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Soobin le explicaba y él solo podía prestarle atención y perderse en el grave sonido de su voz. Tal vez no era tan buena idea que Soobin le ayudara a estudiar, porque no prestaba atención. Para nada.


-Yeonjun, ¿Estás escuchándome?-

-No- dijo sincero y no pudo evitar hacer un puchero

-Yeonjun, se supone que debes prestarme atención para que aprendas-

-Esto no va a funcionar- susurró frustrado

Soobin cerró los libros, le vio a los ojos, no parecía muy contento. Yeonjun se encogió, como si lo regañaran, meneó sus hombros nervioso y siguió con su puchero.

-No me hagas esa cara- tartamudeó

-Ya prometo prestar atención, lo juro. Me voy a portar bien-

Pudo ver que a Soobin se le colorearon las mejillas y que nervioso buscó entre las páginas de uno de los libros algo con lo que seguir la clase.

-Bien, sigamos, pero préstame atención. No te distraigas-

Estiró sus brazos y puso sus manitas sobre las hojas. Si seguían con ese método no progresarían en nada.

-No, así no-

Soobin hizo una mueca, y cuando bajó la mirada no pudo evitar ver en aquellas tiernas manos quemaduras de cigarro. Extrañado las tomó y acarició las marcas.

-¿Qué demonios te pasó en las manos?-

-¿Mis manos?-

Se zafó del agarre de Soobin y pudo ver las manchas aún rojizas, ligeramente encarnadas. Ya no las recordaba o simplemente pensaba que nadie se daría cuenta de ellas. Era lo que le había hecho el director Han, y obviamente no diría palabra alguna. Se entristeció y ocultó sus manos con las mangas de su playera de rayas.

-Déjame ver-

Negó con la cabeza y se escondió aún más. Al mayor poco le importó, se estiró hasta alcanzarlo y con fuerza jaló sus manos para ver más de cerca las heridas.

-No, no veas- susurró casi con las lágrimas en los ojos.

-¿Fumas? No parece que lo hagas-

-Yo... Yo... No fumo...-

-¿Quién te hizo esto?-

-Nadie-

Soobin se levantó de su silla haciendo un fuerte ruido y sin decir más palabras lo jaló del brazo, dejando todos los libros hechos un desastre en el suelo.

No supo cómo pasó tan rápido el tiempo, ni cómo habían caminado tan rápido, menos de cuándo habían ido de la biblioteca a la farmacia y de regreso a la universidad, solo se dio cuenta que en ese momento ya estaban en una de las jardineras sentados y que Soobin le aplicaba un ungüento azul en las manos.

-Gra... gra... gracias-

-Cállate-

Mordió sus labios, y respiró con dificultad, Soobin le agarraba sus dedos y jugaba con ellos. Era extraño y sentía un hormigueo en todo el cuerpo.

-Bien, ve por las cosas, ya sé cómo ayudarte a estudiar de una mejor manera-

Corrió como si no hubiera un mañana y tan rápido llegó, recibió la queja de la bibliotecaria por el ruido que habían hecho. Pidió los libros en préstamo. No entendía si los necesitaban pero aun así los llevó.

Soobin veía el celular con el ceño fruncido, se acercó pero no pudo ver lo que hacía. Estaba algo curioso y no debía estarlo.

-Tú cargas, Yeonjun-

Mi preciosa bola de arroz >>> soojun  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora