Capítulo 54 - Confesiones

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Nota: Echad un ojo al capítulo 53 antes de leer este. Borré dos capítulos antes de reempezar desde aquí, perdón por el cambio, es para mejor, os mando mucho amor ❤️

54 | Confesiones

Asher Bremen

Lunes, 2 de agosto

—No tengo la más mínima idea de lo que entra en el examen, ¿crees que siquiera he descargado los documentos que nos mandaron? Joder, no sé ni mi contraseña en esa plataforma.

Sammuel está estudiando para los exámenes, lo que es no es una novedad, pero, que lo haga a las dos de la mañana de un lunes, sí lo es. Aunque me hago una idea de por qué y espero no equivocarme. Aun así, no me hace ninguna gracia estar en la puerta del bar al que hemos salido esta noche Olivia y yo hablando con él de trabajos de clase y asignaturas.

—Mierda, Asher, ¿no has descargado nada?

—Pensaba pedírtelo el día antes. Tú eres el que nos salva el culo a los dos con las clases.

Maldice.

—Te odio tanto ahora mismo —murmura.

—No te quejes tanto, sabes que soy la razón por la que pasaste los exámenes finales y no dejaste el instituto después de la ruptura —me quejo de vuelta—. Un poco de respeto, imbécil.

—Va te faire foutre. [Que te jodan]

—Eso intentaba antes de que me arruinaras la noche con tu maldita llamada.

Oigo un paquete de patatas de fondo. Conociéndole, estará arrasando con su reserva de Doritos. Lo hace siempre que estudia y, por eso, en la vida he sido capaz de estudiar con él sin discutir porque me molesta el ruido. Él no sabe estudiar sin comer y yo no sé estudiar con ruido.

Mala combinación.

—Cierto que estás en Nantes. —Recuerda—. ¿Tan rápido se han cansado las camareras parisinas de que les entres que has tenido que ir a otra ciudad a probar suerte?

Ignoro el comentario y miro hacia el interior del local. Desde aquí no puedo ver bien la mesa en la que estábamos sentados y eso me incomoda ligeramente porque, teniendo en cuenta que llevo un par de años sin venir a Nantes y las restricciones de los bares. No sabía bien cuál elegir y no he escogido el mejor. No hay nadie dentro que no nos saque al menos cinco años y el ambiente es pesado así que no, no estoy del todo cómodo dejándola sola ahí.

—Algo así —devuelvo.

—Oye, ya que estamos hablando de esto. ¿Has aclarado las cosas ya con Madeline?

Eso devuelve mi atención a la llamada.

—Tienes que estar jodiéndome —murmuro entre dientes.

—No lo has hecho —entiende—. Mierda, Asher, ¡han pasado semanas!

—¿Crees que me importa?

—No, por supuesto que no te importa —responde en bajo.

Lo noto, su tono, y odio lo que oigo.

Tomo aire, molesto, y cierro la boca cuando las advertencias de Olivia se deslizan por mi memoria. "Que se quede no quiere decir que tengas que ponerle siempre al límite", me dijo. No es lo que intento, pero Sammuel es tan ciego muchas veces.

Tomo una profunda bocanada de aire y hago lo único que se me ocurre para mantener nuestra amistad intacta un día más.

Cuelgo la llamada.

La promesa de AsherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora