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-Ning, alguien puede entrar-

-Shh~ no hables Yeonjun-

Habían entrado al almacén del gimnasio, donde muchos jugaban en la cancha de básquet todos los días. La razón: Kai quería sexo y no podía negárselo. Ya le había pagado hasta un poco más de lo que le pidió.

-Quítate la ropa, Yeonjun-

-NingNing~ con ropa, por favor. Por si alguien entra-

A kai no le quedó de otra más que aceptar, Yeon tenía una mirada encantadora y no podía negarle nada. Menos si tenía algo de razón.

El lugar estaba abarrotado de pelotas, redes, y colchonetas que no podrían usar por las cajas que había encima.

Se recargó en la pared que daba directo a la puerta de entrada y bajó su pantalón ligeramente. Había decidido usar prendas versátiles esos días, no aquellas bonitas que le gustaba usar.

-Oh Yeonjun~ eres tan precioso-

Susurró kai en su oído y terminó por lamerle. Cerró un ojo y gimió. Realmente le gustaba que lamiera esa parte de su cuerpo, había descubierto que era un punto débil.

-Kai, no... no...-

Sintió que lo cargaban y no pudo más que jadear.

-Ya por favor...- pronunció sonrojado

kai había aprendido a tocarle en lugares muy específicos, a hacerlo sentir un poco de placer.

-Acepta que yo sea el único-

Negó con la cabeza y abrazó el cuello de menor para tener mejor soporte. Tan pronto se sujetó con fuerza, las embestidas comenzaron.

Kai podía ser tanto delicado con él como despiadado. Le decía cosas bonitas o podía insultarlo. La verdad no le prestaba atención, no le interesaba lo que le dijera o hiciera siempre y cuando le pagara.

Sentirlo dentro, penetrándolo no le causaba sensación gratificante en realidad, y solo lograba placer en ciertos puntos, la mayoría del tiempo fingía.

-Kai~ más-

Quería alentarlo a terminar, para salir de la situación lo más rápido posible, pero no parecía que le hiciera caso alguno. Solo iba a su ritmo lento y algo torpe.

Gruñó insatisfecho, e hizo un poco de berrinche. No podía moverse mucho por la posición en la que estaban, así que solo quedaba el trabajo de Kai

-Realmente quieres más, Yeonjun- dijo el menor con una sonrisa burlona

-Sí, Yeonjun quiere más-

Y es que su voz infantil y emberrinchada era siempre la clave. Logró excitar a Kai más de lo que imaginó.

Empezó a embestirlo con mucha fuerza y aumentó tanto el ritmo que realmente lo estaba haciendo gemir. Se sostuvo fuerte del menor y repitió para kai sus deseos. Quería más.

No escuchó la puerta abrirse, solo vio su rostro lleno de asombro. Sus ojos con ira. Su mueca de asco. Y en sus manos un balón de básquet.

-¡Soobin!- gritó y quiso bajarse, ya no quería que Kai le tocara -¡Soobin-

-Soy Kai, precioso, no Soobin- dijo molesto y evitando que pudiera irse

-¡No! ¡Soobin nos está viendo!- gritó desesperado

-¡Cállate, Yeonjun! ¡Que vea lo que jamás va a tener! ¡Que vea lo que es mío! ¡Y cómo lo hago mío!-

-¡Soobin- volvió a gritar -¡Soobin!-

No sabía que era lo que sentía, deseaba que Soobin fuera Kai en esos momentos. Y deseaba que Soobin jamás hubiera visto eso. Menos cuando el menor llegó a su orgasmo y por mero enojo lo dejó ahí tirado en el piso.

No le dijo palabra alguna. Solo había terminado, arreglado su ropa y salido con una cara de enojo que no podía creerle. Había empujado a Soobin y había hecho caer el balón que rodó hasta él.

Se cubrió como pudo, veía en los ojos de Soobin cosas muy extrañas, decepción, ira, asco, burla. No podía dejar de verlo y Soobin se veía estático, no entendía qué le sucedía, no era la primera vez que lo veía así, aunque tal vez sí la primera vez que le veía sin fingir placer.

-Tápate-

Soobin le aventó su saco y fue por el balón que se había rodado. Lo puso en su lugar y se agachó para verle de cerca. Soobin era la persona más rara que conocía.

-Vamos a la biblioteca-

Asintió con unas lágrimas en los ojos y aceptó la mano para levantarse. Soobin le esperó a que arreglara su ropa y luego ambos salieron de ahí.

La biblioteca estaba vacía, fueron a los sillones y sin siquiera pedirlo, Soobin le llevó su libro favorito. Lo miro, necesitaba una respuesta, cómo sabía él que era su libro favorito.

—Siempre lo lees, simple observación Yeonjun, eres fácil de descifrar—

Regresó a la portada del libro y abrió en una de sus páginas favoritas. Sonrió con tan solo leer las primeras palabras, sabía el cuento de memoria, y aun así le gustaba leerlo.

Se entretuvo mucho, tanto que olvidó la presencia de Soobin. Para cuando terminó de leer,  estaba dormido. Sonrió. Era perfecto.

—Soobin~ Soobin— susurró
El mayor se movió ligeramente y dejó caer su mano sobre sus piernas, cerca de su entrepierna, muy cerca.

Apretó los dientes y cerró los ojos con fuerza. Era demasiado que la mano de Soobin le tocara las piernas. Podía imaginar sus dedos largos subiendo y bajando por su piel, trazando figuras y lentamente enterrándose en él.

Negó con la cabeza y se levantó de un brinco. Necesitaba ir al baño, urgentemente. No lo soportaba más.

Sería la primera vez que he se masturbaba por pensar el alguien. Y no es como que Kai no se lo hubiera pedido alguna vez, así que sabía hacerlo.

Se encerró en uno de los cubículos del baño y bajó su pantalón y su bóxer. Respiro nervioso y gimió sin razón aparente.
Lamió sus dedos y recargado de alguna forma se puso para él mismo enterrase sus dedos. Jadeó al sentir que se penetraba, cerró los ojos e imaginó a Soobin

—soobin— susurró —Más, por favor—

Gemía muy suave y no hablaba más que con susurros, estaba siendo muy placentero pensar en el mayor, tanto que no pudo evitar sonreír

—Soobin~ hyung—

Le agregó a sus gemidos y apresuró sus dedos. Estaba bien, muy bien a decir verdad.

Se sujetó de la pared con su otra mano y fue rápido dentro de él. No sé detuvo ni un momento y sin quererlo sus gemidos sonaron más de lo que pensó. Al final solo pudo decir el nombre de Soobin y dejar todo su peso sobre la pared.
Soobin era su perdición. Nada bueno resultaba de pensar en él.

Buscó al mayor por toda la biblioteca y no lo encontró, la verdad no le sorprendía. Él era así, desaparecía siempre.

Se sentó una vez más en el sillón de la biblioteca y vio el saco de Soobin, una vez más se lo había dejado.

Lo tomó para cubrirse, lo olió y suspiró feliz, era la fragancia del mayor. Perfecta.

Un mensaje de texto le hizo dejar de oler la prenda. Tomó su celular y vio que era un número que no tenía registrado.

"El sábado te veré en esta dirección, Yeonjun No faltes. Si no sabes quién soy... Soy Soobin"

Y no podía sentirse más feliz, sabía que solo eran clases para mejorar sus calificaciones pero eso le daba tiempo con Soobin.  Tiempo que era valioso.

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⏰ Última actualización: Nov 07, 2021 ⏰

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Mi preciosa bola de arroz >>> soojun  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora