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El olor que aquel abrigo tenía era embriagante. Era suave y a la vez quedaba grabado en su mente de manera fuerte. Debía ser de lo peor por sentirse tan feliz con tan poco. Pero eso le sucedía. Que Soobin diera su abrigo le hacía muy feliz.

YoonGi y Jimin le recibieron algo preocupados. En el mensaje les había dicho que algo malo había sucedido. Jimin le marcó apenas al segundo, estaban realmente asustados querían los detalles por teléfono, pues sí, estaban ambos en la misma línea. Pero les pidió esperaran a que llegara.

-Yeonjun, cariño- le abrió Jimin la puerta y al instante lo abrazó -Estás helado, ¡Suga, llegó Yeonjunnie! ¡Prepara algo caliente porque este niño parece hielo!-

Le ayudó a entrar a la casa como si estuviera enfermo o algo. En realidad no sé había percatado de lo frío que seguía su cuerpo a pesar del abrigo y la caminata.

Una taza de café con leche apareció en la mesita de la sala donde Jimin le sentó. Era dulce y cremosa, con un toque a canela. Bebió rápido para calentar su cuerpo mientras los dos mayores le observaban preocupados.

-Gracias, Jimin-

-Debes cuidarte, no queremos verte enfermo-

-Prometo cuidarme-

Tan rápido el calor corporal regresó a su cuerpo fueron a la cocina donde había un olor delicioso esperando. La cena fue increíble, Jimin era un cocinero excelente. Y para su sorpresa una tarta de manzanas era el postre. Simplemente perfecto.

Hablaron durante la sobremesa de lo que había pasado, hasta ese momento quiso revivir las cosas y a pesar de creer que iba a llorar, se mantuvo firme.

-Todo saldrá bien, tú mamá pronto estará mejor- pronunció YoonGi

-Será así, mi mamá dijo que lucharía por recuperarse-

Sonrió a medias y terminó con el pedacito de la tarta que quedaba. Jugó con las migajas haciendo un puchero. Había recordado a Soobin y en su corazón sentía una revolución de sentimientos.

-Algo no nos estás diciendo- dijo Namjoon quien sin preguntarle le dio una rebanada más de tarta

-Pero...- dijo al ver el plato lleno otra vez -Está bien- sonrió y siguió comiendo

-Yeonjun, no nos ocultes las cosas. Por favor confía en nosotros-

Yeonjun frunció el ceño e infló las mejillas. Es que no comprendía a Choi Soobin. Y sí, quería hablarlo y demostrar que estaba frustrado.

-Es Choi Soobin- dijo al terminar el postre

-¿Sigue molestándote?-

-Sí, o no... No sé. Lo he encontrado en la biblioteca un par de veces. Y luego en el hospital. Y apostamos-

-Veo que su relación mejora un poco- sonrió en complicidad con su esposo

-¡No! ¡El idiota quiere que deje de ir a la biblioteca! ¡Detesta verme, lo sé! No me soporta. Pero... ¡Me cubrió con su abrigo! ¡Me dejó su abrigo! ¡No lo comprendo!-

YoonGi y Jimin rieron por los gestos tan divertidos que hacía Yeonjun. Y lo detuvieron cuando empezó a jalarse el cabello por la desesperación.

-Oh cariño, ese chico tiene interés en ti. Solo que no sabe cómo acercarse a ti- habló Jimin primero

-No, Choi Soobin me odia-

-Pues... Soobin parece prestarte mucha atención- dijo YoonGi -Creo que sabe mucho de ti como para odiarte, creo que hay algo en él que... ¿cómo explicarlo? Le causas interés, en resumidas cuentas-

-¡El idiota cree saber todo de mí!-

-¿Y si sabe mucho de ti porque te acosa?- sugirió Jimin meditando la pregunta con falso miedo

-¡No! ¡No puede saber todo de mí! ¡Aposté con él mi estancia en la biblioteca! ¡No voy a perder! ¡Él no sabe nada de mí!-

-¿Cuánto sabrá él de ti?- murmuró YoonGi -¿Será un acosador?-

-¡Que no!- se tiró a llorar falsamente -No puede ser un acosador, por favor no, él debe perder-

-Perderá- aseguró YoonGi

-¿Crees eso?- recuperó su buena energía y sonrió como un perrito esperando un premio

-¡Seguro que sí!-

Yeonjun se levantó de la mesa y empezó a aplaudir y saltar por todo el lugar. Parecía un niño emocionado por un juguete, tanto YoonGi como Jimin se sonrieron. Esperaban que ese tal Soobin no fuera un acosador. Pero más que otra cosa sabían que Soobin le dejaría ganar la apuesta.

La mañana era fría a pesar del sol que bañaba las calles, iba de camino a la biblioteca pública usando un suéter blanco que le parecía de lo más lindo con aquel pequeño dibujo de tortuga en el pecho.

A veces los domingos antes de ir a trabajar pasaba a la biblioteca, leía un poco y se iba. Lo tranquilizaba y le daba fuerzas para seguir el día.

Buscó uno de sus libros favoritos, y luego fue a sentarse a sala común donde por un vitral enorme entraba la luz convertida en colores.

Abrió en su página favorita y empezó. Tantas veces había leído ya el libro que se sabía los párrafos. Pero siempre le volvía a parecer increíble la historia. Sencilla y con muchas cosas para analizar.

No se percató de aquella presencia hasta que hubo terminado de leer, cuando cerró el libro y recargó hacia atrás su cabeza en el sillón.

Así lo vio, con aquel ceño fruncido de siempre y los brazos cruzados. Se dio la vuelta al instante, se puso de rodillas y se acomodó en el respaldo del sillón. Soobin seguía sin decir algo.

-Gra... Gra... Graci...-

Y justo antes de poder completar la palabra se volteó y le dejó así, sin decir nada. Molesto se levantó y lo siguió por los pasillos de la biblioteca llenos de libros, por los cuales intentaba perderle.

-Choi Soobin- dijo moderando su voz pues sabía aún estaba en la biblioteca

El mayor se giró y se le acercó lentamente. Su rostro le parecía perverso, no de una formal sexual, sino de una malvada. Solo pudo retroceder hasta chocar con uno de los estantes de libros.

-No me... No me dejaste darte las gracias... No traigo tu abrigo... No sabía que iba a encontrarte aquí... Yo solo-

Soobin se le acercó tanto que tuvo que pasar saliva con fuerza y su respiración se volvió errática. Sus labios estaban cerca de los suyos y sus ojos le miraban con fuerza, lo analizaban tanto que no podía controlarse.

-Lo sabía, estás alterado con tan solo un poco, mírate excitado por solo la cercanía-

-Yo... Yo... Yo no estoy excitado... Yo... Yo... ¡Aish!-

Se apartó de ahí, no podía seguir viendo a Soobin tan de cerca y menos sentir su olor tan característico a centímetros suyo. Soobin era peligroso, muy peligroso.

-Yo solo... Solo quería agradecerte lo de abrigo-

-Ah, eso... Solo te vi como un perrito callejero en busca de ayuda de alguien, no pude evitar sentir compasión-

Pestañeó sin creer lo que le decía. Solo lo había hecho porque era compasión. Compasión. Solo eso. Como si fuera un perrito de la calle.

Se giró molesto. Debía salir de ahí, no aguantaba su presencia ni un segundo más. Si lo volvía a ver seguro le gritaba lo idiota que era. Lo peor era que estaba más enojado consigo mismo que con Soobin. ¿Cómo podía sentir algo por ese chico frío y grosero? No lo entendía.

Mi preciosa bola de arroz >>> soojun  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora