacernos sus amigos, ¿no? – prosiguió el otro – ¡Vamos!
– Terminemos pronto de vigilar a estos mocosos, ¡para acabar de una maldita vez!
– ¡Bakugou vuelve a decir tonterías! – y luego voy a explotarle el micrófono a esa cacatúa
– A la profesora la ignoran porque no cumple su papel de líder. Ellos los controlan a ella. Y algo me dice que el cabecilla de todo esto está entre ellos – y ya tenía una idea de quien podría tratarse.
– Pero, ¿qué haremos una vez lo identifiquemos? – su voz monótona llamó mi atención
– Lo someteremos para dar el ejemplo – relajando mis nudillos – ¡Lo más efectivo es hacer que vea lo insignificante que es!
– ¡Tenemos que hacernos sus amigos! – el eólico insistía en esa estupidez.

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