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-¡Niño Yeonjun!-

Una enfermera que bien conocía por su hermosa cabellera rubia y buen sentido del humor se le acercó. Lucía sorprendida e impaciente, entre una mezcla de terror y emoción. No sabía si esperar algo bueno o algo malo.

-¡Rápido! ¡Rápido!-

Corrió como nunca antes. Olvidó la presencia de Soobin. Olvidó que bebía café en la mañana. Y olvidó la apuesta. Solo corrió.

Dos doctores estaban en la habitación junto a muchas enfermeras. Agotado se acercó. Tenía miedo a descubrir la verdad.

-Yeonjun- escuchó de un susurro

Su madre estaba ahí, abría los ojos, le hablaba. No lo creía. Su corazón parecía querer salir de su pecho. Las lágrimas brotaron y tomó la mano de su madre quien apenas se movía sin fuerza.

-Mamá. Mamá- repitió sin saber qué decir

-Yeonjunnie... Por favor... déjame luchar...para... algún día... agradecerte todo... lo que has hecho... por favor... hijo...-

-No hables mamá, no hables-

-Juro que lucharé por ti-

El ruido de los aparatos, a los que estaba conectada, empezó a sonar en alerta. No entendía qué pasaba. Los ojos de su mamá se cerraron. Su mano dejó de moverse. Y los doctores le apartaron para checar los signos vitales.

-¡Preparen un quirófano, ya!-

Todo pasaba frente a sus ojos tan rápido que no podía siquiera escuchar las voces de los doctores. Una enfermera lo ayudó a sentarse y las demás ayudaban al equipo médico. Tan rápido fue todo.

Las lágrimas no se detenían. No sabía qué pasaría en ese momento. ¿Estaba presenciando lo último de vida de su madre? No, eso no podía ser, ella había prometido luchar. Y su mamá cumplía promesas. La conocía bien. Su madre viviría.

La enfermera le guio a la sala de espera de urgencias. Le dio un té de manzanilla y le cubrió con la cobija. Palideció y su piel estaba fría. Tenía miedo. Mucho miedo.

Las horas pasaron como una eternidad. El frío le colaba los huesos y por muy cansado que se sentía no podía descansar de ninguna manera. La sala estaba en general vacía, a veces alguna persona pasaba, otras iba una enfermera, quién se encargaba de ver si él estaba bien, e incluso a veces le llevaba algo de comida. Claro, siempre la rechazó, seguro que si comía algo lo vomitaba.

El doctor salió con su cara hermética. No esperaba una buena noticia. Pero sí un milagro.

-Yeonjun, como habíamos comentado. El tumor ha tomado más tamaño. Sabes que hacemos lo posible con la medicación y tratamiento por disminuirlo. Debimos hacer la operación de emergencia. Al parecer lo que sucedió en la habitación alteró la oxigenación y detuvo el flujo sanguíneo. Si no actuábamos perderíamos a tu mamá. La operación resultó un éxito. Pero el resto está por verse. Lo siento, Yeonjun-

Se dejó caer al suelo, quería llorar pero no salían más lágrimas. Quería gritar pero estaba sin voz. Quería huir pero no encontraba salida.

La enfermera le ayudó a levantarse. Le llevó a un mejor lugar, le pidió comer un dulce. Le quiso ayudar a estar mejor. Pero fue en vano. No quería nada.

El sueño le ganó. Dejó que todo se esfumara. Que la realidad se viera desvanecida por el calor de un sueño.

Sueño donde nada le preocupaba.

-Niño Yeonjun- una de las trabajadoras lo despertó con mucho cuidado -Su mamá estará en observación unos días. Debería ir a su casa y descansar allá-

Y esa era la mejor opción. Se estiró bajo la cobija y notó algo más. Un abrigo negro sobre él. Desprendía un aroma agradable.

-Señorita Lee... Sabe quién... ¿De quién es el abrigo?-

-Ah ese- señaló -Un chico de cabello negro se lo dejó y se fue-

Frunció el ceño y volvió a ver la prenda con detenimiento. Cabello negro. Abrigo negro. Choi Soobin. Había sido él.

-Gracias señorita Lee. Iré por mi mochila. Mañana vendré a ver cómo está todo-

Se encaminó a la habitación de su madre. Estaba vacía sin ella. Y al instante vio la cama, recordó su corto encuentro. Sinceramente no podía odiar a su madre.

Dejó la habitación acomodada y dudando un poco se cubrió con el abrigo. Luego lo regresaría. Pero ahora sería lo que lo cubriría del frío de la noche.

Un chico le cubriría en el bar. Beomgyu había arreglado todo. Definitivamente era el mejor amigo que podía tener. Beomgyu, algún día le agradecería por todo.

Miró su reloj. Siete en punto. Ir a casa lo deprimiría. Taehyun estaba ocupado. Pero YoonGi y Jimin. Ellos lo recibirían congusto y podría platicar sobre lo que había pasado y claro, sobre la apuesta con Choi Soobin


Mi preciosa bola de arroz >>> soojun  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora